El general <strong>Ambrosio S</strong><strong>pínola</strong>, con su mano derecha sobre el hombro de <strong>Justino de Nassau</strong>, refuerza el tono amable de la escena humillante: la rendición de Breda. España fulmina el sueño independentista holandés y <strong>Velázquez</strong> lo pinta a cámara lenta (en 1634). El vencedor del asedio a la ciudad, al mando de 40.000 hombres por orden de <strong>Felipe IV</strong>, es cortés con el general holandés, rendido, entregando las llaves. Es el día después de la guerra y el general genovés al mando de los tercios de Flandes -calzado con botas de piel y banda carmín que cruza la armadura pavonada con adornos de oro- y el gobernador holandés de Breda -que le entrega las llaves de la izquierda- tratan de entenderse. Pero la clemencia es un gesto decorativo cuando la paz y la vuelta a la calma se firma mientras el campo de batalla todavía arde: “O se está a un lado o se está al otro”.