Viva la vida (1954), el último cuadro pintado por Frida Kahlo, podría ser una "respuesta" al fascismo que "imperaba" en España desde la Guerra Civil y, en concreto, al grito de "¡Viva la muerte!" del fundador de la Legión, José Millán-Astray (1879-1954), según el investigador Gregorio Luke. Luke, exdirector del Museo de Arte Latinoamericana de California, ofrecerá esta tarde en la sede madrileña del Instituto de México una conferencia sobre esa y otras hipótesis acerca de la vida y obra de la pintora mexicana (1907-1954).
El investigador, que ha dedicado más de dos décadas a revisar y reconstruir documentalmente la obra de la artista, ha explicado que entre sus "descubrimientos" destaca, por ejemplo, la hipótesis de que la mexicana quiso contestar al fascismo con su última pintura.
Transformar el dolor
El resultado, según el investigador, es que sus cuadros son una forma de "construir su cuerpo destruido" por la poliomielitis que contrajo cuando era niña y que le forzó a someterse a decenas de cirugías a lo largo de su vida. "Ella podría haber sido una inválida, pero decidió transformar su dolor en un arte extraordinario", sostiene el mexicano. Otro tema que Luke sacará a la luz es cómo la pintora manejó la creación y el mantenimiento de sí misma como un personaje, un "símbolo revolucionario" que explora la multiculturalidad y que redefinía lo "femenino" y lo "bello" de la manera "como mejor le convenía".
Frida Kahlo, ha opinado, es la "más mexicana de todos los artistas", porque sus pinturas transmite la "pluralidad de México", país que la pintora aprendió a "amar mucho antes de Diego Rivera". "Al lado de Diego, Frida retomó la estética popular mexicana, y su vida aporta una riqueza inagotable, ya sea como pintora, escritora, o más bien como mujer", concluyó.