El Estado ha concedido el deseo al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza: asegurará por 17 millones de euros la obra The Glade, de Alberto Giacometti (1901-1966), que se expondrá en la colección, aunque no se aclara en el BOE. De hecho, la aceptación de la garantía se publica con un mes de retraso, dado que su exhibición en el centro comprende, según el acuerdo, desde el pasado uno de octubre hasta el 19 de septiembre de 2018, prorrogable. El Estado se compromete a “indemnizar por la destrucción, pérdida, sustracción o daño de la obra”. Desde el museo se limitan a informar a este periódico que la pieza no ha llegado de momento y que ya se informará cuál es el motivo de su llegada, fuera de exposiciones temporales.
La pieza de bronce es de 1950 y se conserva en la Fundación Alberto & Annette Giacometti, aunque viene directamente de la Tate Modern de Londres, tras formar parte de la exposición temporal dedicada al artista suizo en el centro británico. Las delicadas piezas que emergen de la base son símiles que el artista estableció entre la figura de la mujer y los árboles. Es una temática que inaugura en estas fechas y mantendrá hasta el final de su carrera.
En diciembre de 1950, le explicó a Pierre Matisse, su marchante y confidente, que había colocado las figuras por azar en el suelo, mientras trataba de despejar la mesa de su mítico estudio parisino. “Me di cuenta de que se formaron dos grupos, que parecían coincidir. Subí los dos grupos en una base sin alterarlas”.
La composición le recordó a una zona de un bosque que había visto en su infancia, “cuyos árboles con troncos desnudos y delgados (apenas tienen ramas hasta la copa) me recordaron siempre a personajes fijos en su marcha y en sus conversaciones entre ellos”. Todos los personajes de esta escena semionírica se vuelven hacia el espectador. Las largas y estilizadas figuras son marionetas fijas a una plataforma similares a las que terminaría haciendo para la escenografía de Esperando a Godot, de Samuel Beckett, años más tarde.
También el autor Jean Genet sintió que estas figuras inmóviles, algo mortificadas, parecen acercarse a nosotros y retroceder. Es un vaivén angustioso, desde "la distancia más lejana" a "la intimidad más cercana". La profundidad nace de la mirada. Unos años más tarde de realizar esta escena de claro, en 1954, Sartre escribió sobre Giacometti que su pintura y escultura eran "inseparables y complementarias".
Lo más llamativo de esta concesión de garantía del Estado es que coincide con la que el Museo Nacional del Prado realiza para asegurar la exposición más importante del año: Mariano Fortuny (1838-1874), concedida en 18,8 millones de euros, que cubre un total de 98 obras para su exposición.