“El cubismo es considerado la piedra angular de la modernidad en las artes plásticas”. Así se explicaba en el folleto que se repartía en el Espacio Fundación Telefónica, donde se mostró desde 2012 la colección que la empresa había reunido en tres intensos años de compra de arte cubista. Entre 2003 y 2006, una de las mayores compañías de telecomunicaciones activó una campaña de adquisición como nunca se había vivido hasta entonces, ni ha vuelto a repetirse. El cubismo se convirtió en la mejor Marca Telefónica y Juan Gris, antes de Ferran Adrià, en el prefecto embajador.
Telefónica movió de acá para allá las cuarenta piezas que resumían la “piedra angular de la modernidad en las artes plásticas”. Ahora, una década después de viajes, llega al Museo Reina Sofía, dirigido por Manuel Borja-Villel, conocido por su rechazo a las vanguardias artísticas más populares de la primera década del siglo XX. Antes de la exposición dedicada al Guernica este año, habían pasado 15 años sin noticias de Picasso.
De Juan Gris, la última muestra que se dedicó a investigar su trabajo fue en 2005. De Joan Miró ya han pasado 22 años sin noticias de él, a pesar de que es la que sus fondos son los que más alquilan a otros museos. Por no hablar de artistas como María Blanchard.
Sumisión al cubismo
Hay que recordar el editorial escrito por el propio Borja-Villel, en la revista oficial del museo (Carta), hace cuatro años, al hilo de la popular exposición dedicada a Salvador Dalí, en el que cargó contra la influencia del mercado en las prácticas artísticas y la conversión del público en una masa “sumisa”. El director definía a la “masa” que sobrepasó sus expectativas en asistencia como “una amalgama no reflexiva, compuesta de subjetividades a medias, de personas sin perfil que se reúnen alrededor de un líder, héroe o ídolo, y se identifican con él”. Adoradores del dios Dalí: “Sus actos tienden a la sumisión, no a la emancipación”.
Gracias al depósito de Telefónica, el museo vuelve a atender una parte esencial de la construcción del arte contemporáneo, eso sí con un llamativo interés por incorporar artistas latinoamericanos a la corriente surgida en París. La empresa ha depositado las obras en el museo durante los próximos cinco años (renovables).
Según aclara el museo, “la importancia del depósito reside también en la incorporación de trabajos de artistas que no estaban representados en la colección del museo y de obras de gran valor para uno de sus núcleos clave: la experiencia de la modernidad en Latinoamérica”. Eugenio Carmona, comisario de la exposición que ha girado por toda España y parte del extranjero, enfatiza este aspecto: “Los cubistas se plantearon tentativas plurales, no únicas. Todos coincidieron en la búsqueda de la pluralidad y el collage”.
“Los franceses no querían plegarse ante los vanguardistas latinoamericanos. Querían convertirlo en un arte francés, ultranacionalista. Y los latinos no aceptaban el cubismo como mera tradición. Fue una maniobra francesa por anularlos”, comenta Carmona a este periódico. Sin embargo, y a pesar del empeño de la empresa con intereses latinoamericanos, la joya de la colección Telefónica es Juan Gris. “La reconsideración de la experiencia cubista atendiendo a las formulaciones de Juan Gris es no solo lícita y posible, sino que es, además, deseable, pues contiene en sí misma la complejidad de lo que el cubismo realmente fue”.
Todo por la síntesis
Kahnweiler, el marchante creador del boom cubista, dejó por escrito que fue Gris el primero en abandonar la figuración, en valorar las formas coloreadas de las que surgía el objeto. El gran renovador del collage. El propio Gris declaró en 1921: “Yo trabajo con los elementos del espíritu, con la imaginación. Trato de concretar lo que es abstracto, voy de lo general a lo particular, o que quiere decir que parto de una abstracción para llegar a un hecho real. Mi arte es un arte de síntesis”.
El comodato ha quedado inserto en la narración de las colecciones de la institución pública, en las salas 207, 208 y 210. El repaso cubista queda sustentado en unas 70 obras, “que ponen de manifiesto la gran pluralidad de propuestas creativas que generó esta corriente artística”. La plantilla de los galácticos de Telefónica cuenta con Juan Gris, Pablo Picasso, Georges Braque, María Blanchard, André Lhote, Albert Gleizes, Metzinger, Vicente Huidrobo, Joaquín Torres García y el sorprendente Emilio Pettoruti, la única excepción cubista entre los artistas latinoamericanos.