La cuesta de enero de las instituciones culturales aparece con la recopilación de las cuentas anuales de los museos públicos. Los datos para medir el éxito cultural en estos centros son variables y relativos, pero las cifras de visitantes -además de mostrar la popularidad de las exposiciones temporales- incide de manera decisiva en la recaudación de ingresos propios. Además de ser uno de los pocos datos en los que se apoyan las políticas culturales para apoyar con más o menos ayudas públicas. Son cifras importantes para analizar la trayectoria anual de la institución.
Entre los dos grandes referentes museísticos del país, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y Museo Nacional del Prado, ocurre una pelea con sordina por superar las marcas del contrario y legitimar un incremento de las subvenciones. El Prado recibió de las arcas del Estado, en 2017, 13,9 millones de euros (un 30,1% del total de 46,2 millones de euros de su presupuesto). Por su parte, el Museo Reina Sofía ha recibido del Estado 25,8 millones de euros (un 68,2% del total de 37,9 millones de euros).
Cifras con trampa
Al cierre del año, el museo de arte contemporáneo ha superado en un millón de visitantes al Prado: 3,8 millones de personas frente a los 2,8 millones. El Reina Sofía crece un 3,6% respecto al año anterior, el Prado pierde un 6,9% de visitas con 2016 (cuando llegó a los tres millones de personas). Sin embargo, el Reina Sofía no puede auditar el 100% de las entradas expedidas.
Sin embargo, las cifras esconden una trampa. Las 2,8 millones de visitas registradas por la pinacoteca de maestros clásicos son netas. Es la afluencia recibida en su sede principal, mientras que la sede central del Reina Sofía apenas recibe 1,6 millones de los 3,8 millones. Es decir, el 58% de las visitas registradas suceden en las dos sedes secundarias del museo, situadas en el parque del Retiro, de acceso gratuito y sin control de entrada. En el caso del Palacio de Cristal la visita se debe, además, al atractivo del propio edificio (1,7 millones de personas). De esta manera, el Prado ha sido más atractivo para 1,2 millones de personas que el Reina Sofía.
Temporales para ingresar
Pero también hay que desconfiar de este dato, porque en las visitas a exposiciones temporales gana el Reina Sofía. El Prado, con Tesoros de la Hispanic Society of America, alcanzó los 485.178 visitantes. Y la muestra temporal titulada Piedad y Terror en Picasso. El camino a Guernica cerró en el Reina Sofía con 681.127 personas. El museo recurrió a su pieza icónica para llegar a una cifra tan alta, a pesar de las deficiencias argumentales de la exposición comisariada por el matrimonio británico Timothy Clark y Anne Wagner.
El museo eliminó (temporalmente) el relato que mantenía expuesto, en el que se incidía en la impresión del bombardeo de Guernica en el pintor malagueño. En el relato también había especial recuerdo al Pabellón de la República en la Exposición Universal de París. También desaparecieron de las salas el resto de artistas que vivieron el conflicto, como Joan Miró, Zuloaga o Calder. Incluso el crudo documental francés (La villa vasca de Gernika después de los bombardeos del 26 de abril de 1937), que se proyectaba frente a la sala de la obra capital, fue retirado a un espacio arrinconado. La muestra dilapidó el origen político y social de la pintura, y dejó el gran mural de Picasso en el resultado de una evolución estética.
Lejos del récord
El volumen reunido por la exposición temporal de la Hispanic Society of America no llegó a las 600.000 visitas generadas por El Bosco el año anterior, de ahí sale el déficit de entradas. Pero también quedó muy lejos de la muestra Tesoros del Hermitage (con 583.206 visitantes). El Museo Reina Sofía tampoco alcanzó el récord alcanzadas por la retrospectiva dedicada a Salvador Dalí, en 2013, con 730.339 visitas.
El director del Museo del Prado, Miguel Falomir, aseguraba en su primera entrevista en el cargo a este periódico que no repetiría una exposición como la de El Bosco. “Me maravillo de que no haya habido más quejas de las que hubo, porque la exposición no se podía ver. Es un ejemplo de morir de éxito. Me gustaría que no se repitieran situaciones como esa, donde la gente no podía disfrutar. A mí se me quitan las ganas como visitante”, reconocía Falomir.
Un modelo sostenible
El director abría el reto que tiene el museo del futuro: o exposiciones temporales a reventar (en taquilla y sala) o incremento de visitas en la colección permanente. El aumento de visitas siempre es bueno, sobre todo si la experiencia sigue siendo grata. No un flujo de personas similar a un domingo en el Rastro.
En este punto las instituciones públicas deben decidir si continúan priorizando la recaudación sobre la accesibilidad: mientras los recortes del Gobierno de Rajoy se mantengan, los museos tendrán excusa para seguir subiendo el precio de la entrada sin ampliar el horario de gratuidad. Este modelo requiere de exposiciones temporales con grandes reclamos populares para saltar la caja, aunque no se puedan ver.
Más gratuidad
Si por el contrario, los museos apuestan por cumplir con la Constitución y convertirse en un centro cada vez más abierto a más personas, tendrán que ampliar las horas de acceso libre. Ampliar una hora gratis al día requiere más ayudas públicas para paliar la pérdida de ingresos propios por venta de entradas. En estos momentos, el 48,8% de los visitantes al Museo del Prado lo hacen sin pagar y cada semana abre sus puertas durante 14 horas gratis. Pero sólo para la colección permanente, las temporales hay que pagarlas. En el Reina Sofía, tal y como comunicó a este periódico el museo, ha expedido un 87% de entradas gratuitas.
Tanto Reina Sofía como Prado ya han tocado el techo de aforo máximo para no poner, además, en peligro el patrimonio ante la avalancha. La maquinaria de autofinanciación (que en el Prado es del 72%) no se puede mantener por más tiempo. El Estado debe garantizar la conservación del patrimonio y el acceso universal al mismo.