Egon Schiele era censurado, ya en febrero de este año, en su propio homenaje. Para conmemorar los cien años del fin de siècle vienés –llamado Sezession en Austria–, el ayuntamiento de la capital austriaca organizó exposiciones por toda la ciudad. Los desnudos de Schiele iban a ser los protagonistas del festejo artístico, y su potencia creadora iba a canjearse el 23 de febrero en el Museo Leopold. Sin embargo, la campaña europea por las celebraciones de la Secesión se encontró con la negativa de Reino Unido y Alemania: explicaron que no pensaban tolerar que los cuerpos desnudos que pintó Schiele llenasen sus vallas publicitarias y las paredes de sus edificios. Les pesaba el estigma de pintor "pornográfico".
Entonces la Oficina de Turismo de Viena ideó un plan: continuó con la campaña de los desnudos, sólo que en las grandes ciudades británicas y alemanas se agregó a cada obra una banda que escondía los genitales. Le acompañaba esta idea: “Lo siento, tiene 100 años pero es demasiado atrevido para hoy” y el hashtag #ToArtItsFreedom. Lo que podía haber sido una celebración artística mutilada en lo esencial se convirtió en una denuncia a la mojigatería, en una bofetada sin mano al arte fresco y desprejuiciado que rompió hace un siglo con el academicismo o el impresionismo. “A cada tiempo su arte, y a cada arte su libertad”: es la frase de la fachada de la Secesión, cofundada por Klimt en 1897, que inspira la denuncia de hoy.
Sin embargo, la controversia no abandona a la figura de Schiele. No resulta problemático sólo por su contenido artístico, sino por su trayectoria vital: el Museo Metropolitan de Nueva York, que anda programando la exposición Obsession: nudes by Klimt, Schiele, and Picasso from the Scofield Thayer Collection (3 de julio al 7 de octubre) ha empezado a considerar la pertinencia de advertir sobre la dudosa moralidad del artista. En 1912 fue acusado de corrupción de menores: se dijo que había secuestrado y violado a una niña de 13. Pasó 24 días en la cárcel y finalmente fue absuelto de esos cargos, pero sí se le encontró culpable de “inmoralidad” al demostrarse que la menor había visto en su estudio los trabajos de desnudos que tenía expuestos.
Las dudas del Met
A menudo se le acusaba de usar como modelos a los niños que se acercaban a su casa y de retratarlos en posiciones que fueron entendidas como obscenas. Le fue difícil quitarse la sombra de esa desconfianza incluso una vez absuelto, quizá por la edad de su joven amante, que fue también una de sus modelos predilectas: Valerie Neuzil, 17 años, a la que él llamaba Wally. Todas estas sospechas chocan con la filosofía del movimiento Me Too, que trata de sacar a relucir la cultura del abuso y de no blanquear a los artistas -ni productores, ni directores, ni escritores- por el mero hecho de serlo. Esta premisa -menos mitomanía y más revisión crítica- se entreteje con el debate de si al espectador, en una exposición conjunta como ésta, debe interesarle la vida personal del artista o sólo alimentarse de su obra.
Por eso el Met no sabe cómo plantear la muestra. “Como otros museos, el Met reconsidera su colección a la luz de las nuevas investigaciones e interpretaciones”, ha asegurado Sheena Wagstaff, presidenta del departamento de arte moderno y contemporáneo. "Tenemos que revisar las publicaciones, las cartelas y los textos sobre las obras”. Se coloca así en la misma tesitura del Fine Arts Museum de Boston durante el centenario de la muerte de Schiele: finalmente, cambiaron los carteles de su exposición para incluir información sobre los cargos de violación y abuso sexual.
En diciembre del año pasado, el Metropolitan vivió una polémica similar por la obra de Balthus Teresa durmiendo. Una campaña en internet reunió 10.000 firmas para que retirasen el cuadro por ser considerado como "sexualmente sugerente". El museo respondió que prefería debatir a censurar: "Momentos como este brindan una oportunidad para la conversación, el arte visual es uno de los medios más significativos que poseemos para reflexionar sobre el pasado y el presente y fomentar así la evolución continua de la cultura a través de una discusión informada con el respeto por la expresión creativa", explicó el director de Comunicaciones del Met, Ken Weine.