Cinco euros la hora: así explota el Reina Sofía a los performers de Dora García
Siete de los ocho intérpretes son descartados para actuar en la exposición por denunciar ante la dirección las "pésimas" condiciones laborales. La artista alega que tenían un perfil demasiado alto.
3 abril, 2018 01:52En diez días se inaugura una de las pocas exposiciones que el Museo Reina Sofía ha dedicado a una artista española en la última década: Dora García (Valladolid, 1965). Segunda vez es una amplia retrospectiva por los dibujos, esculturas, fotografías, instalaciones y performances de la artista, que se podrá visitar durante seis meses. Tampoco es la primera vez que la dirección del museo provoca un caso de falsos autónomos y precariedad laboral. Es una vieja performance de Manuel Borja-Villel -al que el Ministerio de Cultura acaba de renovar por cinco años más-, que ensombrece su gestión desde 2008.
En Segunda vez, Dora García necesita contratar, al menos, ocho intérpretes para dar vida a sus performances, a los que el museo, a través de la empresa de producción cultural Una más una, pagará menos de cinco euros la hora por cuarenta horas semanales, durante tres meses. En la primera lista de seleccionados por el Museo Reina Sofía figuraban cinco mujeres y tres hombres. Sólo una de ellas ha continuado en el proceso, el resto denunciaron las “pésimas” condiciones laborales al museo y a la artista y fueron expulsadas del proyecto.
Una prueba dura
Entre las labores que debían desempeñar en tres performances aparece una persona escribiendo en un ordenador. Dos más en un semicírculo. Y una tercera actuación en la que una intérprete lee y la otra improvisa. “Antes de la prueba de selección les preguntamos en qué consistía las participaciones, para saber si nos interesaba o no. Pero nos dijeron que no podían decirnos nada hasta el final, porque la artista no quería”, cuenta una de las afectadas a este periódico. Ha preferido no dar a conocer su nombre.
La prueba de selección fue bastante exigente en el apartado de conocimiento de la obra de Dora García. En el jurado de ocho personas estaban la propia artista y la comisaria, junto a Borja-Villel, Teresa Velázquez. El Reina Sofía les hace la selección, pero no les contrata. Tampoco hacen el seguimiento de los pliegos de condiciones laborales de la empresa que contratan. Ni siquiera contestan a las denunciantes.
Falsos autónomos
“Escribimos a Teresa Velázquez y a Dora García porque el museo no nos contestaba. Y contestó la artista, de muy malas maneras”, añade. De hecho, tal y como ha confirmado este periódico con el museo, la institución no ha dado una solución a este nuevo episodio de explotación laboral en el Reina Sofía.
“Cuando recibimos la propuesta salarial nos pareció coherente pedir un salario digno. Nos ofrecían 50 euros brutos al día, por ocho horas cada jornada, cinco días a la semana. Dos días de descanso (aprovechan el martes, que es cuando el museo cierra, y el domingo). Nos aclaran que los días de descanso están pagados (como si fuera un extra) y, para formalizar la colaboración, nos pidieron factura o que pagásemos nosotras la Seguridad Social y los gastos de la contratación”, cuentan las implicadas en un escrito común remitido a El ESPAÑOL.
Es decir, les proponen un salario de 1.400 euros, sin incluir los gastos derivados de la contratación. Estos suponen cerca de un 37% de la cifra. De esta manera, el nuevo salario se ve recortado hasta los 882 euros brutos. A esto hay que añadirle un nuevo recorte: el IRPF. ¿Quién responde ante un accidente laboral?
En estos momentos, tal y como aclaran fuentes del museo, hay contratadas en régimen de falso autónomo cerca del 10% de la plantilla (340 personas). En España, el número de trabajadores autónomos alcanzó en febrero 16.027 nuevos cotizantes. Esto supone un incremento cuatro veces mayor que el mismo periodo en 2017, cuando hubo 4.041 nuevos empleados autónomos. La Unión de Asociaciones de Trabajadores Autónomos y Emprendedores asegura que en España existen más de 200.000 falsos autónomos, que cuestan a las arcas de la Seguridad Social 562 millones de euros anuales.
Irresponsabilidad ética
En la web de Una más una se puede leer una definición de la empresa escrita por sus dueños: “Somos una empresa firmante del Pacto Mundial de las Naciones Unidas, que se basa en una gestión ética basada en los principios para la responsabilidad social empresarial”.
Dora García ha explicado por escrito a este periódico que ella "nunca sería cómplice de una explotación laboral y no me parece que lo esté siendo ahora, soy muy consciente de que es un museo público con dinero público y trabajo desde esa responsabilidad". Niega que exista una situación de explotación, que las condiciones son las correctas, que el salario es el correcto y "que no existe tal explotación laboral ni condición de falso autónomo (que dicho sea de paso no sé lo que es)".
Ante la precariedad de esta oferta laboral -denunciada en estudios como los de Marta Pérez Ibáñez e Isidro López-Aparicio-, las performers de Dora García escriben a Teresa Velázquez y la artista, convencidas de que “no estaban al tanto de la explotación salarial a la que somos sometidas”. La dirección del Reina Sofía se desentiende del problema y es la propia Dora García quien contesta -en un correo electrónico al que ha tenido acceso este periódico- con un tono inesperado por las denunciantes.
Esclavos intercambiables
“Me doy cuenta que no os parecen justas o apetecibles las condiciones de trabajo. Es posible, en efecto, que el sueldo no sea el que se corresponde para performers tan altamente cualificados como vosotros. Máxime cuando tan alta cualificación no se necesita para unas performances como las que se van a realizar en el MNCARS durante mi exposición, donde, francamente, sólo es necesario leer y escribir bien”, relata Dora García a las denunciantes.
Las intérpretes se sienten menospreciadas por este tono, porque la artista ha demostrado que “si el esclavo no quiere asumir su tarea, se busca otro”. “Siempre habrá otro más necesitado para coger el trabajo que se le ofrece”. De hecho, así ha ocurrido ya. “Y que no se le ocurra morder la mano que le da de comer, que no le corresponde al individuo proteger su dignidad”, cuentan.
Con notable sarcasmo, Dora García pide disculpas por no haber explicado bien qué necesitaba: “Personas que tuvieran cierta habilidad para la lectura y la escritura. Y el museo y unamasuna, por inercia imagino, han buscado un perfil de performer demasiado alto para mis performances, que no necesitan en absoluto bailarines ni personas tan preparadas físicamente, ni con tanta experiencia de escena como vosotros”. De esta manera, la artista da por bueno el salario de menos de cinco euros la hora.
¿Chantaje o denuncia?
“Creo que os corresponden otros trabajos más acordes con vuestras cualidades, lamento muchísimo haberos hecho perder el tiempo, no lo perdamos ni un segundo más”, añade Dora García por escrito. A la artista le molesta la denuncia que han lanzado las trabajadoras de la cultura, que califica de “chantaje”: “Lo que no puedo entender es la necesidad de crear este ambiente de desconfianza, de exigencia sobre lo que no os corresponde, de mal rollo general a un mes escaso de la inauguración -tan cerca de la inauguración parece casi un chantaje. Es por todo ello que considero que seremos todos mucho más felices separándonos ahora”.
Contra este fraude lo único que les queda a las personas no contratadas por exigir mejores condiciones laborales es denunciar ante la Inspección de Trabajo, tal y como explican.
Un concurso a la baja
Desde el Museo Reina Sofía se indica que par la contratación de la empresa se inició un procedimiento con Publicidad y concurrencia por un precio máximo de 50.000 euros más IVA. Unamasuna ganó el concurso por 45.000 euros más IVA. Aclaran que el procedimiento seguido por la empresa contratada para contratar ha sido “respetuoso en todo momento con las condiciones de los trabajadores”. El Reina Sofía no ve ninguna objeción en las cantidades asignadas a y en aplicar la fórmula de falso autónomo en su crecimiento y expansión.
“Aunque no se dirigieron al director, éste ha estado en todo momento informado del procedimiento que se venía siguiendo y de las conversaciones con los trabajadores”, aunque no ha intermediado a favor de unas mejores condiciones laborales. “El museo ha actuado en todo momento intentando favorecer al máximo los intereses de los trabajadores”, añaden. No es la primera vez que a Manuel Borja-Villel le llueven las denuncias por contradecir con sus hechos lo que propone en el museo contra un sistema basado en la desigualdad y en la precariedad.