Este martes, en el Congreso de los diputados, el PP se ha felicitado por invertir un millón de euros para la reforma del Salón de Reinos del Museo del Prado. Un millón de los 42 que se necesitan para ejecutar la obra de Norman Foster. En su comparecencia, Fernando Benzo, secretario de Estado de Cultura, reconoció que su partido ha sido “austericista una temporada” y “quizá podamos dejar de ser un poquitín tan austericistas”. Sin embargo, en el proyecto de inversiones para la cultura en 2018 no hay ni una línea dedicada al hito más importante de la institución cultural española más reconocida: la celebración de su bicentenario, que arranca el 19 de noviembre de este año.
En la Comisión de Cultura celebrada este martes no hubo ni una sola palabra para este hito del Prado, ni por el Gobierno para declarar su voluntad de ayudar a levantar un programa (con 14 capítulos, incluyendo cine y música) a la altura de la historia de la pinacoteca, ni por parte de los grupos de la oposición para denunciar precisamente la falta de voluntad política para ayudar a conmemorar el hito. El Prado está abandonado a su suerte. Contará sólo con sus artes para pescar lo que pueda en las mermadas aguas de los patrocinios, caladeros explotados durante todo el año para financiar sus exposiciones temporales.
El premio es el castigo
Para 2018, el Prado tiene previsto ingresar cerca de 23 millones de euros con la venta de entradas y alquileres de los cuadros de la colección (básicamente). El Estado aportará además 7,7 millones de euros, la misma cantidad de 2017 y un millón menos que en 2016, 2015 y 2014. A pesar de ello, el Gobierno del PP se felicita por su “apoyo” al Prado y por el hecho de que el museo ponga de su bolsillo el 70% de lo presupuestado.
A finales de junio de 2017, el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, compareció en el Congreso de los Diputados para explicar el futuro de la institución y avisó de que era necesario que el Estado se hiciera cargo del 40% del presupuesto. En este momento sólo supone el 30%. Y alertó a los diputados que trabajar para alcanzar tantos ingresos propios “ha sido a costa de poner la maquinaria del museo absolutamente al rojo vivo, lo cual se puede hacer de forma puntual, pero no de forma constante”.
Aquel día, el portavoz de cultura de Ciudadanos, Félix Álvarez, le preguntó: “¿Qué es lo que realmente necesita el Museo del Prado ahora?”. El director: “Es algo que no les va a sorprender para nada: dinero”.
De ahí que fuentes del museo expliquen a EL ESPAÑOL que ser eficaz es el peor castigo que le puede pasar ahora mismo a la institución: cuanto mejor lo hace, menos dinero obtiene. Las mismas fuentes se preguntan si es preferible hacerlo peor y que el Estado asuma la deuda adquirida. Al Museo Nacional Thyssen-Bornemisza le ha funcionado.
Asfixiados y abandonados
Las cuentas de la pinacoteca, al 70% autofinanciado, sostienen el día a día. Pero tal y como ha podido saber este periódico, los patrocinadores habituales han llegado a su límite de inversión en el museo y no participarán en la celebración (salvo con las exposiciones ya programadas). Como medida de urgencia para solucionar la crisis que se dibuja, la dirección ha contratado a una especialista en captación de patrocinios (fundraising) para encontrar nuevas empresas interesadas en aportar fondos.
Desde el Prado reconocen que no pueden hacerse cargo de los costes extraordinarios que supone celebrar el bicentenario y pagar la reforma del Salón de Reinos. “Es demasiado exigente para cualquier institución”. El museo necesita 7 millones de euros para la celebración (la mitad la aporta el museo), pero tal y como reconocen “no hay partida reconocida para cubrirla”. El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha abandonado al equipo del Prado.
La única aportación que plantea el Estado (desde el Ministerio de Hacienda, no del de Cultura) es la declaración del acontecimiento de “excepcional interés público”, que ofrece la mayor desgravación de impuestos a quienes quieran invertir. Sin embargo, “esta medida no está dando el resultado esperado”. Las grandes empresas no necesitan desgravar más, porque no les cuesta alcanzar las máximas exenciones fiscales en sus aportaciones a las cuentas del Estado.
En busca de dinero
El museo ha puesto a sus dos mayores baluartes a solventar la alarma. El presidente del Patronato, Pablo Pérez-Llorca, acompaña a Falomir en sus encuentros con las entidades privadas a las que acuden para pedirles dinero. En público no se dejan ver juntos, pero parece que en este sentido forman un equipo muy compenetrado. “La cúpula está buscando patrocinadores como loca, porque en 2019 pasará lo mismo con los Presupuestos Generales: ni un duro para la celebración”, explican las fuentes cercanas.
La falta de compromiso del equipo de Fernando Benzo con el mayor acontecimiento cultural de 2019 contrasta con la promesa de comprometerse en el hito, como refleja en su Plan Cultura 2020: en la “estrategia 1.10” se puede leer que Benzo quiere “mejorar los recursos humanos y materiales del Museo del Prado y trazar con transparencia sus líneas de trabajo para alcanzar los objetivos que tiene planteados”. Y en 1.10.3: “Puesta en marcha del programa conmemorativo del II Centenario del Museo Nacional del Prado”, para “convertir esta conmemoración en un acontecimiento único para la vida cultural”. Con cada Presupuesto el plan queda en promesas.
Sin crédito para Foster
En el Plan de Actuación del Bicentenario desarrollado por el museo se aclara que “este acontecimiento no sólo se convierte en un importante hito en la historia del museo, sino que brinda la oportunidad para reflexionar (durante tres años, 2017-2019) sobre su evolución, el enriquecimiento de sus colecciones y la transformación de su modelo de gestión”.
El otro escollo económico, la ejecución de la reforma del Salón de Reinos, tampoco tiene contemplada la línea de crédito. Ese millón “aportado” no sirve para nada, porque la ley exige tener el crédito concedido para iniciar la obra. Es la manera de evitar que se quede a mitad. El crédito garantiza la ejecución en cuatro o cinco años (a razón de 12 millones cada año, la mitad los pone el museo).
Estos son “los presupuestos del patrimonio”, como calificó Fernando Benzo a sus cuentas de la cultura para 2018, el pasado martes en el Congreso de los Diputados, donde dijo que en 2017 el Prado hizo la segunda mejor taquilla de su historia... a pesar de que es, en realidad, el cuarto registro en los últimos siete años.