Antoni Miralda, Premio Velázquez de Artes Plásticas 2018
- El jurado ha destacado la obra del premiado "por una trayectoria artística sólida y transdisciplinar, desde los años 60 a la actualidad".
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El artista catalán Antoni Miralda ha obtenido este lunes el Premio Velázquez de las Artes Plásticas 2018, que concede el Ministerio de Educación y Cultura en reconocimiento a la totalidad de la obra de un creador iberoamericano, en el ámbito de las artes plásticas en cualquiera de sus manifestaciones.
El jurado ha destacado la obra del premiado "por una trayectoria artística sólida y transdisciplinar, desde los años 60 a la actualidad, en la que ahonda en el concepto de ritual y fiesta, con un sentido lúdico y participativo que evidencia el carácter político y crítico de su obra".
Además, el jurado ha añadido en su argumentación que "sus acciones colectivas, que involucran a gran parte de la población, tanto a audiencias vinculadas al mundo artístico como también a agentes de la vida cotidiana, exaltan en particular su capacidad de seducción estética, el carácter organizativo de su práctica y su incansable trayectoria".
Este galardón que concede el Ministerio de Cultura y Deporte desde 2002 se dirige a destacar la aportación del premiado a la cultura española e iberoamericana por la totalidad de su obra.
Antoni Miralda (Terrasa, Barcelona, 1942), formado desde comienzos de 1960 en los más prestigiosos y diversos centros artísticos de Barcelona, París, Londres y Nueva York, es quizás el creador español más versátil de los últimos 40 años. Permanentemente involucrado en el arte participativo, es autor de una obra de carácter público y lúdico, según informa el Ministerio de Cultura.
El estudio de la memoria inmaterial es uno de sus ejes temáticos más significativos, resaltando la comunicación como un aspecto de gran importancia en toda su trayectoria.
Capacidad transformadora del arte
Miralda, que vive entre Barcelona y Miami, ha trabajado con objetos, "mixed-media", "happenings" relacionados con la idea de la fiesta, las liturgias ceremoniales, los ritos florales, las procesiones. Y a partir de 1967-1968, se centra en la alquimia de las metamorfosis con sus "objetos comestibles", como paisajes o banderas que recrea desde entonces en su obra, mostrando una precoz preocupación antropológica por el ritual.
Este lenguaje le permite reflexionar sobre la capacidad de transformación que el arte posee, más allá de los recintos museográficos cerrados. Su obra forma parte de importantes colecciones, ha expuesto en numerosos museos y ha estado presente regularmente en las principales citas artísticas internacionales.
El premio, que está dotado con 100.000 euros, ha sido fallado por un jurado formado por Concha Jerez, ganadora del premio en la pasada edición, Xoan Anleo, Natalia Majluf, Miguel Zugaza, Antonio Franco, Isabel Tejada y Elvira Dyangani.