Robert Boyd, fusilado con 26 años, dejó atrás una vida “limpia, clara, sin mácula”, según le confesó a su hermano en su última carta. Fue el personaje que contribuyó a incrementar el carácter internacional del suceso debido a su nacionalidad británica –había nacido en la ciudad de Londonderry, Irlanda del Norte–. De cabello rojizo y tez pálida, Boyd se hizo amigo y benefactor de Torrijos durante el exilio inglés de este, de quien admiraba su condición de héroe de la Independencia contra la invasión napoleónica. Abrazó la causa liberal hasta la muerte, que ni siquiera pudo evitar el cónsul inglés en Málaga por muchas gestiones que intentó.