El pintor posimpresionista Paul Gauguin viajó a la isla de Tahití en 1891 acuciado por la necesidad de inspiración para componer sus lienzos. Allí esperaba encontrar un motivo artístico en la vida de los pueblos primitivos, confiando en que sus costumbres tradicionales seguían constituyendo una antítesis de los avances de la civilización occidental. Sin embargo, el parisino descubrió una estampa en la que apenas subsistían vestigios de aquel "antaño" sagrado en el cual el ser humano vivía en armonía con la naturaleza.
Su decepción fue también motivo de lucidez: Gauguin pintó tras su experiencia con los antiguos maoríes, amenazados por el ímpetu colonizador, el cuadro Mata Mua (Érase una vez), una evocación a ese pasado glorioso de los indígenas que él apenas pudo presenciar. La tela es una de las obras más destacadas del artista francés y, hasta hace nada, una de las joyas de la colección de Carmen Cervera expuesta en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. La baronesa ha decidido sacarla de la institución junto con Caballos de carreras en un paisaje, de Degas; El 'Martha Mckeen' de Wellfleet, de Hopper; y El puente de Charing Cross, de Monet.
Mata Mua, que forma parte de un conjunto de 46 pinturas inspiradas en su viaje por Oceanía y que expuso por primera vez en 1893 en la Galería Durand-Ruel, representa con vivos colores un paisaje idílico guarecido por unas montañas violetas y rosas en el que varias mujeres adoran a Hina, la diosa de la luna. La composición se divide en dos grupos: en primer plano, una de ellas toca una flauta; al fondo a la izquierda, otras tres féminas bailan alrededor de una gran estatua de piedra de la deidad. Es una escena de ficción, elaborada en base a las propias observaciones del pintor y a cómo se imaginó ese paraíso perdido.
El lienzo, según se explica en la ficha que el Thyssen dedica a esta obra, no halló comprador en la subasta que Gauguin organizó en 1895 para costearse su segundo viaje a Oceanía y se rebajó al precio de quinientos francos fijado por el artista. Después ingresó en la famosa colección de Gustave Fayet y pasó por distintas manos privadas hasta que fue adquirido en mayo de 1984, por un precio récord y a partes iguales, el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza y Jaime Ortiz-Patiño. Cuando éste último puso el cuadro en venta en 1989, el barón Thyssen compró la otra mitad, convirtiéndose en propietario único del mismo. El precio final ascendió a 24 millones de dólares.
La polémica
Para comprender la importancia de Mata Mua hay que remontarse a 1993. En ese año, el barón Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza acordó con el Estado español la venta de 775 de las obras de su colección por unos 350 millones de dólares, pasando así a formar parte del patrimonio artístico nacional. No obstante y a pesar de que las depositara también en las salas del museo, el barón apartó del proceso negociador otras de sus joyas; entre ellas el lienzo de Gauguin.
La propietaria del cuadro en la actualidad es Carmen Cervera, que a la muerte del barón pagó la parte correspondiente a los herederos de su marido. Unos años más tarde, en 1999, depositó en el museo su valiosa colección privada de más de 600 obras -ahora quedan unas 425- en forma de préstamo renovable, que se ha convertido en un tira y afloja entre la baronesa y el Ministerio de Cultura con hasta en dieciséis prórrogas. En este tiempo ha abierto otros museos, como el de Málaga, el de Andorra y el espacio de Sant Feliu de Guixols, y vendido no sin polémica otras joyas, como La esclusa, de John Constable.
La semana pasada, El País desveló que la baronesa Thyssen había decidido sacar de España el gauguin -aunque dijo que no tiene pensado venderlo, abriendo la puerta a un eventual regreso-, y los citados cuadros de Degas, Hopper y Monet. Cultura le dio el visto bueno asegurando que estaba "en su derecho". Pero el movimiento ha provocado un cruce de acusaciones en el seno del Ministerio.
El exministro de Cultura José Guirao ha señalado este lunes en una carta publicada en El País que el permiso para la salida del Mata Mua se concedió el pasado 25 de marzo y no en diciembre de 2019, todavía bajo su mandato, como ha señalado el secretario General de Cultura, Javier García Fernández. Guirao ha reconocido que estuvo a punto de alcanzar con la baronesa un acuerdo a finales del año pasado: un alquiler de 7 millones de euros anuales -tras restar los gastos de mantenimiento de las obras- durante 15 años y la condición de que el precio pagado en ese periodo (unos 100 millones) se restara de una posible venta posterior.
Como contrapartida, Cervera se quedaría con El puente de Charing Cross, de Monet; Mata Mua, de Gauguin, y El 'Martha McKeen' de Wellflet, de Hopper, para "ponerlas a la venta", pero el exministro negoció conservar la obra de Gauguin y sustituirla por Caballos de Carrera, de Degas. Como prueba, Guirao ha remitido al BOE del 30 de enero, de consulta pública, donde ya no se encuentra ninguno de los tres cuadros de Monet, Hopper y Degas, pero sí Mata Mua.
"No hubiéramos querido aceptar ninguna exclusión", ha asegurado el exministro, pero también ha reconocido que para lograr un acuerdo hay que "ceder" y el Mata Mua era una pieza a la que no iba a renunciar, porque es "la más importante dentro de la historia del arte y la más significativa de la colección". El acuerdo se cerró a finales de diciembre de 2019, pero semana después de la salida de Guirao del Ministerio, los abogados de Cervera, entre ellos el exministro Ángel Acebes, rompieron el acuerdo.
Según ha asegurado a Efe Javier Arnaldo Alcubilla, conservador y jefe de investigación del Thyssen entre 2001 y 2011 y catedrático de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, "es completamente excepcional encontrar piezas de Gauguin de ese calibre, del periodo de Tahiti, por eso es particularmente valioso".
Por su parte, el acutal ministro de Cultura y Deporte, José Manuel Rodríguez Uribes, ha adelantado su voluntad de alcanzar un acuerdo "razonable en tiempos de crisis" con la baronesa Thyssen respecto a su colección privada, "incluido" el Mata Mua". "Voy a plantear a la baronesa que hagamos una valoración técnica por parte de expertos, también por los conservadores del Museo Thyssen, del valor aproximado de la colección privada", ha reconocido este lunes.
La colección de Carmen Thyssen incluye verdaderas joyas de la historia del arte, fundamentalmente de los siglos XIX y XX. Hay lienzos de Canaletto, Courbet, Boudin, Monet, Sisley, Renoir, Degas, Gauguin, Rodin, Matisse, Picasso, Kirchner, Sorolla, Fortuny, Ruisñol o Zuloaga. Un conjunto sin el que el atractivo pictórico del Thyssen no sería el mismo.