El pasado martes a las 13:45 horas, el teléfono sonó en la Subdirección General de Registros y Documentación del Patrimonio Histórico, una unidad dependiente de la Dirección General de Bellas Artes. La llamada procedía del Museo del Prado y buscaba alertar de que existían "evidencias documentales y estilísticas suficientes" para considerar que una pintura incluida en el catálogo de una subasta de la madrileña sala Ansorena podía ser en realidad una obra original de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610), uno de los grandes maestros de la historia del arte.
El lienzo, un Ecce homo titulado La coronación de espinas y atribuido al círculo de José de Ribera (siglo XVIII), seguidor del caravaggismo, iba a ser vendido este jueves por la tarde por un precio de salida de tan solo 1.500 euros. Apenas había margen de maniobra. Además, en ese momento, varios coleccionistas y expertos en la pintura del artista barroco, como el historiador del arte italiano Vittorio Sgarbi, ya habían sido advertidos del supuesto bombazo. De hecho, el crítico ha reconocido a los medios italianos que tenía pensado adquirirlo para llevárselo a Italia.
Pocas horas después de esa llamada, según explican a EL ESPAÑOL fuentes del Ministerio de Cultura, los especialistas del Museo del Prado, que revisan periódicamente los catálogos de las casas de subastas, enviaron a la Secretaría de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de bienes del Patrimonio Histórico Español un informe en el que se aportaban "argumentos" sobre la posible autenticidad de la pintura a cargo del pincel de Caravaggio y su vinculación histórica con el coleccionismo cortesano español de la Edad Moderna.
Ante la excepcionalidad del asunto, el presidente del citado organismo, cuyas funciones consisten en analizar las solicitudes de exportación e importación de bienes culturales protegidos y la adquisición de piezas por parte del Estado para engrosar las colecciones de museos, archivos y bibliotecas nacionales, decidió convocar una sesión extraordinaria para el día 7 de abril a las 12:30 horas. En dicha sesión y de manera cautelar se acordó declarar el cuadro, un óleo sobre lienzo de 111x86 centímetros, como "inexportable". Un movimiento de precaución para evitar el supuesto de que España dejase escapar un nuevo caravaggio —así sucedió en los años 70 con La crucifixión de San Andrés, que ahora está en un museo de Cleveland, EEUU—. Esa misma mañana se firmó una orden ministerial que ratificaba la decisión de los expertos en patrimonio.
Ya con ofertas —millonarias según algunos medios— sobre la mesa, se informó a la sala Ansorena del bloqueo de la pintura. Por la tarde, la casa de subastas confirmó al Ministerio que el lote 229, La coronación de espinas, había sido retirado. A la declaración de inexportabilidad, y como marca la ley, la Junta requirió a la Comunidad Autónoma competente, en este caso la Comunidad de Madrid, para que instruyese expediente con el fin de declarar dicha obra Bien de Interés Cultural. "Con esa doble garantía nos aseguramos que se quede en España y que se puedan hacer las cosas bien", ha explicado el ministro José Manuel Rodríguez-Uribes.
¿Caravaggio sí o no?
El frenazo de la venta del óleo es una de las pocas certezas de esta historia. "Ojalá sea un caravaggio; en todo caso, es un cuadro valioso", ha manifestado el ministro. En caso afirmativo y en base a la protección acordada, la Administración tendría derecho de tanteo sobre la obra. Según ha asegurado el historiador del arte Vittorio Sgarbi al diario italiano Corriere della Sera, el cuadro podría estar "entre 100 y 150 millones de euros, si [el propietario] se lo vende a un inversor privado, o de 40 o 50 millones si se lo vende al Museo del Prado".
Mientras se realizan los estudios técnicos, documentales y científicos para tratar de dilucidar la autoría del lienzo y someterla a debate académico —un proceso que normalmente se prolonga durante años—, su dueño deberá ahora cumplir con una serie de obligaciones para garantizar su correcta conservación.
Pocas dudas alberga sobre el hipotético caravaggio Maria Cristina Terzaghi, una de las grandes estudiosas del pintor barroco. La profesora de Historia del Arte Moderna de la Universidad Roma Tre, que ha estado físicamente en Madrid para analizar la obra, ha explicado al periódico La Repubblica que "el manto púrpura con el que se viste Cristo tiene el mismo valor compositivo que el rojo de la Salomé del Prado", y que "esta obra mantiene un vínculo profundo con las pinturas elaboradas al comienzo de la estancia napolitana".
La experta italiana ha considerado que el lienzo lleva casi cuatro siglos en España y retrata un tema ya pintado por Caravaggio. Según un documento autógrafo del artista, se sabe que en Roma, en 1605, realizó un Ecce homo para el cardenal Massimo Massimi. El mismo asunto está inventariado en 1631 en la colección de Juan de Lezcano, embajador de España ante la Santa Sede, y marcado por una altísima estimación de 800 escudos.
El virrey de España, conde de Castrillo, poseía otro caravaggio original: el Salomé con la cabeza del Bautista que, junto al Ecce homo, viajaron a España con su propietario en 1659. El primer cuadro, incluido entre las posesiones reales ya en 1666, terminó en el Museo del Prado, donde se exhibe hoy en día, y el segundo podría ser el que se acaba de identificar entre las otras piezas a la venta de la casa de arte Ansorena, situada en la calle Alcalá 52.
No obstante, otros especialistas como Nicola Spinosa, que ha publicado numerosos estudios sobre la pintura napolitana entre los siglos XV y XIX, han discutido la atribución: "No es un Caravaggio. Se piensa que puede deberse a que la figura del primer plano replica el Ecce homo del Palazzo Bianco atribuido a Caravaggio por Mina Gregori y del que existe una copia. En mi opinión, la pintura es de un caravaggieso de alta calidad, pero no de Ribera. No se puede hablar nombres de esta importancia; si fuera de Ribera, su precio partiría de 200.000 euros, no de 1.500". Mientras el debate y el misterio aumentan, la obra no saldrá de suelo español.