Se trata de un cuadro de pequeñas dimensiones, pintado en 1949, una de las épocas más duras para la coyoacanense. Frida Kahlo, en primer plano, nos observa directamente al tiempo que el rostro de Diego Rivera surge de su frente, ataviado con tres ojos y el rostro grave. De los ojos de la autora surten varias lágrimas en un gesto lacónico y contenido. La presencia de Rivera en el centro de la composición anuncia su ubicuidad en la vida de Kahlo, supervisando su visión artística, una relación que a mediados de siglo pasaba por una de sus épocas más convulsas.
En el marco de su Evening Sale, la casa de subastas Sotheby's sacó a puja el autorretrato de la pintora mexicana, Diego y yo, alcanzando los 35 millones de dólares —31 millones de euros—, una cifra récord que la convierte en la artista latinoamericana más cara de la historia. Un cuadro que ya había salido a la venta en otras dos ocasiones. La primera fue en 1990, cuando se vendió por 1,2 millones de euros; la última el pasado mes de septiembre cuando alcanzó un precio de 23 millones de euros, el más alto conseguido por una obra de Kahlo hasta ahora, cuatro veces por encima de su anterior marca.
De esta forma, la artista no solo desbanca en precio a la obra de su marido —cuya puja récord estaba en los 8.8 millones de euros por el cuadro Los Rivales—, sino que además le coloca cerca de los 38.9 millones de euros que alcanzó la obra de la artista estadounidense Georgia O’Keefe en 2014, también en Sotheby's, el precio más alto obtenido en una subasta por la obra de una mujer.
Considerado como el último de la serie de autorretratos de la mexicana, Diego y yo fue pintado "el mismo año que su amado Diego se embarcó en un romance con su amiga María Félix", ha explicado Anna di Stasi, responsable de Arte Latinoamericano de la casa de subastas Sotheby's. "Diego y yo es mucho más que un retrato bellamente pintado. Es un resumen pintado de toda la pasión y el dolor de Kahlo, un tour de force del crudo poder emotivo de la artista en la cima de su capacidad creadora".
La responsable de este lote ha señalado que "el resultado de esta subasta se podría definir como la máxima venganza, pero de hecho es la máxima validación del extraordinario talento y el atractivo global de Kahlo". Una artista que tuvo que convivir a la sombra de Rivera y que desde su muerte ha podido desligarse de la figura del artista mexicano, manteniendo una identidad propia y preciosista que se demuestra en el interés que sigue generando entre el público.