Todo el sexo que Ava Gardner enseñó a Franco
- La serie 'Arde Madrid' refleja cómo la llegada de la actriz revolucionó una ciudad que tenía prohibido el placer y el deseo.
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El sexo. Ese tabú. En el cine la gente todavía se escandaliza por ver una teta, mientras que les da igual ver a cientos de muertos en pantalla grande y a todo color. En 2018 sigue habiendo un extraño miedo a hablar del tema con naturalidad, de forma abierta y sin tapujos. Más aún si eres una mujer, a la que rápidamente señalarán con el dedo las mentes más reaccionarias.
Si eso ocurre ahora imaginen hace 60 años, cuando España estaba todavía en blanco y negro, bajo el yugo de una dictadura que reprimía las libertades, también las sexuales. La castidad era la norma de la casa, especialmente para las mujeres, que eran educadas para ser buenas esposas: sufridas, silenciosas, y esperando con la comida caliente y las piernas abiertas a su esposo para tener descendencia.
Era lo que decía el manual de la buena esposa que se enseñaba a las jovencitas por el franquismo, y es la base de la serie Arde Madrid, creada por Paco León junto a Anna R. Costa, y que se estrenará el 6 de noviembre en Movistar+. León, que ya tiene un máster en sexualidad gracias a Kiki, el amor se hace, muestra cómo el deseo estaba prohibido en aquella época, y cómo las jóvenes, especialmente las de clases bajas o aquellas que llegaban del pueblo a la ciudad para servir a los ricos, no sabían lo que se iban a encontrar.
Es lo que le ocurre a los personajes de Anna Castillo e Inma Cuesta, dos criadas –la segunda trabajando para el franquismo como profesora del maldito manual y reclutada como espía improvisada- que encuentran una profesora de sexualidad inesperada y sorprendente: Ava Gardner. El animal más bello del mundo pisó España por primera vez hace 60 años, y con ella vino un mundo desconocido hasta entonces. Ava hacía lo que le daba la gana, y nadie rechistaba. Bebía, fumaba y follaba mucho. Todo lo que pudiera.
Eso revolucionó a las autoridades, que vieron en sus reuniones en su casa y en los fiestorros que daba una forma de libertinaje desconocida hasta entonces. Arde Madrid fabula con ese encuentro entre la actriz y sus criadas, y cómo se contrapone su desconocimiento en materia sexual con la experiencia de ella. Veremos en la piel de esas dos sirvientas cómo descubren el deseo, y cómo se intentan oponer a él. Anna Castillo no sigue las reglas y hace el amor con su novio. Y le gusta mucho. Pero le da miedo reconocerlo. Preferirá masturbarse con un vibrador de piedra o con la esquina de una mesa antes que dar rienda a una libertad que no tenía concedida.
Por el otro lado, el personaje de Inma Cuesta sigue virgen esperando a un marido que la desvirgue para dejarla embarazada. Todas sus creencias se desvanecerán cuando vean ese soplo de libertad que enseñó lo que era el sexo a Franco y todo su séquito. Para los creadores de la divertidísima serie, Ava Gardner era “una señora ávida de comida, bebida y sexo”, y aquí lo encontró todo.
La represión sexual es un tema que fascinó a Anna R. Costa, que ya había hablado de ello en su obra de teatro El manual de la buena esposa, y que “investigó mucho sobre la sexualidad de la mujer de la época”. “Me interesaba cómo se espabilaban, quién les contaba las cosas, cómo lo hacían… y claro, llegó una mujer que estaba abiertamente sexualizada, en oposición a esas mujeres reprimidas, desculturizadas en el tema sexual”, cuenta la creadora a EL ESPAÑOL.
Para Paco León era una época “de calentura”, pero también “de represión” y de poder de la Iglesia. “Luego nos despendolamos un poco, pero todavía queda algo, aunque no tanto”, asegura, mientras que su compañera apuntala y dice que lo que se ve en Arde Madrid es lo que había: “La represión era tal cual. El sexo estaba prohibido, y las chicas aleccionadas para tener sexo sólo en el matrimonio, que llegaran vírgenes. Todo lo que estaba fuera de eso era pecado mortal”. Ava Gardner le puso picante al franquismo, y trajo consigo mucho sexo con una actitud tan libre que contagió a todos los que estuvieron a su lado. Una profesora que fue mucho más que ese animal tan bello del que todos hablaban.