Todo comenzó con una partida de dados.
Dos ramas de una misma familia, los Pandavas y los Kauravas, acabaron enfrentadas en una guerra a muerte. Su historia se ha transmitido a lo largo de treinta siglos en el Mahabharata, la gran epopeya india, un poema épico más largo que todas las obras de Shakespeare juntas.
“El Mahabharata no es simplemente un libro, ni una gran serie de libros, es un inmenso lienzo que cubre todos los aspectos de la existencia humana. En él encontramos todas las preguntas de nuestras vidas, en un modo que es a la vez contemporáneo y urgente”. Son palabras del director Peter Brook sobre el gran texto sagrado hindú que inspiró una producción teatral que hoy es casi legendaria, una pieza de referencia que se vio en Madrid en 1985 y que duró nueve horas.
Hoy todavía se la cita como la obra revolucionaria que lo cambió casi todo en el mundo teatral. Pero las palabras de Brook no pertenecen al pasado. Son recientes, escritas a comienzos de este verano: Brook ha regresado al Mahabharata tres décadas después con Battlefield, una nueva obra que acaba de estrenar en su teatro parisino, el Théâtre des Bouffes du Nord.
No hablamos de un reestreno, sino de un nuevo texto, inspirado en la misma fuente clásica que Brook y su colaboradora desde hace 40 años, Marie-Hélène Estienne, han adaptado a partir de la obra teatral original de Jean-Claude Carrière, la misma en que el director basó el montaje de 1985. Estrenado el pasado día 15 en París, Battlefield podrá verse allí hasta el 17 de octubre.
Battlefield retoma el 'Mahabharata' cuando ha terminado la batalla entre Pandavas y Kauravas
El Mahabharata habla de una gran guerra, sin cuartel, entre los cinco hermanos Pandavas y los cien hijos del rey ciego Dritarashtra, los Kauravas. Una guerra con millones de muertos que ganarán, finalmente, los primeros. Es en ese punto, el campo de batalla desolado, plagado de muerte, donde Battlefield posa su mirada: el mayor de los Pandavas, Yudishtira, está llamado a ser rey. Pero el remordimiento, tanto para él como para el padre de sus enemigos, el viejo rey Dritarashtra, hará que se cuestionen sus actos durante la guerra. “La riqueza del lenguaje de esta epopeya intemporal y sus historias siempre asombrosas nos permiten llevar al teatro este escenario, que, perteneciendo al pasado, refleja a la vez los duros conflictos de hoy”, ha escrito Brook sobre su nueva pieza.
Diez años escribiendo
En su libro Hilos de tiempo (1998), Brook recordaba cómo surgió la chispa inicial de aquel montaje: “Todo había empezado con el joven indio que, durante los ensayos de nuestra función sobre el Vietnam, US, me había mencionado por primera vez la extraña palabra Mahabharata. La imagen que evocó me había venido obsesionando. Dos grandes ejércitos uno frente a otro, tensando las cuerdas del arco. En medio de ellos un príncipe, de pie, que pregunta: ¿por qué tenemos que luchar?”.
El director acudió al guionista y dramaturgo Jean-Claude Carrière, el autor de casi todos los guiones de Luis Buñuel, que se acabó contagiando de la obsesión por la gran epopeya india. Tardó diez años en terminar el texto, leyendo, escribiendo y reescribiendo continuamente. Brook realizó taller tras taller con diferentes actores. “Era como si el Mahabharata , que había yacido dormido durante tantos siglos, se despertase de repente”. En el grupo de actores y creadores que acompañó a Brook en aquella aventura estaban Maurice Benichou, Alain Maratrat, Chloé Obolensky y, por supuesto, Marie-Hélène Estienne, fiel colaboradora y esposa del director inglés, que firma también esta nueva mirada al texto hindú.
En el Mahabharata, la metáfora más repetida es la de un río. La India es como un río
Brook y la compañía viajaron varias veces a la India para entender a fondo la esencia de la historia que querían contar. “En el Mahabharata, la metáfora más comúnmente repetida es la de un río. El campo de batalla es un río, los miembros seccionados son rocas, los dedos amputados son pececillos, el caudal es sangre. La India es como un río”, prosigue el director en Hilos de tiempo. “Cuanto más penetrábamos en el Mahabharata, más veníamos a reconocer la riqueza y la generosidad del pensamiento hindú original”, cuenta Brook.
El director fue adentrándose en la forma de enfrentarse a lo trascendente de la mentalidad india. “Krishna muestra que, para preservar el equilibrio del universo, todo tiene que tener su lugar. La sexualidad, la doblez, la violencia: cada cosa tiene un significado. Por eso sus acciones inesperadas y aparentemente inmorales son una constante confrontación con el pensamiento rígido e incluso pueden conmocionar a los creyentes hindúes auténticos”.
En la obra 'no hay oscuridad, simplemente hay ausencia de luz; no hay mal, tan sólo ausencia del bien', explica Brook
Luego llegó la indagación teatral. “En aquel proceso no podía rechazarse nada, había que explorarlo todo. Imitamos las técnicas antiguas, sabiendo que nunca seríamos capaces de hacerlas bien. Luchamos, cantamos, improvisamos, contamos historias, o bien introdujimos fragmentos de cada una de las tradiciones del grupo, ampliamente diferentes. El camino pasó por el caos y el desorden hacia el orden y la coherencia”.
Como explicaba el director en una entrevista publicada en "La Razón" a quien firma estas lineas, “aquel montaje reunió una serie de cosas: sin tratarse de Shakespeare, era shakespeariano. Unió los diferentes conflictos de la vida sin juzgarlos, sin esa etiqueta reciente de nuestra cultura que es el bien y el mal. La alta cultura hindú contemplaba la vida como las grandes cualidades de las deidades descendiendo sobre todos los niveles de la vida. En el fondo estaban el caos y la ignorancia, no el mal. Es algo muy parecido a Shakespeare, que no habla del bien y del mal. En el Mahabharata no hay oscuridad, simplemente hay ausencia de luz; no hay mal, tan sólo ausencia del bien”.
Por eso, para Brook, “el pacifismo no es una actitud naïve o débil, sino una demostración definitiva de fortaleza que te lleva a aguantar hasta ese momento extremo y final en el que no te queda más remedio que matar para poder decir: Se ha salvado una vida. Quizá el único ejemplo en este sentido fue la guerra contra Hitler”.
Estuvo la Reina
El Mahabharata se estrenó en Madrid el de febrero de 1985. Para acoger esta producción de nueve horas de duración -doce con los descansos- se eligió una nave industrial en ,hasta donde se desplazó buena parte del quién es quién teatral y cultural del momento, como recogió Rosana Torres en su crónica de "El País". Allí estaban la Reina Sofía y su hermana Irene, Carmen Romero, esposa del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, el ministro Fernando Fernández Ordóñez, Javier Solana, el director del INAEM, José Manuel Garrido, Adolfo Marsillach, William Leyton, John Strasberg, Carmen Maura, José Luis Gómez, Esperanza Roy, Francisco Nieva, Antonio Gala... Y el propio Brook, claro.
Cuando termine sus representaciones en París el día 17, Battlefield arrancará una pequeña gira que llevará a la producción a Singapur, Tokio, Amiens y Châlons-en-Champagne. En febrero viajará al Young Vic de Londres durante casi un mes. Después le esperan Bombay, Hong Kong y varias ciudades italianas. Aunque no hay citas confirmadas, en principio, para Battlefield en España, EL ESPAÑOL ha podido saber que es probable que el montaje visite el Festival de Otoño a Primavera a mediados de 2016, una parada que está pendiente de firmarse oficialmente.