La Comedia, trece años después
La CNTC recupera su sede con 'El alcalde de Zalamea'. Le ha costado unas obras que parecían no acabar nunca y 20,3 millones de euros.
12 octubre, 2015 00:26Ahora sí que sí. El Teatro de la Comedia reabre por fin sus puertas el viernes 16 de octubre con El alcalde de Zalamea. Atrás quedan trece años de obras. No había rueda de prensa o encuentro en el Ministerio de Cultura en el que no se le preguntase al responsable de turno del INAEM cuándo se terminarían. Y siempre era para "dentro de un año, dos a lo sumo". Así pasaron hasta tres Gobiernos. Problemas eternos de licencias y choques entre administraciones fueron posponiendo las obras, cuyo proyecto se adjudicó en 2004 al estudio de arquitectos Araujo & Nadal y su ejecución en 2010 a OHL con un plazo inicial de… 24 meses.
La Comedia es la sede de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), dependiente del Ministerio de Cultura a través del INAEM. En 2002, tuvo que ser cerrada al no adecuarse sus estructuras y equipamientos a las exigencias de seguridad mínimas. La reforma ha costado en total 20,3 millones, una cifra que ha acabado rebajando los 27,65 millones presupuestados inicialmente, de los cuales 16 aproximadamente han costeado las obras y el resto se han dedicado a equipamiento.
El 14 de julio pasado acabó la obra civil y el 30 de septiembre la infraestructura e instalación de equipación, aunque aún queda un fleco: parte de los rotores del peine -la maquinaria que permite subir y bajar telones y escenografía pesados- serán los que ya tenía la CNTC estos años y gradualmente se sustituirán por nueva equipo de aquí a dos años. De hecho, la ejecución del presupuesto destinado al mobiliario y equipación escénica se distribuye en tres plazos, entre 2015 y 2017, y asciende a 5,8 millones.
El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, es el título con el que la CNTC arranca su temporada 2015/16, y también con el que recupera su emblemática sede, que ha tenido que pasar durante el tiempo que han durado las obras por un teatro en alquiler, el Pavón, un espacio de propiedad privada cuyo futuro ahora es incierto. Helena Pimenta, la directora de la CNTC, lleva también la batuta de esta nueva producción, encabezada por Carmelo Gómez.
Amor, honor y justicia
Curiosamente, fue la propia Pimenta la última persona que dirigió una obra en La Comedia antes de su cierre en 2002: La dama boba. Más coincidencias: tanto Pedro Moreno como Juan Gomez Cornejo, que firman respectivamente el vestuario y la iluminación de este Alcalde de Zalamea, participaron en otro Alcalde, el célebre que dirigió José Luis Alonso con la CNTC en 1988, “un gran hito para el teatro español”, según Pimenta. Esta nueva versión lleva la firma de Álvaro Tato (poeta y miembro del grupo Ron Lalá). La CNTC volvió a montarla en 2000, dirigida por Sergi Belbel.
“La propuesta siempre ha sido tratar de ofrecer lo mejor, no sólo porque estrenemos La Comedia”, explicaba esta semana la directora. Y la tragedia de honor y justicia de Calderón es uno de los tres o cuatro grandes títulos de nuestro teatro clásico, junto a La vida es sueño, Fuenteovejuna y alguno más que probablemente cabría discutir. Con las listas no siempre hay consenso. “Es difícil obviar los tres temas fundamentales que aparecen en la obra: el amor, el honor y la justicia –reflexiona Pimenta-. Son los tres grandes que aparecen, pero están contrastados con muchísimos otros”.
El anterior montaje de El Alcalde de Zalamea que estrenó la CNTC fue en 2010, dirigido por Eduardo Vasco y con Joaquín Notario como Pedro Crespo, el protagonista, el villano cuya hija es violada y que pronuncia la frase que es una bandera de la dignidad ante todo cuando ha de rendir cuentas por ajusticiar al noble que ha cometido el abuso: “Al rey la hacienda y la vida se han de dar, pero el honor es patrimonio del alma y el alma sólo es de Dios”. Notario repite en esta producción, esta vez en la piel de Don Lope de Figueroa. Clara Sanchis (Chispa), Jesús Noguero (Don Álvaro de Ataide) y Rafa Castejón (Juan) son algunos de los intérpretes del montaje, con músicas barrocas y populares seleccionadas por Ignacio García.
Este lugar tiene un valor sentimental muy especial para toda la gente del teatro
Al margen de análisis teatrales, la directora destaca el éxito que está teniendo ya la función en taquilla: “La venta anticipada va muy bien. Sabemos que no somos sólo nosotros, sino que es muy atractivo el hecho de que se haga en el Teatro de la Comedia”.
Y es que Madrid recupera un teatro que lleva siendo la sede oficial de la CNTC desde 1986 y que Cultura adquirió en 1998. Construido para albergar específicamente comedias, fue inaugurado el 18 de septiembre de 1875. Por poco menos de un mes, la CNTC no lo ha reinaugurado coincidiendo justo con su 140 aniversario. “Este lugar tiene un valor sentimental muy especial para toda la gente del teatro”, aseguró Pimenta cuando anunciaron, a comienzos del verano, que se reabriría en octubre.
Estética cuestionable
En 1887 y 1897 el edificio fue sometido a la instalación de alumbrado eléctrico ya un embellecimiento de su fachada, respectivamente, y en 1915 sufrió un incendio que obligó a una reconstrucción que nos lleva hasta hoy en día: parte de los cascotes de aquel siniestro tapaban un contrafoso que ha sido ahora descubierto y ha permitido a los arquitectos de esta reforma, el estudio Araujo & Nadal, utilizar el espacio: se han ganado 6 metros de profundidad, y de contrafoso a peine se ha llegado a más de 36,3 metros. Sin embargo, uno de los problemas que han surgido procede del hormigón armado con que se reestructuró el edificio en 1915.
Demoler parte de las vigas, construir una estructura metálica que cubra el patio de butacas y crear un gran aljibe bajo éste para garantizar un sistema seguro de extinción de incendios han sido algunas de las claves de la reforma, que ha desmontado todos los elementos históricos y de decoración y los ha devuelto restaurados a su sitio… al menos casi todos.
Las actuaciones más discutibles son la reforma del hall de entrada, de una estética cuestionable, con un suelo de teselas que desmerece del conjunto de la obra. Antiguos elementos como las taquillas de madera han sido además retirados. A cambio, se han restaurado barandillas, pinturas de la sala, palcos, el lienzo del techo y otros elementos de fundición.
Por fin, puede decirse que, pese a los ajustes de última hora, “el teatro está listo para recibir al público”, según Pimenta. Y si no lo está, tendrá que estarlo. “Todos considerábamos que merecía la pena abrir el teatro. Si seguimos esperando, no lo veíamos”.