Siempre está ahí. Presenta en su casa de acogida, Teatros del Canal de la Comunidad de Madrid, El sermón del bufón, un montaje que recorre su trayectoria como comediante. Es una autobiografía escénica, “es el relato directo y real de un artista expresando sus pensamientos y representando situaciones auténticas de su propia vida”. “Estoy contento porque mi vida de titiritero me ha rejuvenecido”, comenta ante la prensa. “Siempre con éxito, siempre con los teatros llenos”. "Bufón" es como le tildaron en Cataluña tras convertirse en persona non grata.
“Quiero que la gente vea el Albert Boadella más vinculado a la infancia y el anciano. Es agradable hacer algo hablando de mi propio oficio, con el que soy muy crítico. El comediante ha pasado a ser un oficio de pensamiento único. Todo el mundo se parece en nuestro gremio en la ideología y son el mismo carril, con la genética siempre progre. Es un oficio que ha perdido pluralidad y hablo de ello en la obra”, ha reconocido. “Cuando escucho la palabra vanguardia, me pongo de los nervios. Bajo la palabra modernidad se han hecho las mayores sandeces”.
“Es una cosa exasperante el pensamiento único de esta profesión. Esta especie de pensamiento monolítico no existía. El pensamiento del comediante y del titiritero era más variado en la época de la dictadura”, ha dicho Boadella, en su habitual máquina de titulares. “El comediante siempre ha tenido desprecio al público. Eso ha hecho que dependa absolutamente del dinero público: nos hemos puesto en manos de las instituciones. Habría sido mejor no ponernos tan exquisitos y ponernos en manos del público, que nos da más libertad”.
Sin público, sin Cataluña
¿Y el resto de Els Joglars, cómo se han relacionado con su tribu? “Ellos se han encontrado en una situación muy complicada. Se han encontrado que en Cataluña no tienen público”. Defina “titiritero”: “Somos unos pícaros, en todos los sentidos. Sentido materiales y económicos y espirituales. No somos unos místicos ni los cívicos. Somos unos pícaros”, y ríe.
Mantiene que el artista se hace en la infancia. Las vivencias, las grandes emociones, la mirada sobre los demás. Y lo aprendió con Dalí, “porque Dalí era el niño constante, de forma patológica”. “Jugó hasta el último día de su vida. Se buscó una mujer que era una madre. Dalí se mantuvo masturbador toda su vida”. Este es el sermón de Boadella.
"Que cierren TV3"
Ha incorporado a la propuesta una dedicatoria especial al cuadro de Tàpies que preside las reuniones de la Generalitat. “La responsabilidad es de esos garabatos, porque bajo esa patochada no puede salir nada sano. El arte es el estímulo máximo de la inteligencia humana”, añade.
Pero claro también habla de la “tribu” en la que nació. “Más tribu ahora que nunca”. Cuando empezó a escribir y a ensayar El sermón del bufón estaba claro lo que iba a suceder, dice. “Solución: cierre de TV3 durante dos meses y problema solucionado”.
Asegura el transgresor que su vida desde que fundó Els Joglars, con 18 años, “es una continuidad”. “Lo único que me ha sorprendido es tener que autoexiliarme de mi propia tribu. Es algo que no estaba previsto”. Desde Cataluña, en 2005 no ha hecho nada, no ha representado ninguna función. “He prohibido que se representase nada mío allí. Impusieron primero el boicot y luego yo les censuré”.
Adiós a Cataluña
Boadella dice que no le ha sorprendido nada de lo que pasó el pasado domingo, que cualquiera que haya vivido allí lo sabría. “En Cataluña están todos vendidos al régimen separatista es una de las cosas más indignas que he vivido”, asegura. “Estamos instalados en la impostura constante y los periódicos franceses son ejemplo, se rasgan las vestiduras, cuando la Guardia Civil son parvularios al lado de la Gendarmeria”.
“Despedíos de Cataluña, un jardín tan bonito. No me refiero a sus habitantes, sino a su territorio”, remata. “Yo vine a dirigir estos teatros por una situación de exilio. Y tuve una suerte de la leche porque me lo pasé bomba trabajando esos siete años”.
Picasso, una mierda
Estrenará en los próximos meses El pintor, una ópera sobre Pablo Picasso en la que le dibuja como “el destructor de la pintura”. “Por donde pasó él no ha vuelto a crecer la pintura. Era el gran industrial de la pintura”.
“¿Cómo es posible que una persona tan capacitada pudo hacer la cantidad de mierdas que hizo?”, se pregunta retóricamente. “Supongo que es fruto del dinero. Las tres cuartas partes de su producción es una mierda. Sólo se salva su trabajo en grabado y toda su primera época. Incluso en las mierdas tiene cierta gracia. El Guernica es el primer grafiti de la historia que sin el ámbito fascista no sería importante. Guernica tiene su gracia, pero no lo tendría en casa. No se puede juzgar ni como obra de arte, son unos garabatos. Es un mito”.