Cuando en 1953 se estrenó Gloriana la ópera de Benjamin Britten, Isabel II llevaba unos meses como reina en el Reino Unido. La joven monarca acudió al estreno, pero no le gustó el regalo con el que la Royal Opera House quería celebrar su llegada al trono. El encargo hecho a Britten acabó siendo un fiasco que lo dejó muy tocado y que desencadenó toda una campaña contra él.
Gloriana llega ahora al Teatro Real, donde se representa por primera vez, e Isabel II sigue en el trono, no muy preocupada por una ópera que es ya un título de culto entre los del compositor inglés.
La obra presenta a Isabel I, la longeva reina que protagonizó la segunda mitad del siglo XVI en Inglaterra. Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, fue llamada Gloriana por sus tropas tras la derrota de la Armada Invencible española. Pero la obra no habla de su grandeza sino que la refleja como una señora entrada en años y enamorada del joven conde de Essex.
"Se necesitaba una obra laudatoria, pomposa, de celebración" para dar aire al "nacionalismo británico" en la posguerra del siglo XX, coincidiendo con la llegada al trono de Isabel II, ha explicado este viernes en rueda de prensa David McVicar, el director de escena.
En su lugar, Britten presentó un "retrato psicológico" de un carácter "oscuro" e "intenso", según McVicar, que mostraba a una reina de 67 años enamorada de un atractivo conde de 32 al que tiene que decidir si condena a muerte o perdona en medio de intrigas políticas y amorosas. Fue vista como un "insulto" a Isabel II por el carácter poco regio de la trama y desde entonces a la obra la rodea una especie de "maldición" que hace que se haya representado muy poco.
Un estreno esperado
La producción se estrena el 12 de abril y ofrece nueve representaciones con la dirección musical de Ivor Bolton, y es uno de los acontecimientos más esperados en el Real esta temporada. Se trata del estreno de la obra en Madrid (al Liceu llegó hace años) pero además es una coproducción con la English National Opera, compañía de referencia en el Reino Unido.
Además, las dos últimas óperas de Britten en Madrid han tenido mucho éxito de público y crítica: fueron Billy Budd y Muerte en Venecia. Ambas dieron a conocer al compositor del siglo XX y sus obras místicas e intimistas.
Según el director artístico del Real, Joan Matabosch, la producción realza el carácter "outsider" de la reina Isabel I, su personalidad por encima de su trono, su carácter ajeno a las normas sociales con las que tiene que lidiar.
"Es un retrato complejo de lo que hay detrás del oropel de la corte a través de una mujer que envejece, que no puede dominar su cólera, que se ve obligada a anteponer su cargo a sus deseos, pero también una mujer astuta, responsable, refinada y con un dominio total de su entorno masculino", según él.
Para Anna Caterina Antonacci, la soprano que encabeza el primer reparto, la obra también trata aspectos de género y hace un paralelismo con las artistas, solas en el escenario frente al público, entre sus propias vidas y la responsabilidad a la vista de todos.
Noticias relacionadas
- La reina Letizia lo apuesta todo al rojo
- La reina Letizia 'juega' a ser modista y cambia el estilo de su chaqueta
- El 'total black' de Letizia en su visita a los talleres del Teatro Real
- Fusión por absorción: el Real se convierte en el Teatro Nacional de la Ópera y la Zarzuela
- Así era López Cobos, el director español más internacional al que quizá no conozcas
- Muere el director de orquesta Jesús López Cobos a los 78 años en Berlín