Fernando Tejero (Córdoba, 1967) es más que un actor de médula: también un hombre de palabra y de memoria. Saltó del mostrador de una pescadería a las tablas de Madrid y sabe bien lo que es hacer malabares. Quizá por eso guarda cierta lealtad a un concepto que suena antiguo, “conciencia de clase”. Le quisimos por algo muy puro: nos hizo reír hasta la lágrima, pero también es capaz de herirnos, de arrugarnos el gesto. Ahora, en La cantante calva -que cierra en La Latina su gira por toda España, hasta el 24 de junio- se pone tan absurdo y descacharrante que nos arrastra a la tristeza. La obra de Ionesco es una foto de la vida: viene a decir que la comunicación es ficticia, que en este ring estamos solos, que nunca nos entenderemos.
Tejero, sabiendo todo esto, pelea con dignidad su lugar en el mundo: no se achanta en decir que es homosexual, que vota a la izquierda, que trabaja de lunes a domingo y no es rico, que sueña con tener un hijo pero que le preocupa no poder darle un futuro. Ya no viene "el coco", viene el monstruo de Hacienda. Dice que declara sus impuestos encantado, pero le hace daño que nos roben los mismos que deberían cuidarnos... mientras sonríen desde la tele.
Me dices que La cantante calva es una crítica a la incomunicación. Sí. ¿Que cuáles son los temas ahora mismo en España en los que parece que hablamos en otro idioma entre nosotros? Bueno, es un momento complicado. Lleva pasando tiempo. Creo que no nos entendemos, pero por una falta de comunicación… de otro tipo. Del tipo de comunicación que denuncia Ionesco en esta función: la de mirarse a los ojos, la de tocarse, la de sentirse. Lo de los móviles no es comunicación, o quizá es una forma demasiado fría: para mí no son más que una forma de alertar, de decir “aquí estoy”.
En la televisión, y en según qué tipo de prensa… se hacen cortinas de humo para que no nos lleguen los grandes problemas que tenemos. Nos entendemos poco y en pocas ocasiones. Estamos en un momento en el que intentamos buscarle el morbo a los problemas, y me parece una forma de llamar la atención, ¿no? Esto es una opinión mía muy personal. Pienso que nos da miedo mirarnos a nosotros mismos y ponemos la paja en el ojo ajeno. Cuando uno no se mira ni se escucha a uno mismo no puede hacerlo con el otro. Aunque la tecnología avance y está muy bien… nos está atrapando y nos está incomunicando más.
Se le está viendo el cartón como nunca a los políticos. Se ve perfectamente cómo venden, cómo manipulan, cómo tapan, porque tienen mucho que ocultar… Rajoy es tan demagógico, lleva tal disfraz. A ver, cuidado: toda la vida, desde que yo tengo uso de razón, la política es eso. En cierto modo, ser político es ser actor. Pero lo peor es que en esta época son muy malos actores. Ya no nos la cuelan de ninguna forma. Lo que me resulta asombroso a estas alturas es que sigamos con los brazos cruzados. Tengo la sensación de que seguimos con una pasividad tremenda. No sé qué es lo que tiene que pasar para que haya una movilización general. No digo que las movilizaciones que hay no sean de corazón, pero son mínimas, y tengo la sensación de que se difumina todo muy rápido. A lo mejor hay una manifestación general brutal pero luego volvemos a la normalidad, ¡y no!, tenemos que hacer hincapié y seguir luchando.
Me preguntas por el síndrome de Estocolmo que tenemos con el PP. Si yo supiera por qué… me lo he preguntado muchas veces. Y me digo: lo mismo es que la gente de izquierdas no va a votar, o qué. Hay un momento en el que uno se queda sin argumentos. Es que puede pasar una vez, y los errores deberían pagarse, pero ya esto… yo espero que para las próximas elecciones, tengamos la lección aprendida. Espero que no cambiemos al PP por Ciudadanos. Yo siempre he pensado que algo al final hará que todo se gire, pero es cierto que los milagros no existen. Ojalá. La izquierda tiene poca fuerza y no la sabe utilizar. Con estos temas me entra un agotamiento y una mala hostia… que no me merece la pena, ¿sabes lo que te quiero decir? Que bastante tengo yo con enfadarme con mis problemas, que son muchos.
Yo quiero pagar a Hacienda, por supuesto, y pago, pero me da mucha pena y me hace sentirme fatal que tú te pases de plazo dos días y te traten como un delincuente... a mí me ha tratado como un delincuente por ser artista, y mientras, veo a los políticos ladrones sonriendo en al tele. Con toda la impunidad del mundo. Que yo esté comiendo y esté viendo las caras de muchos de ellos sonriendo… y que no pase nada. Me emociono. Porque me parece lamentable. Yo he pasado… bueno, casi todos los artistas hemos pasado por algo así. Temas de empresas.
Ojalá fuese gestor y fuese catedrático de Hacienda y experto en todo lo que envuelve los impuestos, pero no lo soy, y bueno, pues yo… gran parte de mis compañeros y yo hicimos lo que nos recomendaban los asesores y de repente vacían las arcas y te encuentras en esa posición. Te tratan fatal, te piden dinero con carácter retroactivo. En fin, unas cosas… Encima tienes que tener la boca cerrada, porque si hablas el pueblo te dice que ganas mucho y que encima te quejas. Hay como una desconfianza hacia nosotros que no entiendo. Y te prometo que en relación a lo que yo trabajo, no tengo dinero. Igual tú misma piensas: “¿Y los sueldos de esta gente…?”. Pero es que en esta profesión igual trabajas hoy y ya no sabes hasta cuándo.
Luego tengo que soportar el ser una persona conocida, ir por la calle y que te digan cosas… en fin, mucho. Yo no me siento ningún héroe, pero sí es cierto que yo ahora mismo estoy trabajando de lunes a domingo: hago teatro, dos series de televisión, y te prometo que la mayoría de lo que gano es para pagar a Hacienda. Me planteo cosas en la vida: de vender lo poco que tengo, que tampoco tengo ná, y olvidarme. Afortunadamente, el dinero nunca me ha dado la felicidad. No he sido de lujos. Evidentemente, si gano dinero y me quiero comprar una pantalla de cine para ver cine en mi casa, pues mío es, yo lo he trabajado. La mitad de lo que gano es para Hacienda y encima te piden más y más. Insisto: y encantado de pagar, como cualquier ciudadano. Pero hay una mirada especial de sospecha de los gobernantes hacia la gente de la cultura.
Después de tantos años, yo me planteo tener un hijo y te prometo que si no lo he hecho ya… esto no lo he contado, pero si no he tenido un hijo ya es porque me da miedo no poder darle un futuro. Es que la gente se cree que soy multimillonario, y no lo soy. Soy de barrio y seré de barrio hasta que me muera. Cualquier millonario saca el pañuelo y saca ese dinero, y yo no, y parecerá que estoy ganando el oro y el moro.
El tema de las redes sociales me da mucho miedo. Yo soy consecuente con lo que digo y no me arrepiento de nada de lo que he hecho en esta vida. A veces uno dice “la he cagado, y no lo volvería a repetir”, pero no me arrepiento de nada. Me han dicho de todo. ¡Pero es que en mi casa yo soy una persona! Y se cagan en mi puta madre y me dicen “muérete de sida”. ¿Qué quieres que te diga? A mí me da igual, de verdad te lo digo, pero sí es cierto que tengo una familia. Mis padres son mayores y no lo entienden. Y con tal de que ellos no lo pasen mal, a veces me doy un punto en la boca. Claro que a veces el punto se convierte… bueno. Cuando hablas y exiges unos derechos siempre hay alguien que te acusa de tener el privilegio de ser famoso y poderte expresar. Hay gente a la que le molesta. Yo siempre he intentado usar mi voz para hacer una labor social, para defender los derechos de los seres humanos, que es lo que yo creo que pondera para mí. Hay una escasez terrible de eso.
No. No me arrepiento de haber dicho que voto a Podemos. Aunque me hayan llamado de todo… “Rojo de mierda”. Y mira que por ahí me dieron en todos sitios. Lo mismo en las próximas elecciones voto a otro partido. Yo qué sé, para insultar por las redes te tiene que estar saliendo una úlcera. Yo no le digo a la gente “muérete, hijo de puta, eres un cabrón...”. Es de tal violencia… Yo me reía y decía “qué infeliz tiene que ser esta persona”. Te lo tienes que tomar así. A mí al principio hubo cosas que me hicieron mucho daño. Uno no es que ya esté de vuelta de todo, porque eso es ser un imbécil, pero ya te digo que uno va aprendiendo y va intentando ser feliz, e intentando retirar todo lo que te hace daño.
A mí me hostiaron mucho cuando salió un artículo que decía “Cien intelectuales firman por la unión de IU y Podemos”, o algo así. Y estaba mi nombre. Y alguien dijo: “Sí, hombre, va a ser Tejero intelectual”. Y yo dije algo como: “Pues no soy intelectual, pero soy artista y digo algo y tiene repercusión. Lo que tú digas no tiene repercusión ninguna”. Tú puedes pensar de mí lo que te dé la gana, y puedes criticar mi trabajo como actor, tienes todo el derecho; pero… yo no insultaría a nadie jamás por su ideología ni por su pensamiento. Ni a los homófobos los insulto. De verdad te lo digo. Evidentemente tengo fases de rabia, de pensar “qué hijo de puta”. Pero una vez un tipo insultó a mi madre… y eso me dio… mi madre no se puede defender, así que la defendí yo. Y ya me tenían hasta los huevos de decirme barbaridades.
Y otra cosa, ¿dónde pone que yo tenga que ser políticamente correcto? ¿Qué contrato he firmado de eso yo? ¿Por qué por ser actor voy a tener que darme siempre un punto en la boca? Vamos para atrás en libertad de expresión como los cangrejos. Es lamentable. Pero no sólo en esto, sino en todo. Está volviendo a pasar con el tema de la homofobia. ¡Y la gente no sale a la calle…! Yo entiendo que haya un día del Orgullo Gay, pero ¿dónde está toda esa gente cuando se hace una manifestación porque le han pegado una paliza a un gay? ¿Dónde están todos los que van a bailar al Orgullo Gay? Que tiene que estar ahí el Orgullo, y que pa’lante.
Yo he ido un par de veces a leer el manifiesto, pero luego las masificaciones no me gustan. Las carrozas y eso, no. Creo que hay que pedir derechos desde la normalización, pero me jode que la gente no esté cuando hay un motivo importante, como una agresión. Sigue pasando en nuestro país: aún le pegan palizas a personas por tener diferente gusto sexual, y no salimos a la calle. Estamos en una regresión total. Vuelve a haber pánico a hablar. Hay terror. Yo mismo he tenido miedo al terrorismo de las redes sociales. Muchos usan las redes sociales como ETA usaba el pasamontañas, para esconderse. Las redes sociales son un escudo para los cobardes.
¿Que cómo vivo la explosión del Me Too, y si he conocido algún Kevin Spacey? Eso es muy delicado. Hoy mismo lo hablaba con mi compañero Merlo. No lo sé. Me da pánico hablar de eso. Porque si atraviesas una línea… ahí sí que te machacan. Soy totalmente feminista. Los machistas ya se encargan de defender lo suyo. Siempre he sido defensor de la mujer, cualquiera que me conozca lo sabe y lo he hecho público muchas veces. Pero en cuanto a lo otro… me llamaron ayer para ir a un programa y hablar del tema de Kevin Spacey y no fui porque no podía, pero además porque me da miedo. Hace un rato te he dicho que no tenía miedo a nada, pero aquí sí tengo miedo.
Me da miedo la confusión. El que lo haya hecho, que lo pague… pero cuidado. Porque yo me puedo meter en una red social a ligar, porque soy una persona, y cuidado de quién me escribe a mí y cómo yo le escribo a otra persona. Me emociona. No puedo hablar. Nos puede pasar a todos. Ahí está mi dilema: no sabe uno en manos de quién está y quién utiliza las cosas y para qué. Por supuesto detesto y odio todo lo que sea un abuso sexual, pero cuidado. Esto de los pantallazos… cuidado, es terrible. Tan terrible para un lado como para otro. Soy defensor de los derechos humanos, pero los derechos de todo el mundo. Presunción de inocencia y todo.