Concha Velasco no descansa: es un animal teatral que no pierde fuelle a sus 78 años. Venía de llenar teatros con la Reina Juana y enseguida se envalentonó con otro proyecto, también de corte sentimental. Se trata de El Funeral, una obra escrita y dirigida por su hijo, Manuel M. Velasco, donde interpreta a Lucrecia Conti, una diva del cine, el teatro y la televisión que acaba de fallecer. Pero no hay tanto drama aquí, porque la eterna chica ye-yé aún revienta de humores y se calla las amarguras, como las señoras de antes, criadas en la cultura del sacrificio. El Funeral es pura comedia, a pesar de los disgustos del vivir. Lucrecia Conti se aparece a los que la lloran para ordenar algunos asuntos profesionales y personales y les revoluciona la vida, ya desde el otro lado. A Velasco la acompañan en esta travesía Jordi Rebelón, Clara Alvarado, Cristina Abad y Emmanuel Medina, y la obra estará en el Teatro la Latina del 4 de octubre al 20 de enero.
La que fuese la más carismática de Las chicas de la Cruz Roja pertenece a esa estirpe de actrices llenas de humanidad y de bravura que han hecho de las tablas su casa. Ya no saben sentir en otro lado. Le pasa a Lola Herrera, que a sus 83 sigue golpeando con Cinco horas con Mario. Pero, a pesar de la vocación y el entusiasmo, los dolores y los achaques se van sumando. El pasado domingo, Velasco sufrió una indisposición y tuvo que ingresar en un hospital de Galicia. La función en el Teatro Rosalía de A Coruña fue cancelada. Ahora sigue en reposo en el Hospital Universitario HM Sanchinarro de Madrid, tratando de recuperarse de una neumonía.
¿Qué sucede cuando la gran estrella de una obra sopla ya casi 80 otoños, se encuentra delicada de salud y faltan pocos días para presentar un texto dirigido por su hijo, con el que colabora por primera vez? ¿Hay Funeral sin Concha; es posible el relato y el rostro sin ella? Manuel M. Velasco ha explicado a este periódico que su madre “está mucho mejor” y que “el estreno se mantiene, si todo va bien, para el día 4. No peligra, de momento”. “Le están haciendo pruebas y todo va bien. Se está medicando con antibióticos contra la infección de pulmones. El estreno va a producirse, pero claro, lo primero es la salud, y ella se está recuperando. Ni la obra ni ella corren peligro. Los médicos están dándonos mensajes muy positivos”.
Sin Concha, no hay obra
Eso sí, ella anda ya como loca por escapar de ese lugar tan blanco que huele a desinfección. “Quiere salir de aquí ya”, sonríe Velasco hijo. Jesús Cimarro, el productor de la obra, cuenta a EL ESPAÑOL que “están en marcha los mecanismos para que se ponga bien, ya está casi bien” y que se espera “que entre hoy y mañana salga del hospital”: “La idea es que repose el fin de semana y ya esté perfecta para el ensayo general, que es el día 3. La función está muy hecha, llevamos como 50 funciones ya… el espectáculo está trabajado. No es que haga falta ahora mismo ensayar días y días”, relata.
“Pues como en todos los oficios: si te pones malo, no puedes trabajar. Te pasas uno o dos días en la cama y después vuelves”. ¿No hay sustitución prevista? “No, si Concha no está pues se tendrá que suspender, pero eso no va a pasar”, asegura. “Por una fiebre no se suspende nada, pero le neumonía es más grave. Hemos tenido la suerte de que estos días no ha tenido funciones. A mí me ha pasado alguna vez que ha habido una baja y he tenido que suspender cuatro días de función en el teatro, no queda más remedio. Trabajamos con personas. Igual que en un rodaje: pues tienes que cambiar las secuencias y poner otras. No somos máquinas. Concha está muy bien atendida, pero ella es inquieta y quiere volver ya. Bueno, que aproveche estos días descansando y luego ya entrará en Madrid con toda la fuerza”.
La mujer que reza (y recuerda)
Concha Velasco -mujer de izquierdas vallisoletana, católica y no de boquilla, exagerada como las niñas artistas, “guapa y socialista”, como ella misma dice- no pliega velas aún pero ya mira el mundo con cierta ternura. “Yo lo vivo todo intensamente, posiblemente porque me queda poco de vida”, dijo a este periódico. “Soy realista. Lloro más que nadie, río más que nadie, sufro más que nadie... cuando se es joven, pasa todo muy deprisa. Crees que no se va a terminar. ¿Un fracaso con 20 años? No pasa nada, tienes tiempo de reponerte. ¿Una ruina con 30 o 40 años? No pasa nada, tienes tiempo de reponerte. Pero a mi edad, cuando voy a hacer 78 años, yo quiero que todo me pase hoy y bien”.
Explicaba también la maestra de los escenarios que ella sueña con que su entierro “sea como la boda de Lolita en Málaga”: “Que tengan que decir mis hijos, y esto es una broma, "si me queréi, irse". Llenar, siempre llenar. Que la gente me quiera, y que me quiera como soy. Y no tener la necesidad de escribir nada en contra de los demás. Hablar mal de los demás pasa factura siempre”, explicó, en alusión a su pelea con Alfredo Landa, que dijo de ella “Concha era muy buena chica pero luego se juntó con el rojerío”, y les costó años sin hablarse y sin trabajar juntos.
Concha se sigue persignando antes de entrar al escenario. “Eso es la rebeldía ahora”, guiña. “Rezo todas las noches un Padrenuestro. Cuando viene mi nieto, por supuesto, lo reza conmigo, porque mi madre me enseñó a dar gracias a Dios, no a pedir. A Dios no se le pide. A Dios se le da las gracias”. ¿Se arrepiente de algo? “Ante Dios, sí. Ante usted, no”. Por muchos años más.