Dicen que la palabra avión es un acrónimo, aunque no lo parezca. Y además, un acrónimo francés: Appareil Volant Imitant l'Oiseau Naturel (aparato volador que imita al pájaro natural). Puede ser verdad o no, pero es bonito.
Palabras y un avión. Y una historia a medio camino entre la verdad y lo que no, así fue la vida inacabada de Antoine de Saint-Exupéry. Y así era su librito más famoso, la segunda obra más traducida de la historia de la humanidad, sólo después de la Biblia, El Principito.
Este sábado ve la luz en el Adolfo Marsillach de San Sebastián de los Reyes, Antoine, un hermoso musical escrito y dirigido por Ignasi Vidal y producido por Dario Regattieri. EL ESPAÑOL ha podido acceder al trabajo de montaje de una obra emocional, que se mueve en el mismo mundo onírico por el que transcurrió la vida del protagonista, el autor de ese librito que nos quisieron hacer leer cuando niños y que, en verdad -si es que ésta existe, hay que insistir-, es la traducción a palabras del alma de un hombre que vive en las estrellas de su corazón.
Vidal logra perder al espectador entre los planos de realidad y creación, y nadie puede saber si el protagonista es el pequeño príncipe o su escribidor. Dándoles vida aparecen sobre el escenario quienes dicen ser Javier Godino y Shuarma, líder de Elefantes, la banda que firma la música original de la función. Unas melodías que, al menos así pasaba en los ensayos, viajan de la garganta de los actores a los oídos del patio de butacas sólo en su expresión física. Porque la real se transmite por el conducto alternativo de las emociones.
Y es que toda la representación es una apuesta esférica, como el pequeño mundo que habitan el personaje creado por Saint-Exupéry y su rosa. A ello contribuyen también la coreografía -a cargo de Mariano Botindari- y la escenografía, irrealista y compuesta en parte por la proyección de los dibujos a mano alzada del ilustrador y figurinista Txiki López.
"Han sido dos años de trabajo", explicaba Vidal sentado en el patio de butacas de uno de los teatros donde se han ido desarrollando los ensayos. "Es un proyecto emocional, durísimo, especial". ¿Hermoso, quieres decir? "Eso, jajajaja, había que convertir los sueños en escenas, en palabras, en música...".
Esta obra de teatro musical reconstruye, fiel a la verdad soñada por el propio Antoine, la vida de Saint-Exupéry, un piloto de aviones y un aventurero mucho antes que un corresponsal de guerra o un escritor. Un imaginador de otra manera de ver el mundo, que se derramó en su esencia en las letras que componen su Principito.
La función es autobiográfica, porque es el mismo Antoine el que dialoga consigo mismo y su plano emocional, su personaje, el pequeño principe. La nota oficial con la que se presenta el montaje, que girará por toda España en los próximos meses, tras un paso por el Teatro Calderón de Madrid, a partir del 3 de abril, dice que el espectador podrá entender "cómo su obra icónica refleja la compleja humanidad" de Saint-Exupéry.
Pero la verdad -al menos, la de este periodista- es que por fin se comprende el porqué del tono intimista del librito ése que cuando niños cerrábamos sin descifrar la razón de que no nos lo dieran a leer de más mayores. Antoine hablaba en prosa emocional con los personajes con los que se cruza en el escenario, aquéllos que ponían los ladrillos materiales de su vida. Y él luego los pegaba con argamasa poética, sin comprender por qué le daban a leer ese mundo a él, si jamás lo iba a encajar.
Un planeta desgarrado y de entreguerras no es lugar para un ser sufriente ante las injusticias y la inhumanidad. Frente a las ideologías extremas, Saint-Exupéry le ponía palabras a su alma. Inauguró los vuelos transoceánicos y sonrió en su cabina al trasladar cartas de amor como piloto de correo aéreo.
Nacido en Lyón en 1900, le tocó vivir, inacabada, la primera mitad del siglo XX. O eso creemos, porque su verdad tampoco es real: no sabemos si murió en su P-38 Lightning, frente a las costas de Marsella, en 1944, tratando de ayudar a completar la liberación de Francia en el clímax narrativo de la II Guerra Mundial.
Tampoco importa cuál es la, digamos, verdadera verdad. Y quizá por eso sus herederos nunca han querido que se haga oficial que los restos hallados hace 20 años bajo las aguas son los de su viejo avión. Quizás ellos ya sabían que Antoine no soñaba, que vivía en nuestros sueños, y que siempre voló a los mandos de un acrónimo, desplegando palabras que ahora son música.
***'Antoine' se estrena este sábado a las 20.00h en el Auditorio Adolfo Marsillach de San Sebastián de los Reyes (Madrid).