Las Arenas, un campo de exterminio para los mendigos de la posguerra
144 indigentes muertos en un holocausto promovido por el Ayuntamiento de Sevilla, a principios de los años cuarenta.
15 julio, 2016 03:58Noticias relacionadas
144 mendigos muertos en las peores condiciones de miseria, hambre y frío. El campo de concentración de las Arenas es el único campo de exterminio creado bajo el amparo de una administración legal, el Ayuntamiento de Sevilla, a principios de los años cuarenta. “Allí los dejaban morir sin más para ser arrojados a una fosa”, apunta la investigadora María Victoria Fernández Luceño. El campo, situado en el municipio cercano de La Algaba, abriría sus puertas en otoño de 1941 y cerraría en el verano del 42. Un día sí y un día no moría un preso mendigo, recogido de la calle. Hoy aquel espacio se sostiene casi en ruinas. Arcos y dependencias de hormigón y una lista inédita de presos, asesinados entre trescientos metros de alambradas.
En tres fanegas de tierra, el terrateniente Don Juan Vázquez de Pablo cedería las tierras al ayuntamiento sevillano para dar de forma legal “albergue y trabajo a los mendigos reincidentes” y evitar “las enfermedades infecto-contagiosas que podían propagar”. Así rezaba la labor de acogida del solidario campo. Sin embargo, la realidad era otra bien distinta y aún en el pueblo de la Algaba se habla con terror de aquellos días cuando la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía se encuentra en trámite para iniciar la exhumación de la fosa de los mendigos en el antiguo cementerio.
Un día sí y un día no moría un preso mendigo, recogido de la calle. Hoy aquel espacio se sostiene casi en ruinas
Isabel recuerda a su tío de Sevilla Luis Alfaya, que no logró salir con vida del campo. “Mucho esfuerzo le costó a mi abuelo, mucho papeles movidos por los del régimen. Tuvieron que buscar hasta pases de buena conducta para que saliera de ese infierno”. Luis no vio la libertad antes del cierre de las Arenas. Murió con 46 años de edad el 6 de marzo de 1942.
Salir de las Arenas podía resultar una lucha titánica para las familias. Luceño apunta que, a parte de las recomendaciones de personas del régimen, “comprobamos que, a pesar del interés y la necesidad familiar de contar con ellos y de tener recomendación de miembros de Falange, no podían salir del campo”. Ninguno de los reclusos tenía filiación política ni delitos de ninguna clase.
"Más malo que baltasar"
Narcisa Agüera era niña en aquel tiempo. “Yo tendría unos diez años cuando veía a los presos del campo llegar con los monos color caqui a la puerta de la iglesia”. Cada domingo el director del campo, Baltasar Pons Ramírez de Verger, anterior director de la presa de la Ribera de Huelva, los traía hasta la última fila. Fue contratado expresamente por la mano de hierro que ejercía sobre los campesinos en pleno tajo. “Parece que los estoy escuchando entrar con sus zapatillas de esparto. A mí me daba miedo mirarlos a la cara. Estaban consumidos”.
Yo vivía muy cerca de la iglesia y veía el carro con los cuerpos. Ni los dejaban entrar. Les daban un responso en la puerta y se los volvían a llevar
Los que tenían peor suerte no venían por su propio pie, sino en plena noche en un carro de madera. “Yo vivía muy cerca de la iglesia y veía el carro con los cuerpos. Ni los dejaban entrar. Les daban un responso en la puerta y se los volvían a llevar”, aclara. Narcisa nunca olvidará un dicho muy popular por los algabeños. “Eres más malo que Baltasar”, haciendo referencia al perverso director del campo. “Iba siempre en un caballo blanco y montaba a los mendigos de dos en dos para llevarlo hasta la acequia con el agua congelada donde los bañaba. Así se morían los pobres pelados de frío en pleno invierno”, recuerda la niña, hoy octogenaria.
La fosa del antiguo cementerio de la Algaba tenía siempre tierra echada. “Nadie veía los cadáveres e incluso los niños jugábamos encima de aquel lugar sin saber que escondía”. Muchos vecinos vieron a algunos de ellos levantarse de aquel agujero porque no iban muertos del todo. Narcisa relata que su vecina se encontró a uno de ellos de madrugada, tras haber salido de la fosa y haber sido enterrado vivo. “Llamó a su puerta y le dijo que lo ayudara que no saldría de allí con vida. Le dio ropa de su marido y huyó. Nunca más volvimos a verlo”.
Un familiar del ministro Wert
La historia del preso Fabián Wert Domínguez, fallecido en diciembre de 1941 aporta un expediente revelador. Juan Pablo Wert, hermano del exministro del Partido Popular, José Ignacio Wert, recuerda en conversación con este periódico la vinculación familiar aunque lejana con este preso, originario del municipio de las Minas de Rio Tinto (Huelva). “Mi padre Ricardo tuvo que ser pariente cercano pero desgraciadamente poco sabemos de lo que le ocurrió. Los que podían saber algo ya están muertos”, afirma. La ficha número 231 de este preso rescata la causa del fallecimiento por bronconeumonía. “Natural de Huelva e hijo de Juan y Ana estaba afectado por una grave enfermedad de neumonía”. Así resume la causa de muerte el Ayuntamiento de Sevilla del antepasado de Wert. Tenía 47 años.
“Natural de Huelva e hijo de Juan y Ana estaba afectado por una grave enfermedad de neumonía”. Así resume la causa de muerte el Ayuntamiento de Sevilla del antepasado de Wert
La historiadora Maria Victoria Fernández Luceño encontró por casualidad los papeles que encubrían la existencia del desconocido campo de las Arenas en el año 2003. “Me impactaron tanto aquellos informes que los quise recopilar. Sobre todo la implicación legal que había tenido en aquel proceso el Ayuntamiento franquista y el alcalde, Miguel de Ybarra y Lasso de la Vega”. Luceño afirma que “la primera asignación al campo fue de 12.000 pesetas mensuales, de acuerdo a la Comisión Municipal Permanente celebrada el 4 de septiembre de 1941 en el Consistorio”. Una cantidad que nunca llegó a repartirse en su totalidad para la manutención de los presos, a los que apenas les llegaba alimento.
“Se decía en el pueblo que el director Baltasar se quedaba con el dinero que recibía para alimentar a los presos”, apunta Narcisa. Era tal la precariedad de aquel espacio que incluso los propios concentrados tuvieron que montar unas dependencias muy simples que se conocen hoy día por un ridículo dibujo hecho a mano. Dormitorios en el centro, dos patios de recreo. Todo ello rodeado de zanjas y en uno de los extremos “un pozo hecho por el personal del campo”, afirma Luceño.
La lista completa de los fallecidos
La lista inédita de los mendigos fallecidos en las Arenas estremece al ver que solo hubo un preso del propio municipio de la Algaba, José Tirado Carranza, fallecido el 23 de julio de 1942 con tan solo 52 años. La mayoría de ellos provenían de la ciudad de Sevilla con excepciones en varios casos como el de Manuel Rodríguez Guerra, fallecido con 33 años el 23 de mayo de 1942 y procedente de Barcelona.
Félix Ruiz Expósito fue la víctima más joven fallecida con 17 años el 20 de diciembre de 1941. Juan Zamorano Prieto, preso a los 60, sería el recluso de mayor edad encontrado en la relación de esta fosa de mendigos.
Félix Ruiz Expósito fue la víctima más joven fallecida con 17 años el 20 de diciembre de 1941
Luceño analiza la diversa procedencia de los reclusos destacando que “hombres de todas las edades pululaban por España mendigando durante la posguerra, cayendo una y otra vez en manos de las autoridades que de nuevo los recluyen. En este caso tuvieron la mala suerte de llegar al campo de concentración de las Arenas”. En la relación de nombres no faltan tampoco víctimas de procedencia extranjera. Antonio Rodríguez Antúnez, originario de Santarém (Portugal), con 47 años de edad y fallecido en enero de 1942. O el curioso caso de Manuel Juan García, natural de Orán (Argelia) con tan solo 44 años, viudo y fallecido en febrero de 1942.
El decreto de cierre de las Arenas vino provocado por una grave epidemia de tifus exantemático. En abril de 1942, los expedientes del campo comenzaron a desaparecer. Baltasar, el director, fue cedido del cargo. Tres meses más tarde, al ayuntamiento escapaba del control de los presos del campo que morían en decenas. Su cierre total llegaría ese mismo verano.
Diego Manuel Agüera, alcalde socialista de la Algaba ha destacado el interés del ayuntamiento en hacer un “memorial en honor a las víctimas de este holocausto” tras la exhumación final de la fosa
Diego Manuel Agüera, alcalde socialista de la Algaba ha destacado el interés del ayuntamiento en hacer un “memorial en honor a las víctimas de este holocausto” tras la exhumación final de la fosa. 144 nombres y algunos datos biográficos que recuerden que los campos de exterminio también existían en la España de Franco.