Hace 15 años, el 22 de abril del 2002, fallecía en Denver (Estados Unidos) Linda Susan Boreman tras ser desconectada del equipo que la mantenía con vida desde que, tres semanas atrás, sufriera un accidente de automóvil. Tenía 53 años, y el hecho sólo afectaría a su segundo ex marido, Larry Marchiano, y a sus dos hijos, presentes en el momento de su muerte, si no fuera porque aquella mujer se convirtió en una controvertida celebridad bajo el nombre artístico de Linda Lovelace: el mismo con el que protagonizó la película pornográfica más famosa de la historia, Garganta profunda.
Cuando ustedes ven la película Garganta profunda, están viendo cómo soy violada. Es un crimen que se siga mostrando
En realidad, a lo largo de su vida, Lovelace fue símbolo de muchas cosas contradictorias que la atraparon y dibujaron una triste historia en la que siempre eran otros los que sacaban provecho. Había nacido en 1949 en el Bronx neoyorquino, en un matrimonio católico formado por un policía y una camarera. Católico era también el colegio al que asistió, donde al parecer recibía burlas de sus compañeras por su actitud mojigata. Pero todo cambió cuando su padre se jubiló y la familia se trasladó a Florida, cuando ella tenía 16 años. Allí se quedó embarazada, y su madre entregó al niño en adopción sin decírselo: la explicación que le dio es que sólo se lo entregaba a una familia para que lo cuidara hasta que pudiera hacerse cargo de él.
A los 20 años volvió a Nueva York. Allí conoció a Chuck Traynor, el hombre que marcaría su vida. Al principio fue muy delicado con ella pero, según contó posteriormente la propia Lovelace en su autobiografía Ordeal, pronto mutó en un ser despiadado y maltratador que la humillaba constantemente, la obligaba a prostituirse o simplemente se la "prestaba" a hombres con los que quería llevarse bien. En esos años la introdujo también en el mundo de la pornografía más descarnada, incluida una cinta en la que llegaba a practicar sexo con un perro. Lovelace, años después, acusó a su marido (pues igualmente la obligó a casarse con él) de forzarla a hacer todo eso mediante amenazas o recurriendo a la violencia física.
Una garganta insólita
Y llegó 1972, el año en que Lovelace rodó Garganta profunda para el director Gerard Damiano. El laxo hilo argumental trataba de una mujer incapaz de tener orgasmos, hasta que descubría que era porque tenía el clítoris en la garganta, una excusa perfecta para que Lovelace hiciera cumplida demostración de sus especiales dotes para el sexo oral más espectacular.
La cinta se rodó con un presupuesto ridículo pero, cuando el presidente Nixon hizo de su prohibición y de la persecución del protagonista masculino, Harry Reems, una auténtica cruzada, la controversia la catapultó a las salas convencionales y la convirtió en un fenómeno que recaudó más de 50.000.000 de dólares, algo descomunal para la época, además de despertar la solidaridad de Hollywood. Eso sí, Lovelace no vio ni un dólar: los 1.250 que le correspondían por su actuación se los quedó Traynor. Años después, declararía: "Cuando ustedes ven la película Garganta profunda, están viendo cómo soy violada. Es un crimen que se siga mostrando. Tenía una pistola apuntando a mi cabeza todo el tiempo".
Enemiga del porno
Aún así, Lovelace intentó aprovechar la fama para abrirse camino por sí misma, pero una secuela en 1974, así como un año después Linda Lovelace for President, su única cinta no pornográfica, fueron un rotundo fracaso. Mientras tanto, logró divorciarse de Traynor, conoció a su segundo marido, Larry Marchiano (de quien a su vez se divorciaría en 1996), y terminó convertida en una auténtica enemiga de la pornografía, apoyando comités e iniciativas que buscaban prohibirla y mostrándose como el ejemplo vivo de lo destructivo que era dedicarse a ella.
Sin embargo, tampoco así pudo alejarse de la contoversia: la industria del porno se dividió entre una minoría que la apoyó, y una mayoría que la acusaba de atacarles ahora tras haberse aprovechado de ella antes (probablemente tuviera que ver el hecho de que Traynor continuó siendo alguien muy influyente en el sector). Los medios se dedicaron a airear cada detalle sórdido de su vida, intentando dilucidar si verdaderamente hacía las cosas obligada o realmente disfrutaba con las prácticas más extremas.
Afirmó que la silicona que se inyectó para aumentarse los pechos, por imposición de Traynor, le produjo cáncer de mama
Para colmo, se sintió utilizada por el movimiento feminista, del que dijo que muchas autoras hicieron dinero publicando libros y artículos sobre ella, sin ayudarla realmente cuando más lo necesitaba.
La salud tampoco la acompañó. Una hepatitis (bien contraída por una transfusión tras un accidente de tráfico cuando era joven, bien por vía sexual) la llevó a someterse a un trasplante de hígado, y afirmó que la silicona que se inyectó para aumentarse los pechos, por imposición de Traynor, le produjo cáncer de mama. Si en algún momento de su carrera hubo glamour, poca huella quedó.