De los seis Felipes que han reinado en España los últimos tres han tropezado con el mismo problema: Cataluña. Por supuesto, ninguno acabó con la desigualdad, la injusticia ni la galopante corrupción que oscureció el reinado de Felipe IV (1605-1665), que se repitió con Felipe V (1683-1746) y que Felipe VI (1968) ha perpetuado. Pero a los tres les une, sobre todo, el desafecto catalán y el auge secesionista. El IV resolvió el problema a golpes y sangre, el V también.
La aparición de Felipe VI en televisión apunta a que optará por la versión moderna de sus antepasados: el 155 y evitará la opción de la negociación. Sólo una duda más: qué papel jugará Francia esta vez.
Tal y como ha explicado el historiador y académico Carlos Martínez Shaw, Felipe IV se encontró con una España hundida, heredada de un testamento podrido por su predecesor. A saber: crisis económica, demográfica, fiscal y política. Y por encima de todo, la corrupción. ¿Consecuencia? El escepticismo.
El rey de las artes y las letras se olvidó del hambre y el paro de sus ciudadanos, que se alzaron en motines contra la exclusión. Se centró, durante los 44 años de su mandato, en alimentar el esplendor cultural del Siglo de Oro, con Velázquez, Quevedo, Baltasar Gracián, Calderón de la Barca, Lope de Vega, Góngora, Zurbarán o Ribera a su lado. Pero España no era una fiesta, aunque él estuviera ciego por el arte.
Las sombras separatistas
El 'rey Planeta' gestionó las luces y las sombras se las dejó al conde-duque de Olivares. “Un político que cree en la reputación de España y en su unidad y que trata de implantar el absolutismo territorialmente”. Sin obtener ningún resultado satisfactorio, porque genera un grave problema constitucional en 1640: las revueltas secesionistas de Cataluña, Portugal y los conatos de Andalucía y Aragón.
El Corpus de Sangre, 7 de junio de 1640, la sublevación en Cataluña con cerca de 500 ciudadanos insurrectos que se levantan contra los castellanos y los funcionarios reales. Ni siquiera la Generalitat controla a los rebeldes, que se apoderan del puerto de Tortosa. Pau Claris se hace con el control del Ejército catalán y pacta con Francia para defenderse de Felipe IV. En 1652 el ejército francocatalán se rinde tras el asedio de Barcelona, y se reconoce a Felipe IV como soberano. Éste por su parte firma obediencia a las leyes catalanas.
La guerra en Cataluña duró 12 años y España terminó tomando Barcelona y soltando Lisboa. “Felipe IV se metió en todos los charcos que pudo”, recordaba Martínez Shaw en referencia a la guerra de los 80 años contra Flandes, la guerra de los 30 años europea, la guerra contra Francia (que terminó hundiendo a la monarquía española).
El país roto
Y llega el turno del primero de los Borbones: Felipe V, para muchos historiadores, fue el mejor de los Felipes. Reinó más de 45 años, el más prolongado de nuestra historia. “España estaba hecha unos zorros cuando llega. Era un país muy parecido a como está ahora: había una crisis económica galopante, el Ejército prácticamente había desaparecido y el país estaba en la ruina”, apunta Martínez Shaw.
Felipe V inició un proyecto de regeneración española y creó puestos de trabajo, con políticas de inversión a favor de las minorías. “Evitó que los nobles tuvieran el control del país e introdujo a la burguesía en la vida política y económica”. El primer rey liberal que pasará a la Historia por ejecutar un “absolutismo ilustrado”.
Cerrojazo centrista
Sin embargo, eliminó todas las políticas de concesiones de privilegios forales. Fulminó instituciones, universidades, cortes y derecho público foral e impuso sobre todo el territorio la asimilación de Castilla. El cerrojazo centrista. Organizó el Estado en provincias gobernadas por un Capitán General y una audiencia, que gestionaban la administración con lealtad a Madrid.
El conflicto con Cataluña se dirime el 11 de septiembre de 1714, con el asedio a Barcelona, una de las mayores operaciones de la Guerra de la Sucesión española. El combate enfrentó a los defensores de la ciudad Condal con las tropas de Felipe V y sus aliados franceses. En total, unos 40.000 soldados frente a los cerca de 5.500 hombres que lograron bloquear la ciudad un año.
Las tropas españolas rompen las defensas de la ciudad y se lanzan a su conquista. Los barceloneses se reorganizan y, alentados por los diputados, sacan la bandera de la Generalitat y resisten a los asaltantes. Hasta que Villarroel recapitula. En recuerdo a los caídos y defensa de la ciudad, el día se ha convertido en la fiesta oficial de Cataluña (Diada). No hay necesidad de cambiar el día del calendario y crear nuevos mártires.