Hay un agujero negro en la lista de los monumentos que gestiona Patrimonio Nacional: la abadía benedictina de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. Una vez el Gobierno ha declarado la intención de exhumar el cadáver de Francisco Franco del interior de la basílica, han quedado en evidencia la política de comunicación y conocimiento del pasado que Patrimonio Nacional hace del lugar, concebido como homenaje de “los caídos de la Cruzada”. Los historiadores denuncian la falta de divulgación del propio monumento y de los hechos que ocurrieron en el hito franquista… en el propio lugar. Mutismo absoluto.
No hay ni una explicación en la visita in situ, ni en la visita online sobre el pasado de este “atractivo histórico y turístico en un paraje único”. Las comillas son de la web de Patrimonio Nacional. La inminente exhumación descubre todas las tareas pendientes que reclamó la Comisión de expertos, que en 2011 consultó el Gobierno de Rodríguez Zapatero para saber qué hacer con este monumento, pendiente de una reconversión democrática. Entre las conclusiones se apuntaba ya entonces que debía convertirse en “un lugar para la memoria de víctimas y muertos en la guerra”, algo que en estos momentos no sucede.
Piden la creación de un Centro de Interpretación para la “resignificación integral” del conjunto y ubicar en el centro de la explicación a la víctima. Por eso la Comisión prefiere “explicar y no destruir” y considera más adecuado el mantenimiento el nombre del Valle de los Caídos y actuar “sin encubrimiento” sobre todos los elementos y mantener todo visible. Que no se mueva ni una coma de su sitio para que se sepa qué se hizo ahí durante la dictadura franquista y cómo se miró a otro lado durante cuatro décadas en democracia.
Historia en los huesos
A pesar de haber sido redactado en 2011, Patrimonio Nacional ha hecho caso omiso a las recomendaciones de los expertos para llevar a cabo “una fuerte tarea de explicación de su sentido original por la dictadura, el que tiene en el marco de nuestra democracia”. En los canales de difusión que tiene a su alcance, Patrimonio Nacional mantiene una versión raquítica de este propósito que reclaman los especialistas como algo urgente.
En el apartado “Historia” de su web, la institución resume en cinco párrafos la historia de este lugar, centrados en la construcción del lugar. Ni una palabra de las condiciones en las que se hizo: “Este complejo monumental fue levantado en los años siguientes a la guerra civil, según proyecto de Pedro Muguruza y Diego Méndez. La Cruz de granito en medio de un gran bosque de pinos sobre la peña de Cuelgamuros es lo más visible del monumento. Fue decorado con esculturas de Juan de Ávalos”. No hay mención a los trabajos forzados de los prisioneros, ni al traslado de los cuerpos sin permiso ni al levantamiento de cunetas para llenar las criptas. Nada de eso pasó.
Además, Patrimonio Nacional -adscrita a Presidencia- mantiene un tratamiento poco actualizado de Francisco Franco: “También se encuentra allí situada la tumba del General Franco, Jefe del Estado entre 1939 y 1975”. Para esta institución democrática, presidida y vigilada por Alfredo Pérez de Armiñán, Franco no fue un dictador, ni un militar que se erigió como Jefe de Estado gracias a las armas y al Golpe de Estado dado el 18 de julio de 1936, ni que inició la guerra civil. Ni una palabra sobre estas circunstancias.
La memoria de todos
Las reclamaciones de los expertos pasan por la conversión del monumento en un lugar para el debate y el conocimiento a favor de la democracia. El historiador Antonio Cazorla explicaba esta semana en este periódico que debía ser un lugar de encuentro, “donde la memoria de todos los demócratas se pudieran encontrar”. Porque “la memoria de los fascistas ya no tiene lugar en el Valle de los Caídos. No se le puede dar privilegio a los antidemócratas”. Esto es lo que ocurrió en el campo de concentración de Auschwitz -otro centro de historia compleja-, que en 1974 fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. ¿Por qué no la misma medalla para Cuelgamuros tras su rehabilitación democrática?
El Valle de los Caídos es uno de los lugares con más visitas de Patrimonio Nacional (por detrás del Palacio Real, El Escorial y Aranjuez). Según los datos del Gobierno, el año pasado Patrimonio Nacional vendió 20.400 entradas más y sumó un total de 283.263 visitas (el mejor de los años tras el cierre). El año pasado tuvo 1,7 millones de euros de gastos y 1,3 millones de euros de ingresos. Los expertos dicen que se necesitan 15 millones de euros para la rehabilitación integral. El déficit del Valle de los Caídos en 2017 fue de 360.919 euros, y un acumulado en los últimos cuatro años de 2,8 millones de euros.
En 2017, el campo de concentración nazi de Polonia marcó un nuevo récord de visitas: 2,1 millones de personas (algo menos que el Museo del Prado). Hay 45 barracones de ladrillo y 22 barracones de madera, que se mantienen tal y como se quedó tras la liberación del campo. Tienen una política de conservación literal. Nada puede alterarse, el pasado debe seguir siendo la prueba de los 1,3 millones de personas asesinadas allí.
Un modelo de éxito
En 2009 se creó la Fundación Auschwitz para conseguir los fondos necesarios para la restauración del conjunto. Lograron 112 millones de dólares (España aportó 100.000 euros). El empeño de difusión de la Historia al comparar ambos monumentos deja en muy mal lugar la labor de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, responsable de esa gestión. La Comisión ha pedido una nueva sociedad que regule la resignificación histórica que se pretende, para evitar las injerencias religiosas en el proceso histórico y civil.
Convertir el mayor cementerio de la guerra (34.000 cadáveres) en un espacio destinado a la meditación de carácter cívico, testimonio de la documentación de la muerte allí recogida, exige una labor de divulgación similar a la acometida por Auschwitz. Sólo en su página web del museo ya aporta un documento de más de 30 páginas, en las que se contextualiza la ideología nazi, el estallido de la Segunda Guerra Mundial, los campos de concentración, y una historia del campo en el que se aclara el exterminio de los judíos.
La ciencia del pasado
Auschwitz aclara la misión de su existencia: “Protección de los terrenos del antiguo campo y sus edificio. Búsqueda y recopilación de documentos relacionados con los crímenes alemanes perpetrados en Auschwitz. Elaboración de estudios científicos y su facilitación”.
El propio Museo Estatal Auschwitz-Birkenau, en Polonia, cuenta cómo hubo debate y discusión sobre el nombre del museo. Para unos era un cementerio, para otros un lugar conmemorativo, un monumento, un instituto de la memoria, un centro educativo y de investigación. “El museo cumple simultáneamente estas funciones, que no son excluyentes sino complementarias”, añaden.
Los expertos que dibujan el futuro del Valle de los Caídos señalaron que la creación del Centro de Interpretación debería responder al deseo de mostrar a los visitantes cuál fue el origen del proyecto de construcción del conjunto arquitectónico de la basílica y el monasterio, en qué contexto socio-político se llevó a cabo esta construcción y quiénes participaron en la misma.
Patrimonio opaco
Patrimonio Nacional incumple hasta hoy todas las recomendaciones de los expertos. No se ha adoptado ni una de las recomendaciones museísticas. La comunicación de la presencia de presos republicanos en la ejecución ha sido encubierta incluso tras este informe reclamando un cambio en la divulgación de la memoria del Valle. Tampoco se explica a los visitantes “por qué los restos de José Antonio Primo de Rivera y del general Francisco Franco fueron enterrados en un lugar preeminente en el interior de la Basílica”.
Los especialistas reclamaban un estudio en profundidad para ayudar a comprender el por qué de todo el conjunto, que debería mostrarse “en una exposición permanente resultado de una investigación urgente”. De esto no hay ni rastro. Esta exposición debería relatar la historia del Valle desde su creación hasta la actualidad. Debería exponer temas “con objetividad y rigor mediante todo tipo de documentos (fotos, mapas, gráficos, datos…) dejando que cada persona que la contemple realice su propia reflexión”. No busquen no hay ni uno.