Josep Fontana -que ha fallecido hoy a los 86 años- se autobautizaba como "rojo y nacionalista, que no son dos cosas incompatibles", y aun a partir de esa declaración de intenciones era el intelectual que casi todo el mundo quería en su equipo: áspero pero generoso con sus alumnos, didáctico pero bien armado, adepto de una revolución que no descansa. Vino como el pesimista de guardia -españoles, la socialdemocracia y el Estado de Bienestar están muriendo- y quedó como uno de los últimos reductos de la insurrección posible: no lo pongamos fácil; recuperemos lo que es nuestro.
Inspirado por E.P. Thompson, E.J. Hosbawm, Gramsci o G. Rudé, pasó de querer liquidar el sistema -"tan depredador, tan salvaje"- a intentar recuperar un capitalismo regulado, se centró en las urgencias y no en los sueños a largo plazo. Nos contó que en la Transición "el juego estaba trucado", nos subrayó que la idea de que el progreso era el motor de la historia "era un engaño" y nos tatuó a fuego que aquí sólo avanzamos mediante las luchas colectivas. Él lo sabía: ejercer el oficio a la contra es incómodo. Pero siempre le mereció la pena.
Era todo lo contrario a un liberal, Fontana, era todo lo contrario a un individualista. Regresaba siempre a un poema de Bertolt Brecht: "Todo no será siempre igual (...) Cuando hayan hablado los opresores, hablarán los oprimidos. El que haya caído, debe levantarse, el que haya perdido, debe luchar".
1. "Si este país se ha de salvar, lo salvará la gente (...) Podría hablar del pueblo, pero me gusta más hacerlo de la gente. Quien defendió a Barcelona en 1714 fue la gente. Quien hizo el gran cambio económico en el siglo XVIII fue la gente. Quien salvó la lengua en el siglo XIX fue la gente. Y fue la gente quien resistió el impacto del franquismo sin dejarse aplastar. La gente, no los partidos".
2. “Eso que llaman el populismo es una amenaza para el sistema político, pero no creo que les quite el sueño a los bancos. Puede ser una molestia que altere las cuestiones, pero fíjese lo que ha pasado en EE.UU., donde los grandes intereses económicos estaban contra Trump, se escandalizaron cuando ganó y ahora se han apuntado a Trump porque la Bolsa sube”.
3. “El de historiador es un oficio que se puede ejercer de muchas maneras. La mayoría suele acomodarse al discurso del orden establecido, que es, al fin y al cabo, el que reparte premios y distinciones. Ejercer el oficio a la contra es incómodo, se lo aseguro; pero de mi maestro Pierre Vilar aprendí que el deber del historiador no es inculcar verdades, sino estimular al personal a pensar por su cuenta”.
4. "Ni las libertades políticas ni las mejoras económicas se consiguieron por una concesión de los grupos dominantes, sino que se obtuvieron a costa de revueltas y revoluciones (…) Buena parte de las concesiones sociales se lograron por el miedo de los grupos dominantes a que un descontento popular masivo provocara una amenaza revolucionaria que derribase al sistema".
5. "La derecha prometía soluciones y se limita a pedirnos sacrificios".
6. "Es urgente, para dar sentido y coherencia a las protestas, que la izquierda –una izquierda real que nazca de más allá de la traición de la socialdemocracia de las terceras vías- elabore nuevas formas de lucha y de mejora, ahora que ya hemos aprendido que la idea de que el progreso era el motor de la historia es un engaño y que los avances para el conjunto de los hombres y las mujeres solo se han conseguido a través de las luchas colectivas".
7. "Lo que hoy nos corresponde no es, como algunos pensábamos hace unos años, la liquidación del capitalismo, que debe ser en todo caso un objetivo a largo plazo (…) Lo que nos corresponde resolver con urgencia es decidir si luchamos por recuperar cuanto antes un capitalismo regulado, con el estado del bienestar incluido, como se había conseguido cuando los sindicatos y los partidos de izquierda eran interlocutores eficaces en el debate sobre la política social, o nos resignamos a seguir sufriendo bajo la garra de un capitalismo depredador y salvaje como el que se nos está imponiendo".
8. "Autoridad y represión van juntos".
9. "El déficit es sólo una excusa para desmontar el Estado de Bienestar".
10. "Los objetivos reales de la guerra fría están vigentes: garantizar la libertad de acceso a materias primas y mantener el control dentro de las sociedades occidentales".
11. "En la Transición española el juego estaba trucado, se cometieron errores serios: los políticos no estaban dispuestos a defender ya los mismos principios que habían dicho a la gente, ni a luchar por lo que se defendía en la clandestinidad; se le dijo a las fuerzas sociales que ya podían volverse para casa".
12. "El poder económico ha acabado conquistando y subordinando al poder político, lo que hace muy improbable que los gobiernos puedan volver a imponer a los empresarios unas reglas contrarias a sus intereses, como las que permitieron establecer el Estado del bienestar".
13. "La independencia se puede conseguir o por la fuerza o por la negociación. Fuerza no tenemos ¿Negociación? Hacerse ilusiones de que hoy alguien en un Gobierno de Madrid es capaz de concedernos esto me parece bastante difícil".