La expresión erótico-festiva “poner a alguien mirando pa’ Cuenca” es un vulgarismo procedente del casticismo madrileño y se refiere al coito a tergo -conocido popularmente como posición del perro-, es decir, al estilo que utilizan los canes a la hora de copular. Ojo aquí: la perra adopta una postura al mantener sexo similar a la de los musulmanes cuando rezan, de ahí que el modismo original fuese “poner a alguien mirando para la Meca”.
Si se traza una línea recta desde Madrid hasta La Meca -la ciudad a la que dirigen sus rezos los musulmanes-, se ve cómo Cuenca está situada exactamente en esa misma trayectoria: se convierte así en la primera provincia que uno se encuentra si sale desde la capital de España en dirección a la ciudad más santa del islam, donde nació el mismísimo profeta Mahoma. Tampoco ha de desdeñarse el pasado musulmán de Cuenca: ahí su castillo, su artesanía y su mezquita, sobre la que a finales del siglo XII se levantó la catedral.
Señalan los expertos que es probable que la expresión girase del “mirando para La Meca” al “mirando para Cuenca” para adoptar un sentido más cañí y más patrio.