El tapiz de Bayeux es una pieza única que data del siglo XI: se trata de uno de los documentos medievales más relevantes de la Historia. En él se cuenta la conquista de Inglaterra por parte de los normandos, encabezados por Guillermo El Conquistador. Esta joya ha permitido a los investigadores averiguar toda clase de detalles sobre la vida de la época: 70 metros de largo, 626 personas, 190 caballos, 35 perros, 41 embarcaciones, 37 fortalezas… todo un mosaico hablante y testimonial del momento en el que fue bordado. En su espacio se concretan las costumbres medievales, la arquitectura militar y civil, el arte de la navegación o la agricultura de la sociedad normanda e inglesa de la Edad Media.
Lleva siglos siendo sometido a diferentes estudios e interpretaciones, pero hace muy poco, este mismo año, se ha descubierto que el tapiz, además, aglutina un total de 93 miembros fálicos, 88 de caballos y 5 de seres humanos. ¿Por qué? En primer lugar, se desconoce quién ordenó su ejecución: aunque se especula que pudo ser la Reina Matilda o el Arzobispo Odo. Muchos de los investigadores, a juzgar por la obsesión genital del tapiz, señalan que tuvo que ser obra del Arzobispo. ¿Qué representan estos penes? Los expertos sostienen que se empeñaron en representar la lucha de virilidades, y que el tamaño del miembro dependía de la importancia de cada personaje en la época.
Por ejemplo: ahí el caballo de Guillermo El Conquistador, que luce los mayores atributos y trata de identificar el poderío de su amo. No obstante, no se perdía la elegancia ni el respeto al enemigo, porque el caballo del rey anglosajón Haroldo II también era representado con potentes atributos: era una forma de honrar al otro y a uno mismo. La victoria no había sido contra un líder enclenque. Todos los penes retratados aparecen en la batalla de Hastings, y curiosamente ningún otro animal que no sea el caballo muestra sus genitales. Aquí el miembro es sinónimo de lucha, de hombría. Símbolo bélico.
El investigador George Garnett, profesor de la Historia Medieval de la Universidad de Oxford, cree que la elaboración del tapiz pudo correr a cargo de las monjas. Último dato reseñable: contiene una de las primeras representaciones del cometa Halley.