Conquistador de territorios... y de corazones. A Simón Bolívar, el Libertador, se le recuerda como el hombre que encabezó la lucha por la independencia de América —bajo dominio español—; un líder militar solvente y gobernador déspota, ensalzado por Nicolás Maduro, que soñó con una "liga americana" de estados hispano-americanos independientes, una federación democrática similar a la de Estados Unidos. Pero la otra historia, la que sucedió bajo las sábanas, retrata a Bolívar como un mujeriego, siempre a la caza de un nuevo romance.
Simón Bolívar nació el 24 de julio de 1783 en Caracas. Su familia pertenecía a la aristocracia venezolana y era oriunda de la localidad de La Puebla de Bolívar, en Vizcaya. El criollo, huérfano a los nueve años, fue enviado a estudiar a Madrid en 1799, tras el fallecimiento de su abuelo. Allí conoció a una joven de nombre María Teresa Rodríguez del Toro. Se enamoraron locamente, se casaron en 1802 y volvieron a Caracas. Apenas ocho meses después, María Teresa murió por los efectos de una violenta fiebre.
Roto por la pérdida, desolado, Bolívar no solo regresó a España, sino que también prometió no volver a contraer matrimonio nunca más. Posteriormente se estableció en París, donde descubrió a los grandes autores de la Ilustración, como Rousseau, Montesquieu, Voltaire o Locke. Inició allí un romance envuelto por el misterio con Fanny Du Villars, una aristócrata francesa. No está claro si ambos se conocieron en la capital francesa o en Bilbao, y tampoco si mantenían relación de parentesco —según algunas versiones eran primos—. Pero el interrogante que nunca se ha logrado resolver es el supuesto hijo que habría tenido la pareja.
Bolívar regresó a América del Sur en 1806, rompiendo todos los lazos que le unían a Fanny Du Villars, para embarcarse en cuerpo y alma en el proceso de independencia. Más allá del campo de batalla y las cuestiones políticas, el Libertador siempre estaba acompañado de una mujer a la que previamente había seducido con sus encantos de galán educado y trato elegante, como relata Eduardo Lozano Torres en Bolívar, mujeriego empedernido.
En su listado de amantes, que según algunos recuentos ascendería a más de tres decenas, destacó alguna mujer por encima de otras, bien sea por la duración de la relación o por los eventos que tuvieron lugar. Josefina Machado, por ejemplo, una venezolana de la clase alta, lo recibió en agosto de 1813 cuando entró de forma triunfal en Caracas. Intimaron prácticamente a primera vista y comenzaron un romance prolongado.
En 1814, los enemigos de la independencia, comandados por el asturiano José Tomás Boves, iniciaron un violento contraataque que obligó a Bolívar y a Pepa Machado a distanciarse. No se reencontrarían hasta 1816, haciendo encaje de bolillos en una argucia amorosa que a punto estuvo de tirar por la borda la expedición que los hombres del Libertador preparaban a Los Cayos: varios días se tuvo que retrasar la misión por culpa de los enamorados, primero esperando la llegada de Pepa, que se había exiliado en la isla de Saint Thomas, y luego por la necesidad de recuperar toda la pasión perdida.
Pero el amor hacia Pepa iría perdiendo fuelle en los años posteriores y Bolívar se vio empujado a buscar otra mujer. Manuela Sáenz, Manuelita, fue la amante que más huella dejó en el libertador, con la que más tiempo estuvo. Le escribió cartas tales como estas: "Todo es amor en ti. Yo también me ocupo de esta ardiente fiebre que nos devora como a dos niños". Compartieron cama e ideales, pero si Manuelita es la más conocida es porque le salvó la vida, literalmente, al Libertador. Y eso que en una ocasión, al sacudir las sábanas, encontró un pendiente de otra mujer.
En una noche de 1828 en Bogotá, la mujer frustró un intento de asesinato contra su amante interponiéndose entre los asesinos y su objetivo. Bolívar se salvó saltando por una ventana y, debido al valeroso carácter de su querida, comenzó a llamarla "la libertadora del Libertador". El líder mujeriego acabó perseguido por sus enemigos, debilitado por sus ansias de poder. Simón Bolívar murió en Santa Marta el 17 de diciembre de 1830.