Hasta 21 insultos refirió el pasado miércoles Pablo Casado al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en una única intervención. "Traidor", "incapaz", "incompetente", mediocre", "mentiroso compulsivo", "ilegítimo", "okupa"... fueron algunas de las descalificaciones vertidas por el líder popular. Sin embargo, la que más vueltas está dando es la de "felón", definido por la RAE como aquel que comete felonía, una persona desleal, traidora, que comete acciones feas. Ahora que este vocablo vuelve a primera línea de debate, ¿cuáles son esos hombres que la historia de España recuerda como los mayores felones?
Fernando VII
El historiador Emilio La Parra ganó el Premio Comillas 2018 por su fabulosa biografía sobre Fernando VII. Este rey está considerado como uno de los peores de la historia de España y La Parra, tras analizar en profundidad las fuentes de la época, retrató a Fernando VII como un gobernante hipócrita, vengativo, cruel, autoritario y desconfiado. Su reinado se saldó con la pérdida de casi la totalidad de las colonias españolas en América, la crisis de la economía y, en conjunto, la ratificación del declive de España como potencia internacional.
Su nombre suele ir acompañado del calificativo de rey felón por esas ambiciones de poder que manejó: Fernando VII estaba más cerca de la figura del tirano que del rey absolutista, según el historiador. Intentó en dos ocasiones arrebatarle el trono a sus progenitores, Carlos IV y María Luisa de Parma, lográndolo a la segunda, tras el Motín de Aranjuez (1808). Mientras el pueblo español se levantaba contra la invasión francesa, él se sometió a los designios de Napoleón, llegando a pedirle por carta ser su hijo adoptivo. En 1813, tras pactar su regreso a España como rey absoluto, Fernando VII comenzó a reclamar dinero a sus vasallos. “Si tengo un pueblo digno de mí, yo lo soy de él, que he nacido para reinar sobre los españoles”, dijo.
Antonio Pérez, secretario de Felipe II
Antonio Pérez del Hierro fue el secretario de Felipe II. Envenenó la mente del monarca haciéndole creer que su hermanastro, don Juan de Austria, y el secretario de este, Juan de Escobedo, planeaban una conspiración para derrocarle. Pero lo cierto es que Pérez lo único que buscaba era salvar su integridad: mandó asesinar brutalmente a Escobedo —en una operación aprobada bajo engaño por Felipe II— porque temía que pudiera demostrar los sobornos que recibía, hacer pública su relación con la Princesa de Éboli o desmontar todas sus mentiras sobre don Juan de Austria.
Cuando el rey conoció las verdaderas intenciones de Antonio Pérez, ordenó arrestarlo en la noche del 28 de julio de 1579. Su juicio, que se prolongaría durante más de una década, provocó incluso la mediación de la Inquisición, generando una revuelta en Aragón, a donde había logrado huir, que necesitó de más de 10.000 hombres para restaurar el orden. Su traición a España se completó primero con la huida a Francia —instigó a Enrique IV a invadir Aragón— y luego con su exilio en Inglaterra, donde ofreció información confidencial para facilitar el ataque inglés a Cádiz de 1596, que acabó con la ciudad saqueada.
El conde don Julián
La figura del conde don Julián está envuelta por la leyenda. Según transmiten varias tradiciones tanto árabes como cristinas, este hombre, gobernador de Ceuta, habría facilitado el paso del estrecho de Gibraltar a los invasores musulmanes en el año 711 porque un rey visigodo —Witiza según unos relatos y Rodrigo para otros— había violado a su hija, llamada La Cava o Florinda, quien residía en la corte visigoda para recibir la educación adecuada a una mujer de la posición de su padre. La venganza de un padre resentido se convirtió en la traición a su país.
Según relata la historiadora Margarita Vallejo Girvés en el perfil sobre don Julián en el Diccionario Biográfico de la RAH, "desistió en su resistencia a las tropas árabes y se ofreció a darles información sobre la Península y a ayudarles en su paso a la misma para lo cual, según varios autores, les facilitó los barcos de los que aún disponía en Ceuta para defender el estrecho (...) El papel posterior de Julián fue menos destacado, ya que la inmensa mayoría de los autores antiguos lo presentaron como acompañante de los invasores.".
Bartolomé de las Casas
Este fraile sevillano fue uno de los primeros en dejar por escrito las supuestas atrocidades cometidas por los españoles durante la conquista de América. Instigador de los relatos que dan pie al desarrollo de la Leyenda Negra, Bartolomé de las Casas describió en Brevísima relación de la destrucción de las Indias, por ejemplo, cómo los colonizadores cometían una injusticia tras otra en América, cómo se cebaron con esos habitantes del Nuevo Mundo.
Los testimonios del fraile sirvieron de ariete a muchas potencias extranjeras para atacar a España. Sin embargo, una corriente muy numerosa de la historiografía española ha tratado de desmontar estas supuestas mentiras de De las Casas. Lo hace María Elvira Roca Barea en Imperiofobia y Leyenda Negra y muchos más, como Jesús A. Rojo Pinilla en Grandes traidores a España: "Desgraciadamente, sus mentiras sobre los españoles han llegado intactas a nuestros días principalmente por la inacción de la propia España y sobre todo por la pro acción de nuestros enemigos que no han dudado en repetir tantas falsedades si con ello sacaban algún beneficio de nuestra nación".
Pau Claris
Pau Claris es para Jesús A. Rojo Pinilla "el felón que entregó Cataluña en bandeja a los franceses". Claris fue un diputado eclesiástico de la Diputación General de Cataluña en la primera mitad del siglo XVII que remó a favor de sus vecinos del norte durante la Guerra de los Treinta Años, que había estallado en 1635. Este hombre fue uno de los líderes de la revuelta catalana en 1640 y que reconocería al monarca francés Luis XIII como conde de Barcelona.
Durante el mes de febrero de 1641, por orden de los diputados y de los consejeros de la Generalitat, se difundió por la mayor parte de Cataluña que todos aquellos catalanes que siguieran siendo fieles a Felipe IV, el rey en aquel momento de la corona española, eran unos traidores y enemigos de la patria y se les confiscarían sus bienes. Además, Claris declaró una efímera república catalana. "Esta bellaquería provocó una cadena de traiciones a lo largo del territorio nacional que no solo significó la desunión de la Península Ibérica (al independizarse Portugal), sino que además supuso un esfuerzo extraordinario que el Imperio no pudo soportar y, en consecuencia, España perdió la supremacía mundial", escribe Rojo.
El coronel Segismundo Casado
Aunque la victoria del bando sublevado era inminente, el golpe definitivo a la Segunda República durante la Guerra Civil llegó desde dentro. El 5 de marzo de 1939 el coronel Segismundo Casado, que llevaba semanas en estrecho contacto con los agentes del Estado Mayor de Franco, se rebeló en Madrid contra el Gobierno de Juan Negrín y creó un Consejo Nacional de Defensa (CND).
Casado le hizo el juego sucio al futuro dictador y su golpe contribuyó a la tragedia definitiva republicana. Según el historiador Paul Preston, este coronel "conspiró para que Negrín no llevase a cabo su proyecto de evacuación porque pensaba que Franco iba a tener clemencia con los vencidos, y ese fue su error, porque como se sabe Franco llevó a cabo una fuerte represión". El felón de la Segunda República.
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