En 1957, un jovencísimo Geoffrey Parker (Nottingham, Reino Unido, 1943) se marchó a Binche, Bélgica, como estudiante de intercambio para mejorar su francés. El hijo de la familia en la que se alojó resultó ser uno de los Gilles, los tradicionales personajes del Carnaval de la localidad belga, donde en el siglo XVI se levantaba el palacio de María de Hungría. Parker escuchó ahí, hace más de 60 años, el nombre del emperador Carlos V y descubrió los relatos sobre su presencia en aquellas fiestas.
El historiador británico, uno de los mayores hispanistas del siglo XVI y XVII, publica ahora una biografía monumental sobre el emperador, Carlos V (Planeta), un trabajo que ahonda en la faceta más misteriosa de su personalidad. Y la conclusión de Parker no provoca indiferencia: Carlos V demostró valentía a la hora de dirigir a sus tropas y la capacidad de ganarse el beneplácito de sus súbditos, pero en los círculos íntimos se comportó como un mentiroso y un cobarde moral.
La idea de investigar la vida del emperador nació durante su anterior trabajo, la biografía sobre el hijo de Carlos, Felipe II. En la Hispanic Society of America, en Nueva York, Parker pidió un manuscrito titulado Instrucciones de Carlos V a Felipe II (copia). “Cuando lo observé bien fue obvio que no era una copia, sino el original, todo estaba escrito por el emperador. 48 folios de su puño y letra”, dice el historiador, autor también de El ejército de Flandes y el camino español, a este periódico. Una curiosidad que ha convertido en más de 600 páginas.
En la biografía que escribió sobre Felipe II, el título iba acompañado por un calificativo: el rey imprudente. En este trabajo sobre Carlos V el título es más escueto. ¿Es la del emperador una figura tan compleja que no se puede definir con un único término?
Lo del rey imprudente es un poco de chiste. Poco después de la muerte de Felipe II, Antonio de Herrera utilizó el epíteto el prudente; pero para mí era un poco imprudente. No hay chiste similar para Carlos V. Es un ser complejo, como todos nosotros. La vida de Felipe II es un éxito hasta la conquista de Portugal y un fracaso después. En Carlos V no es así. Si hubiera fallecido en la batalla de Pavía (1525) o en la desastrosa jornada de Argel (1541), donde murió gran parte de la expedición, hubiéramos dicho que era un fracaso. Si hubiera muerto en 1550, en la cima de sus éxitos, hubiéramos dicho: “¡Qué genio!”. Pero murió en 1558, cuando podemos valorar muchos éxitos pero también muchos fracasos. Entonces no es tan sencillo, a mi parecer, como en el caso del reinado de Felipe II.
En lo que va de siglo se han publicado más de 500 obras en cuyo título figura Carlos V. ¿Por qué consideró necesario escribir una biografía sobre él?
Pensé en varias cosas: los documentos como el de la Hispanic Society, totalmente desconocidos en esta forma; la publicación en Bélgica de un segundo volumen de la correspondencia de María de Hungría, la hermana preferida de Carlos V —hay 200 cartas absolutamente nuevas intercambiadas con Carlos y su primer ministro que contienen cosas que yo no sabía—; y la posibilidad de aclarar algunas cosas que estaban en duda. En los apéndices explico, sobre las memorias del emperador —que algunos han dicho que son falsas, ficticias— que estaban marcadas con una filigrana . El papel en el que están escritas es una traducción portuguesa hecha en Madrid en 1620 y la filigrana es de 1598. Yo no creo, como Vicente Cadenas y Vicent, las “supuestas” memorias del emperador. Yo creo que son las verdaderas.
Además de los documentos, en El Escorial hay una arqueta cerrada que contiene un meñique que se dice que es de Carlos V y fue analizada por en Hospital Clinic de Barcelona. Yo estoy convencido que así es, lo que nos ofrece dos datos muy importantes: el emperador sufrió, como él mismo decía, de dolor de gota, que se comió sus articulaciones; y, segundo, el meñique presentaba una doble dosis de malaria que seguramente mató a esa persona, lo que encaja con Carlos. Lamentablemente, no ha sido posible hacer una prueba de ADN sobre el cuerpo ni siquiera abrir el sarcófago para ver si el cadáver del emperador tiene un meñique o dos.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la la personalidad de Carlos V?
Lo que más me sorprendió es que Carlos V tenía gran coraje físico, pero yo he encontrado unos casos en que fue un cobarde moral. Robó a su madre Juana —Juana la Loca, un epíteto que no me gusta— cuando visitaba Tordesillas: sus tapices, sus joyas… y metió dentro de las cajas algunas piedras para que su madre no lo descubriera hasta que se hubiera ido. Y también en 1524 cuando organizó la boda de su hermana pequeña Catalina con el rey de Portugal. Era la compañera de siempre de su madre, y mantuvo sus planes en secreto el mayor tiempo posible; y luego, cito a Ferrante, "marchó a Madrid para evitar estar presente en el momento en que la novia tuviera que irse para unirse a su marido, ya que temía grandes muestras de dolor por parte de su madre". A pesar de su valentía en el ámbito físico, el emperador era un cobarde en el terreno moral. Esto me sorprendió.
Como todas las figuras históricas de semejante envergadura, hay diferentes corrientes de opinión sobre el legado de Carlos V. Después de investigar tan a fondo la vida del emperador, ¿tiene más cosas que alabar o que afear?
Pocas personas son como San Francisco de Asís o Adolf Hitler, claramente de un lado o del otro. Hay muchas cosas en Carlos que podemos alabar y otras que le tenemos que afear. Él era multilingüe, tenía una facilidad para los idiomas que me impresionó. Dominó el holandés, el italiano, el español, algo de alemán y el francés, su lengua materna. También tenía destreza a la hora de disparar con puntería, para montar a caballo, valentía en el momento de comandar sus tropas bajo el fuego enemigo… Esas son para mí sus virtudes. También tenía la habilidad de aumentar el afecto de sus súbditos y su familia. Según un diplomático en 1531, Carlos se dirigió a una multitud “de forma tan conmovedora y noble que casi les hace llorar". Todo el público "compartía el mismo sentir, como si se hubieran convertido en sus esclavos”. Carlos tenía esta habilidad de encantar a la gente, de ser respetado y amado, no como a su hijo.
¿Y en lo negativo?
Mentía mucho. Una frase que utilizó muchísimo fue “hágalo con secreto y disimulación”. Pero no eran disimulaciones sino mentiras. Él mentía cuando, a mi parecer, no había razón para ello. Por ejemplo: el asesinato de dos embajadores franceses, Antonio Rincón, que era comunero al servicio de Francisco I, y su colega de Génova, César Fregoso. El emperador no los mató personalmente, pero cuando supo de su muerte lo escondió y lo negó. Y yo no entiendo por qué. Sobre el plano personal, el tratamiento de su madre, eso tampoco puedo explicarlo. Carlos también firmó un tratado con el duque de Milán, Francesco, que le permitía no solo casarse con su sobrina de 11 años, Cristina de Dinamarca, sino también consumar. Y cuando María de Hungría le dijo a Carlos: “Majestad, solo tiene 11 años, no es ya mujer”, Carlos le respondió: “Ese es un problema más para el duque que para ella”. Es terrible, era un misógino, hay aspectos de misoginia fáciles de ver en los documentos.
Es difícil para las biografías ver en los actos públicos la auténtica personalidad del protagonista, pero en las cosas pequeñas se puede ver un poco más sobre la personalidad del emperador. Yo he buscado escenas sin guion.
¿Es posible que una sola persona gobierne, ya no solo un imperio tan extenso como el español de aquella época, sino un país, solo con la verdad?
No. Supongo que es necesario mentir de vez en cuando. Pero en las cosas personales… Otro ejemplo con su madre Juana: no entiendo por qué mentía diciéndole que su padre Fernando el Católico y el emperador Maximiliano vivían. No le dijo que habían fallecido. ¿Por qué? Mentía muchísimo.
Es difícil imaginar la España de hoy sin Carlos V, y no se puede decir eso de muchas personas en la historia
Otra de las cosas positivas sobre Carlos V que tiende a olvidarse es que fue el único gobernante del siglo XVI que defendió los derechos de los nativos americanos. No sé esto cómo le sienta a la Leyenda Negra…
Es una cosa que a Carlos V le fastidia su conciencia. Hay muchísimos documentos sobre América en los que hablaba sobre “mi real conciencia”, y también sus ministros. En 1549, Pedro de la Gasca escribió a los magistrados de Arica (Perú) contra la costumbre de enviar indios a las minas: "Su Majestad, informado de cómo murieron todos los naturales de la Española y de Cuba y de las otras islas por echarse indios a las minas, está tan persuadido que se iría al infierno si permitiese que se echasen que por ninguna vía lo quiere permitir”. En el caso de los indios de América era real su escrúpulo, y venía de su conciencia y del temor que Dios le enviara al infierno. Es justo y sincero su apoyo con sus súbditos americanos.
También resulta curioso ese pensamiento mesiánico de Carlos según el cual Dios le habría elegido expresamente para cumplir sus propósitos en el mundo.
Pero casi todos los reyes del siglo XVI tenían la misma opinión (risas). Solo que Dios era francés, español o inglés. Hay un cambio entre el duque de Parma, entonces el nieto de Carlos V, y un ministro inglés en 1588 en que el duque de Parma dice: “Dios es español”, y el ingles dice: "No, señor duque, Dios es inglés". Hay ese conocimiento de que había muchos dioses... son todos el mismo pero con aspecto inglés, francés, austríaco, italiano, español… En esto, Carlos era absolutamente lo típico.
Si hiciéramos un supuesto listado de los grandes personajes de la historia de España, ¿dónde cabría colocar a Carlos V?
En el primer lugar porque logró crear a la vez un imperio en Europa, una corona de espinas, como escribía Juan Manuel Carretero Zamora, especialmente para Castilla, pero al mismo tiempo creó un imperio en América, una gran ventaja para España y especialmente para Castilla. Por eso yo pongo a Carlos V en la cima.
O sea, que usted lo ve como el personaje español más importante de su historia.
Sí. Es difícil imaginar la España de hoy sin Carlos V, y no se puede decir eso de muchas personas en la historia. Y claro, no era español, nació en Gante, en Bélgica, era un flamenco, como decían sus enemigos en España.
Durante las últimas décadas ha asomado la cabeza una corriente que asegura que Carlos V sentó las bases de lo que hoy es la Unión Europea. ¿Cuál es su opinión?
Me parece una tontería decir que Carlos V es el padre de Europa. Es una opinión bastante común pero su gran enemigo fue Francia, y no se puede imaginar una Unión Europea sin Francia. Me gusta tomar ejemplos de la historia del pasado para el presente, pero this kite is not gonna fly (esto no va a funcionar) (risas).
Si ahora mismo tuviera delante a Carlos V, ¿qué le preguntaría?
Vicente Cadenas y Vicent publicó las Entrevistas con el emperador Carlos V, en el que utilizó sus conocimientos para trasladarnos más de mil preguntas y las respuestas, por lo general breves, del emperador. Por mi parte querría saber lo que hemos dicho: por qué pensaba que nadie iba a saber que mentía sobre el asesinato de Rincón y Fregoso. Why did you think, majestad, would you get away with this? Y por qué trató tan mal a su madre. Sobre los asuntos públicos hay más despachos, pero sobre estas cosas personales el emperador es nuestra única fuente y sino dio explicación hay una pregunta para él.
¿Cómo se enfrenta el historiador al trabajo de analizar unas fuentes que podrían estar manipuladas?
Hay problemas en todo lo que llamamos egodocumentos, documentos en primera persona. Imaginemos como si hoy alguien escribiese nuestra biografía. Nos daríamos cuenta entonces de cuántas cosas hemos hecho que nadie conoce ni conocerá. Traiciones y mentiras sepultadas tan hondo que pensamos que nunca se podrían desenterrar, pero como Harrison Ford comentaba en la película Caprichos del destino, “todos lo saben todo”. En el caso de Carlos hay tantos documentos, tanto de su mano como de sus cortesanos, que creo que al final lo sabemos casi todo.
Hablando de películas, en España los últimos días está habiendo un debate sobre si necesitamos más filmes históricos sobre las grandes gestas. De momento gana por goleada el almirante Blas de Lezo. ¿Usted qué personaje elegiría?
¡A Felipe II! ¿Por qué? Porque ya tengo el guion de una miniserie de tres episodios preparada para TVE en 1998 que nunca se estrenó. Los tengo en mi archivo personal y me gustaría que se hiciera. De Carlos V ya tenemos, hay un documental sobre sus itinerarios que se estrenó el sábado 2 de febrero. He visto algunas partes y me pareció que estaba muy bien hecho. Antes, en 2015, hubo otra serie de Carlos V con un actor mucho más hermoso que el emperador (risas). Solo vi los tres primeros capítulos, pero también me gustó. Estoy muy aficionado a las películas históricas.
¿Pero no hay ningún otro que le fascine especialmente?
A mí me interesa muchísimo el Cardenal Espinosa, oriundo de Martín Muñoz de las Posadas y enterrado ahí en la iglesia, con una estatua de Pompeo Leoni. Es un pueblo muy pequeño pero con un gran hijo que era Don Diego de Espinosa, cardenal de Sigüenza, y me parece que sería muy interesante seguir su vida. O también don Luis de Ávila y Zúñiga, que era el privado de Carlos V, murió en Plasencia en su palacio, donde hay un pequeño museo carolino que todavía existe a pesar de los esfuerzos de la familia de vender sus cosas y una estatua de Carlos V. Don Luis es una persona muy interesante de quien se sabe bastante pero no demasiado; es importante no saber demasiado para hacer un guion porque no se podrían hacer las invenciones.
La historia siempre se ha utilizado como un elemento político. Actualmente se registra un auge de los nacionalismo y de la extrema derecha. ¿A usted le preocupa esta situación? ¿De verdad hay analogías con la Europa de los años 30?
No solo en Europa, también en América. Los lemas que utilizó el presidente Trump, Make America Great Again y America First, era los mismos que el de un grupo que se resistía a la intervención en la guerra de Europa en 1939-1940. Entonces sí temo un poco los paralelismos. En EEUU no se puede escapar al presidente Trump.
Su presidencia discurre todo el rato por las fake news, la antítesis del trabajo del historiador…
Y “hechos alternativos”. Aquí había un historiador que argumentaba que en EEUU hay una tradición de antilecturismo. Y creo que ahora sucede lo mismo en Europa, no se crean los expertos necesarios. Aquí se ve sobre todo en lo referente al cambio climático, no se quiere creer a los expertos. Siempre ha habido fake news, y no creo que ahora haya más que antes, pero sí hay un punto de vista intelectual que se alimenta de rechazar lo que no gusta y calificarlo de fake news. Está mucho más desarrollado que antes. La década de los 30 es un ejemplo terrible de lo que puede pasar con esto.