Stanley Payne: "Lo de 1936 no fue un golpe de Estado"
El hispanista estadounidense vuelve a la carga con un estudio sobre la Guerra Civil y el papel que jugó en su estallido la revolución de la izquierda.
20 marzo, 2019 03:15No cesa Stanley G. Payne (Texas, 1934) en su empeño de derribar mitos en torno a la historia de España. El hispanista estadounidense acaba de publicar un nuevo ensayo, La revolución española 1936-1939 (Espasa), con el que vuelve a sumergirse en el tema de la Guerra Civil. En esta obra recorre de forma analítica los principales lances políticos de la contienda, prestando especial atención al proceso revolucionario que se desencadenó en la zona republicana, sobre todo a partir de las elecciones de febrero de 1936 en las que se impuso el Frente Popular. Y sus conclusiones en cuanto a la responsabilidad del trágico desenlace no discurren por el carril habitual: "Un Gobierno de la CEDA no habría desembocado en el peor de los resultados", escribe. Pero hay mucho más.
De su libro se desprende que la mayor responsabilidad de la Guerra Civil le correspondió a las fuerzas revolucionarias, las izquierdas, y no a la sublevación militar.
A largo plazo sí, pero es una relación entre la causa inmediata y la causa fundamental. La Guerra Civil en si misma se abrió como consecuencia de la sublevación militar, el detonante, pero la causa fundamental de la gran división, los desórdenes y la crisis surgida en la sociedad española fue consecuencia del proceso revolucionario, que crecía más y más.
Usted habla de una "rebelión en contra de la erosión de la democracia". ¿No hubo entonces un golpe de Estado?
No fue un golpe de Estado en sentido estricto. Es decir, no pudo ser un golpe para acaparar los resortes directos del poder en Madrid. Fue una imposibilidad física, militar, porque los rebeldes estaban demasiado débiles en Madrid y por eso sería necesario una concentración de fuerzas, una insurrección mucho más amplia por todo el país. Y por eso supuso algo como una Guerra Civil breve... Todo el mundo esperaba una Guerra Civil entre las fuerzas más extremistas, pero la cuestión fue de qué clase de Guerra Civil y de cuánta duración. Pero el golpe de Estado... siempre se dice eso, bueno, es un término metafórico... Bueno, en el primer momento sí se concibió como un golpe de Estado, que varias cosas lleven a agarrarse a los resortes del poder, a los Ministerios en Madrid, pero eso fue después de algún tiempo, cuando fue absolutamente posible. Sería necesario no distraer a otras fuerzas para conquistar Madrid, y eso quiere decir una Guerra Civil breve.
En el libro asegura que un Gobierno de las derechas en el 36 no habría desembocado en el peor de los resultados.
Probablemente no. Según el estudio más reciente, la única investigación a fondo [que denuncia el fraude del Frente Popular], las elecciones acabaron casi en empate entre las varias fuerzas, por lo que habría resultado en un Gobierno de coalición de centro derecha. Entonces es muy posible que hubiera tenido lugar alguna rebelión o insurrección por parte de las izquierdas revolucionarias, pero habría sido posible contener y derrotar esto en una cuestión de varios días... Y no habría habido una verdadera Guerra Civil larga con un gobierno de coalición de centro derecha. Hubiera sido lo que más le convenía al país, pero la situación era enormemente complicada y contradictoria.
¿Pero no habrían seguido las izquierdas con ese proceso revolucionario? ¿No habría ido a más?
Creo que no porque habría habido una escisión en el Partido Socialista entre los moderados y los caballeristas revolucionarios. Quizá hubieran tenido una política más razonable y habría sido posible conciliar con parte de las izquierdas y no hubiera sido necesario enfrentarse con una gran coalición revolucionaria.
La nueva izquierda de Zapatero, de Sánchez, de Podemos, ha convertido el Valle de los Caídos en un símbolo de lucha, de sectarismo
¿Cree que se ha mitificado todo lo que tiene que ver con la Segunda República?
Bueno, no se puede llevar la mitificación más allá de lo que ya se ha hecho, hemos tenido suficiente. Ahora es necesario ver las alternativas y las realidades.
Para usted, la Segunda República no es ese ejemplo democrático que abanderan algunos sectores.
No, pero hay que ir por partes. El régimen empezó como una democracia, y lo era en los primeros años. Durante la mayor parte de su vida, hasta la victoria del Frente Popular, era un régimen democrático y luego el Gobierno perdió la ley y el orden, con muchos actos arbitrarios. A pesar de la enorme censura de prensa, de los recortes en la libertad de expresión, y de los muchos defectos que hubo, seguía siendo más que cualquier otra cosa un régimen democrático desde el comienzo hasta las elecciones del año 1936.
¿Cómo acaba el Frente Popular con la democracia?
Con el rechazo de la aplicación de la ley y la Constitución. Se alentó a llevar a cabo toda clase de atropellos de la ley y el orden, actos revolucionarios, toda la violencia política, las ocupaciones de propiedades, de tierras.. en esos cinco meses anteriores a la Guerra Civil. Ante esto, mucha gente semimoderada se dio por vencida. Una parte considerable de los demócratas acabó en contra de la revolución y más o menos al lado de Franco en la Guerra Civil. Esto es algo que se ha escondido, pero que es una realidad. Lerroux, Ortega y Gasset, Marañón… tuvieron que cambiar de posición política durante el curso de estos sucesos. La lista, la serie de atropellos cometidos durante esos cinco meses, no tuvo parangón en otro país fuera de la Rusia de 1917. España batió todos sus récords.
Antes de la sublevación, los militares hablaban de instaurar una República conservadora. ¿Por qué España acabó gobernada por una dictadura que duró 40 años?
Lo más interesante de esto es el primer paso: los cambios habidos durante los primerísimos meses de la Guerra Civil, y no es fácil historiar todo esto porque hay una ausencia de documentación que es casi total. No hay nada en el archivo de la Fundación Francisco Franco sobre esto. Seguro que había papeles y documentos pero parece que han sido retirados y destruidos. No entendemos muy bien el proceso, pero el resultado es perfectamente claro: las dos reuniones en Salamanca de los miembros de la Junta Militar en la segunda mitad de septiembre de 1936 en las que se propuso a Franco como Generalísimo, como mando único militar; y luego la transformación de esto en una dictadura personal. Cómo se llevó a cabo todo esto y cuáles fueron sus trámites es algo que se queda muy oscuro.
El mismo Franco aceptó el plan de Mola de una República transformada, más conservadora, de derechas, y había sido bastante explícito en sus primeras declaraciones, pero esto cambió ante la totalidad de una guerra civil completa y extremista, ante la revolución en la otra zona. Franco se transformó de jefe militar en dictador político, gubernamental, controlándolo todo. Ese no fue el plan de los otros militares ni de Mola y fue algo mal recibido por los mandos más importantes, pero mantuvieron la disciplina ante las necesidades de la guerra. Cuando llegó la victoria final, Franco tenía todos los resortes del poder bajo su control personal.
¿Qué opinión tenían el resto de generales de Franco?
Aquí encontramos otra falta de documentación casi completa. Franco gozaba de mucho prestigio, pero también había deseos personales de otros militares. No se entiende el proceso de votación: Franco fue una elección, dos votaciones, pero no tenemos las actas y no sabemos lo que pasó exactamente. Hay solo una versión directa, la de [Alfredo] Kindelán, el militar que nominó a Franco. Con Franco como jefe de Estado y dictador en funciones había un resentimiento de parte sobre todo de los militares más liberales como [Miguel] Cabanellas o Queipo de Llano. Estas tensiones no se disiparon hasta la muerte de Mola en accidente de avión en junio de 1937. Después de eso, con Mola muerto, con Goded muerto, con Queipo de Llano en su feudo separado y en términos políticos bastante desprestigiado, Franco quedó como la figura dominante que controlaba todos los aspectos del poder.
A esa lista también podemos añadir a Sanjurjo, a Primo de Rivera… Franco tuvo mucha suerte… ¿o la buscó?
Franco tuvo mucha suerte, el destino permitió que muchas cosas evolucionasen en un sentido que le favorecieron, pero también era muy astuto. No cometió grandes errores y la gente que le apoyaba entre el mando militar eran sobre todo monárquicos. Ellos querían utilizarle para conseguir la restauración de la monarquía. Y eso tuvo lugar, pero después de 40 años (risas). Fue entonces la convergencia de todos estos factores: astucia de Franco, no adelantarse demasiado, conseguir el apoyo de otros que no eran franquistas acérrimos y el desarrollo de la situación que favorecía hasta cierto punto estos planes. Fue un plan que evolucionó, que no se concibió durante la etapa original.
No habría habido una verdadera Guerra Civil larga con un Gobierno de coalición de centro derecha tras las elecciones de 1936
Entonces, ¿Franco alteró el plan inicial de sus compañeros para su beneficio?
Sí, claro que alteró mucho los planes originales, pero luego tenía la ventaja que estaba ganando las batallas. Y esto le dio más y más poder. Franco llegó a tener un cierto carisma de la victoria y al final llegó a ser el ganador total y completo de todo.
Ahora parece que a Franco lo van a exhumar del Valle de los Caídos. ¿Qué opinión tiene sobre esto? ¿Cree que puede solucionar algo?
No porque el objeto de eso no es resolver nada, es de marcar puntos en esta batalla política, una lucha que se ha creado de la llamada memoria histórica que no es historia. No es una cuestión enormemente importante para España que Franco esté enterrado en el Valle de los Caídos. Que le coloquen en el cementerio del Pardo, en la cripta de la familia, en La Almudena… todo esto son cuestiones secundarias. Lo más importante es la cuestión de seguir la ley, las reglas, la moralidad… también los fallos del tribunal. El propio Franco nunca dio órdenes para ser enterrado en el Valle, no dijo nada. Porque la intención del Valle no era crear un espacio para Franco, fue de crear un monumento nacional a los caídos en la Guerra Civil y, en cierto sentido, para la reconciliación. La cuestión más fundamental es proceder a la exhumación con legalidad y respeto, como debe suceder con los muertos y los caídos sin importar el bando.
¿Realmente el Valle de los Caídos puede tener una función reconciliadora?
Ahora ha llegado a ser un símbolo de todo lo opuesto. En el siglo XXI, con el surgimiento de la nueva izquierda, la de zapatero, de Sánchez, de Podemos, han convertido el Valle de los Caídos en un símbolo de lucha, de sectarismo. Puesto que se trata de una basílica, de una iglesia, y tiene un claro sentido religioso, como la Guerra Civil, que fue una guerra religiosa de los católicos contra los anticatólicos, la basílica en sí no puede ser un símbolo de verdadera reconciliación, pero es muy difícil entender que pudiera ser ese símbolo, que otra cosa pudiera reemplazar al Valle de los Caídos. El monumento en sí es una cosa extraordinaria, es el monumento nacional a la guerra más impresionante del mundo de todo el siglo XX. Su valor artístico nacional como basílica es algo muy importante. Pero resolver esto en términos políticos es muy complicado.
En España se está hablando mucho ahora de la exhumación de Franco. Pero nunca el debate ha suscitado tanto interés con sus víctimas, ni con Federico García Lorca...
La violencia política de los años 30 fue una experiencia traumática máxima de España, en gran parte superada por el fin del franquismo. Ha sido resucitada por grupos individuales y políticos en el siglo XXI, algunos de ellos con buenas intenciones de resolver algunas cuestiones pendientes, porque es verdad que no ha habido una exhumación y un reentierro apropiado, digno y debido para los restos de algunos revolucionarios o izquierdistas ejecutados durante la Guerra Civil. Pero otra cosa es hacer de eso una cuestión política, sectaria, diciendo que entonces hay que tener un reconocimiento especial para las víctimas de Franco.
Es una cuestión complicada, que necesita una investigación a fondo y no es para una comisión de la verdad, porque una verdadera comisión de la verdad procede de los participantes mismos en esos sucesos, y en el caso español, casi un siglo después, todos están muertos. Esto es una postura ridícula. Lo mejor sería una comisión histórica, pero es muy difícil llegar a un consenso para llevar a cabo esta investigación porque faltan muchísimos datos. No puede hacerse de modo definitivo. No es un problema político, es un problema objetivo en cuanto a la investigación histórica y por tanto una resolución completa no se va a poder realizar nunca. Estamos ante la cuestión de la justicia histórica, y es una imposibilidad práctica porque la gente se ha muerto. Se pueden crear monumentos y memoriales, pero lo importante es hacer la historia del mejor modo posible y luego buscar la reconciliación y el perdón. No se puede imponer una justicia histórica, no es alcanzable por los medios humanos.
No es importante para España que Franco esté enterrado en el Valle de los Caídos
¿No cree que sacar a los fusilados de las cunetas es una urgencia democrática de España?
La cuestión de excavaciones, de reentierros, de reconocimientos, me parece algo digno y necesario, pero no solo para los muertos republicanos, también por los del otro lado que no han sido exhumados. Hay que proceder sobre un plan nacional y no sobre un plan político.
¿Y qué le parece que Vox reclute como cabezas de lista para las elecciones a generales conservadores, uno de ellos franquista declarado?
Es peligroso para Vox. Es un error táctico, político y estratégico porque esto da cierto color político al movimiento. La verdad es que en España hace falta un partido conservador responsable, y un partido conservador responsable no puede ser franquista ni tener evocaciones franquistas. Si es así, realmente me sorprende, es un error.