Siempre se mantuvo a la sombra. No era un marinero, como los valientes hombres que acompañaron a Fernando de Magallanes, y posteriormente a Juan Sebastián Elcano, en la expedición más importante del siglo XVI. Enrique de Malacas era el esclavo e intérprete del almirante portugués.
Enrique había nacido en 1495 en Sumatra (Indonesia) aunque los datos entre los diferentes historiadores no son del todo exactos. Lo que sí está documentado es que el por aquel entonces jovencísimo Magallanes adquirió a su esclavo a unos mercenarios filipinos —el portugués se encontraba en el archipiélago de las Molucas bajo el mando de Diogo Lopes de Sequeira y de Afonso de Albuquerque—. Fue bautizado en 1511 y acompañó a su nuevo amo de regreso a Europa.
El joven indígena aprendió el idioma de los colonos con fluidez y se convirtió en la mano derecha de Magallanes quien, en 1519, convenció a la Corona española para buscar una nueva ruta hacia las Indias Orientales desde Occidente. En aquella nueva expedición no podía faltar Enrique, quien tenía experiencia en aguas lejanas. Así, el 10 de agosto del mismo año partieron 239 marineros desde Sevilla en un peligroso viaje del cual solo volverían 18 tripulantes.
Muerte de Magallanes
El sino de Enrique, y el de todos los miembros que habían partido desde el Guadalquivir, cambió por completo debido al fallecimiento del almirante. Magallanes había estrechado lazos con los filipinos gracias a Enrique, quien comprendía la lengua de los nativos —incluso llegaron a celebrar misas con los isleños—. No obstante, la fecha fatal del capitán general llegaría el 27 de abril de 1521.
Fernando de Magallanes había sido asesinado por un grupo de indígenas de la isla de Mactán y Enrique se encontraba herido debido a la batalla. De esta forma, los huérfanos marineros necesitaban recurrir al rey de Cebú, quien anteriormente les había prestado su ayuda y habían compartido una serie de banquetes juntos.
A Enrique de Malacas le había prometido Magallanes que tras su muerte sería liberado. Sin embargo, aun estando malherido, Duarte Barbosa, quien había sido elevado a jefe supremo por la tripulación, ofendió a Enrique y le ordenó reunirse con el nativo monarca. Además, se le confesó que tendría que servir a Beatriz, mujer del fallecido Magallanes.
Así, el dolido Enrique persuadió al rey de Cebú para que invitara a los españoles a un festín y matarlos cuando estuvieran indefensos. De esta forma, los indígenas podrían apropiarse de los bienes de los marineros sin tener que entregar nada a cambio. Tal y como escribió Stefan Zweig en Magallanes: el hombre y su gesta (Capitán Swing), "probablemente, Enrique no hizo más que expresar, con su proposición vengativa, los íntimos deseos del rey de Cebú".
El golpe ideado por el antiguo esclavo de Magallanes fue efectivo. Los treinta españoles que habían acudido a la cita del rey fueron ejecutados y el navegante Serrão, el único que había sobrevivido al ataque, fue abandonado por los suyos, quienes huyeron a mar abierto. De Enrique no se conoce más, pues se quedó en aquella isla en la que se le perdió la vista por parte de la Corona española.
Primero en dar la vuelta al mundo
Es mundialmente conocido que Juan Sebastián Elcano fue el primer ser humano en dar la vuelta al mundo —al menos en un mismo viaje—. Pero Enrique había sido comprado como esclavo en Filipinas y llevado a España previamente. Años más tarde, en la expedición de Magallanes, volvió a su hogar desde Occidente, completando así la circunnavegación del globo.
Por lo tanto, si se contaran ambos viajes, realizados con poco más de un lustro de diferencia, tanto Fernando de Magallanes y Enrique de Malacas fueron los primeros hombres en dar la vuelta a la Tierra aunque no desde la Europa colonial, sino desde Filipinas.