Sus huesos nunca han descansado en paz: los restos de una anciana escocesa -que fue acusada de brujería en 1700- primero fueron retirados de su tumba durante el siglo XIX para ser estudiados por los expertos locales; más tarde, desaparecieron de los registros más que sospechosamente. Su cráneo fue exhibido en una ocasión en el Museo de Escocia de la Universidad de St. Andrews y otra en la Exposición Empire en Glasgow en 1938, y volvió a desaparecer en el siglo XX, como si de una maldición se tratase.
Fue el 31 de agosto cuando se cumplió el aniversario de la muerte de la presunta hechicera, y las administraciones escocesas tuvieron a bien homenajearla y poner sobre la mesa que siguen interesados en recuperar los restos perdidos, tal y como hizo saber el Washington Post.
El nombre de la mujer era Lilias Adie y se conoce que vivía en Torryburn, Fife, en Escocia. Murió entre rejas en 1704 después de confesar -tortura mediante- que había lanzado hechizos malignos a sus vecinos y que había mantenido relaciones sexuales con el diablo, que se dice pronto.
De encontrarse, sus huesos se incorporarían a un monumento que conmemora a las miles de escocesas procesadas y asesinadas por ser, presuntamente, brujas. Aunque nuestra protagonista falleció hace más de 300 años, su rostro salió a la luz en 2017 gracias a un trabajo de reconstrucción digital que corrió a cargo del Centro de Anatomía e Identificación Humana de Escocia, perteneciente a la Universidad de Dundee. Los expertos señalaron que su cara era "bastante amable", nada del "monstruo aterrador" -incluso físicamente- del que hablaba la leyenda oral.
Su tumba, ya profanada, se encontraba en una playa de Torryburn: puede verse cuando hay marea baja. El sitio había sido cubierto con una enorme piedra, precisamente para evitar que la señora se levantara de entre los muertos y fuese a vengarse rauda de sus torturadores. Julie Ford, concejala de Fife, ha emitido unas palabras en defensa de su memoria: "Es importante reconocer que esta mujer y otros miles de hombres y mujeres que fueron acusados de brujería en la Escocia moderna no fueron las malas personas de las que se nos ha hablado ni las que la historia ha retratado. Fueron víctimas inocentes de tiempos no iluminados".