"Hemos inventado una catástrofe... para evitarla". Así explicaba el periodista Mariano Cavia la noticia impresa en su periódico, El Liberal, que alertaba de un incendio en el Museo del Prado el 25 de noviembre de 1891. Los madrileños, convulsionados por el titular, habían acudido en masa a contemplar los desperfectos sufridos por la pinacoteca, pero el paisaje que se encontraron al llegar fue totalmente normal, el edificio se encontraba en perfectas condiciones.
Fue esa una de las primeras fake news de la prensa española, aunque con buenas intenciones: Cavia lanzó, con esta fórmula tan apocalíptica, la voz de alarma sobre la ruina del museo; y lo logró, pues las autoridades competentes ordenaron desalojar los desvanes, remover la leña almacenada y prohibir el uso de velas en el interior del recinto, que deberían ser sustituidas por linternas. Si el falso incendio corrió como la pólvora a finales del siglo XIX, ¿qué sucedería hoy, con una herramienta como Twitter a pleno rendimiento?
O reformulamos la pregunta: ¿qué habría pasado si hubiera existido Twitter en 1891? ¿Cuántas veces se habría compartido el mensaje del periodista? Eso mismo se preguntan los divulgadores Yuri Aguilar y Miguel Poyatos en su libro La historia de España en 50 tuits (Martínez Roca, Planeta), en el que repasan de forma breve —medio centenar de capítulos de unas cinco páginas cada uno— pero rigurosa los principales acontecimientos del pasado de nuestro país, empezando por el asedio de las tropas cartaginesas a Sagunto y terminando con la eclosión del 15-M.
"Reflexionamos sobre cómo hoy en día hacemos noticias falsas, damos pábulo a mentiras, retuiteamos con visceralidad, sin saber, sin contrastar nada", dice Aguilar, politólogo y profesor de historia del cine, poniendo el ejemplo del incendio de la pinacoteca. "Es penoso ver que un tuit que es un bulo tiene 15 mil retuits y el desmentido tan solo 300".
Los dos amigos valencianos abrieron en 2011 una cuenta de Twitter, @TwitstoriadeEsp, para divulgar conocimientos históricos tras preguntarse qué hubiera ocurrido si el 23 de febrero de 1981 aquellos que vivieron el fallido golpe de Estado en primera persona hubieran narrado el desarrollo de la jornada a través de esta red social. Hicieron un falso directo en tiempo real sobre la intentona de Tejero de revocar la democracia y a partir de ahí comenzaron a compartir en su perfil efemérides de otras fechas señaladas.
Concepto de honor
La cuenta fue creciendo tanto en seguidores como por el interés de los contenidos y la forma de darlos a conocer, hasta el punto de suscitar la atención de un gigante editorial como Planeta, quien les propuso convertir los tuits en libro. "Les interesó cómo habíamos encadenado la historia de España con el lenguaje más cercano, sin caer en la chabacanería, de Twitter", explica Aguilar. Se pusieron manos a la obra y el borrador pasó el examen de un comité de historiadores reclutado por la editorial con apenas una línea modificada.
Esta curiosa historia de España va de la caída de Numancia en manos de los romanos y de los primeros "influencers" hispanos como Trajano o Adriano, al icónico baño de Manuel Fraga y el embajador estadounidense en la playa de Palomares para demostrar que el peligro de radioactividad no era más que una exageración; pasando por la avalancha de corrupción que instauró Jesús Gil en Marbella a un duelo a fogonazos que terminó el con literato Vicente Blasco Ibáñez herido.
"Nos parecía muy sugerente hacer mención al concepto del honor, de cómo hoy en día bloqueamos e insultamos y compararlo a cómo hubiera sido esto hace siglos. Por eso hemos seleccionado efemérides que tienen una correlación Twitter muy importante", añade Aguilar. En su libro, en este sentido, se le dedica un capítulo a la victoria de Massiel en Eurovisión —España es un país eurovisivo en sentido tuitero— y no a la primera circunnavegación al mundo culminada por Elcano.
¿Y cómo se combina la brevedad exigida por un puñado de caracteres con la rigurosidad y la precisión que requiere la divulgación histórica? "Hay que leer mucho, sobre todo. Cuando escribes un capítulo muy corto de algo tienes que tenerlo todo muy claro, no puedes perderte en la anécdota", añade. "Somos conscientes de que esto podía suponer algo de intrusismo porque no somos historiadores, somos divulgadores". Pero les han dado el visto bueno.
Y el resultado es un compendio fresco, ameno y que se puede consumir en pequeñas pildoritas sobre acontecimientos que marcaron la España actual, desde la muerte de Felipe el Hermoso a los levantamientos del 2 de mayo. Ya lo ven: Twitter, la nueva forma de aprender historia.