Cleopatra fue la reina más joven de Egipto: con sólo 18 años llegó al trono, porque dejaba impresionados a todos con su atractivo, su belleza, su educación y su cultura. Su familia se mudó de Grecia a Egipto y vivió allí unos 300 años. Aunque ella nació y se crió en Egipto, los egipcios no la consideraban nativa, sino que la seguían viendo griega por la influencia en su persona de todos sus ascendientes. Era una rareza total, ya que todos los faraones veían de un linaje muy concreto.
Cleopatra pertenecía a la larga estirpe de los Ptolomeos. Era la única de su familia que sabía hablar egipcio -otro detalle que subrayaba, a ojos del pueblo, su presunta herejía-. Su educación fue puramente griega: sabía idiomas, música, historia, astronomía, medicina, ciencias políticas, etc. Gobernó hasta que Egipto fue conquistado por el Imperio Romano.
Los que odiaban a Cleopatra se esforzaron mucho en crear una imagen distorsionada de ella para perjudicarla. La pintaron como a una mujer radicalmente bella, obsesionada con el físico, una femme fatale que no dejaba títere con cabeza. La acusaron de usar su poderío carnal para seducir y engañar y la tildaron de “ramera”, pero, fundamentalmente, Cleopatra fue una pensadora, una líder astuta e inteligente que luchó toda su vida por salvaguardar Egipto de la ambición extranjera.