Acomodado como regidor de Santiago de Cuba, bañado en una incipiente riqueza, Hernán Cortés no soportaba aquella monotonía del poder. Contemplaba con envidia cómo dos exploraciones españolas eran enviadas al Yucatán en busca de los tesoros que habían glosado unos náufragos. Él, antítesis del sosiego, comenzó a pergeñar a espaldas del gobernador Diego Velázquez una empresa todavía más ambiciosa: la conquista de un vasto territorio, de todo un imperio.
Al mando de unos cuatrocientos hombres y una flota de una decena de naves, Cortés, extremeño de Medellín, zarpó hacia lo desconocido el 10 de febrero de 1519. Lo hizo saltándose los pactos que había acordado con su superior, convencido de que los resultados de su suerte de rebelión terminarían por absolverlo. Fue, en definitiva, un empresario de su propio proyecto que arriesgó todos los recursos de los que disponía por mera intuición. Un hombre que se lanzó a una aventura incierta, temeraria, protegido por el mito que comenzaba a gestarse.
Así presenta el economista Ramón Tamames el instante definitorio de la vida del conquistador español en su libro Hernán Cortés, gigante de la historia (Erasmus): como la entrega del soldado idealista y bravo a los brazos de un triunfo improbable, de la grandeza. El libro es una estupenda síntesis de las hazañas del personaje, del contexto en el que se registraron y de la evolución de un legado del que han brotado lecturas conflictivas.
Tamames, catedrático de Estructura Económica, dibuja de forma didáctica y concisa la vida del polifacético Cortés —militar, empresario, diplomático, estadista, globalizador, escritor y un sinfín de títulos más— a través de sus biógrafos y los cronistas de Indias; y también las de sus contemporáneos como Moctezuma, Carlos V, Malinche, Cuauhtémoc, Pizarro o Bartolomé de las Casas. En su conjunto, la obra, prologada por Josep Borrell, bebe del rigor histórico y se complementa con los dilemas presentistas que emanan de las acciones del conquistador.
"No es ni una biografía ni una hagiografía", defiende Tamames. En su obra también se esbozan los aspectos más controvertidos de Cortés: "En cierto modo acaba endiosándose, y no vacila en acabar con sus enemigos, tampoco repara en medios. Quizá lo más criticable fue la ejecución de Cuauhtémoc, pero hay que ponerse en las circunstancias de la época". Las diferencias se resolvían con la horca y no a través del diálogo.
Defensor de los indios
Tamames resalta el puente que tendió Hernán Cortés hace cinco siglos entre los territorios de la Monarquía Hispánica y el Nuevo Mundo, un nexo que se revela en el embrión de la comunidad hispanoablante, formada en la actualidad por 580 millones de personas. También pone en perspectiva la influencia del conquistador en la historia de México y en la repulsa que genera su figura en algunos círculos de ese país que no se explicaría sin su aparición.
"Cortés fue el fundador de un nuevo Estado, incluso durante su vida ya nace la Nueva España. Esa es la configuración inicial del nuevo México, por eso muchos expertos le han llamado el fundador de la nacionalidad mexicana o el inventor de México", resume el economista, quien también menciona la importancia del mestizaje por el que apostaron los conquistadores españoles.
Evidentemente, Tamames también aborda el debate de la leyenda negra: escribe que durante la conquista, como justificación de la altísima mortalidad, hubo una "invasión microbiana y bacteriológica, amén de virus, que con las enfermedades europeas se extendieron en grandes epidemias". ¿Qué sucede con los que le tildan de genocida? "Cortés fue el máximo protector de los indígenas. No quería repetir las masacres que se habían registrado en el Caribe con otras comunidades de indios. En sus años de oro (1522-1529) se dedica a montar la infraestructura de un estado nuevo: caminos, hospitales, escuelas, iglesias, evangelización...", explica el economista.
—¿Existe entonces un desconocimiento sobre la figura de Cortés?
—Hay una visión estereotipada, mucha gente piensa en Cortés como conquistador de México y desconoce el detalle tan poliédrico e imaginativo del personaje. Creo también que en España hay un descuido: el quinto centenario de su llegada a México no se ha celebrado, el Gobierno es una miseria en sentido intelectual. Debieron de pensar que como es un tema controvertido, mejor no hacer nada.
—¿Usted es de los que cree que la leyenda negra sigue vigente hoy en día? Hace unos meses el presidente mexicano reclamaba a España disculpas por los excesos de la conquista...
—Según las encuestas de la prensa de allí, un 67% de los mexicanos piensan que no hay que pedir perdón. Yo ahora voy a ir a México a presentar mi libro e intentaré ver a López Obrador. Le diré que está bien la idea de tener un plan de convergencia y de explicación de ambas partes de la conquista para 2021, cuando se cumplen 200 años de la independencia de la Nueva España. Los historiadores hace mucho tiempo que resolvieron la polémica, pero lo que pasa es que los sinsabores de un México con tanta sangre y víctimas, un Estado narcotizado, se respiran en la vida diaria. El México actual hace pensar que la figura de Cortés tiene responsabilidad en lo que sucede hoy. Es un sinsentido que su presidente diga que la corrupción empieza con el conquistador.
A pesar de todas sus gestas, Cortés vivió sus últimos siete años de vida ninguneado por el emperador Carlos V: "Tenía la concepción de que estaba predestinado a salvar Europa de los turcos y los protestantes. A Cortés le ve como un hombre peligroso, ambicioso, que se puede independizar y le ata en corto; no le hace virrey. En su segundo viaje a España ya ni le recibe", concluye Tamames. La historia ya se ha encargado de colocar al conquistador universal de Medellín en su justo lugar.