Los secretos del Antiguo Egipto, la civilización menos cruel en la que el adulterio era pecado
El egiptólogo catalán Josep Padró publica un libro en el que recoge diversos estudios centrados en curiosidades del Egipto faraónico.
13 junio, 2020 02:51Noticias relacionadas
La historia del Antiguo Egipto está llena de teorías conspiranoicas: que si los extraterrestres construyeron las pirámides, que si los egipcios eran negros, que si inventaron la electricidad... y el tema estrella: la maldición de las momias. "¡Las pobres no han maldito a nadie! En su concepción, la gente se momificaba para ir al paraíso, no para incordiar a los vivientes", clama Josep Padró. Para este egiptólogo catalán, tras medio siglo estudiando a una de las civilizaciones más fascinantes de la Antigüedad, estas cuestiones son disparates sin sentido.
Como una especia de complemento a la Historia del Egipto faraónico (Alianza) publicada hace unos años, el experto, director de la misión arqueológica española que trabaja en el yacimiento de Oxirrinco, presenta ahora Secretos del Antiguo Egipto (Crítica), un volumen donde recoge una serie de estudios sobre temas muy concretos como magnicidios, el sexo divino, dioses desconocidos o el origen de la escritura egipcia. "No es propiamente un libro de Historia, son historias, casos que he estudiado de primera mano y que he pensado que pueden ser son novedosos para el público general", explica.
Por ejemplo, las figuras de dos aspirantes al trono que pudieron cambiar el rumbo del Antiguo Egipto: la del generalísimo Najtmín, que después de la muerte Tutankamón, el faraón niño, y su sucesor inmediato Ay, rivalizó con el futuro rey Horemheb, con quien curiosamente compartía el mayor rango militar; o la del príncipe Tutmosis, hijo de Amenhotep III, el "pacifista", cuya muerte prematura provocó una crisis dinástica y convirtió en monarca a Amenhotep IV/Akenatón, quien impondría una religión monoteísta trastocando la sociedad y la civilización egipcias y alteró el equilibro internacional.
Padró también recoge las teorías que han identificado a este último faraón con Moisés, que se basan en la aparición del culto a un único dios en Egipto e Israel en fechas similares; un debate entre biblistas y egiptólogos en el que hasta se involucró Freud, pero ante el cual el investigador catalán prefiere mantenerse "ecléctico": "Akenatón es una figura histórica borrada [los faraones posteriores le aplicaron la damnatio memoriae a su reinado], y solo rescatada por la arqueología. Moisés, en cambio, es una mera figura de la memoria, sin pruebas históricas de su existencia real".
La civilización egipcia no es sorprendente tan solo por los vestigios monumentales que han sobrevivido hasta nuestros días, sino también por sus creencias y ciertos fundamentos predemocráticos: el divorcio estaba permitido, los dos miembros del matrimonio eran iguales ante la ley y disponían de sus bienes con independencia el uno del otro, la esclavitud era residual... "Quien más negativamente ha influido sobre el Antiguo Egipto es Hollywood, con sus películas de esclavos construyendo las pirámides. Hay documentos recientes que narran cómo era el trabajo de los obreros durante la construcción de la primera Gran Pirámide de Keops: fueron contratados, hacían su trabajo y el Estado les pagaba y les alimentaba", señala Padró.
Monogamia vs incesto
De hecho, el egiptólogo catalán destaca que "el Egipto faraónico fue el Estado más humano e incruento del Mediterráneo antiguo". Y lo justifica poniendo la vara de medir sobre el arte: "Hay representaciones de batallas pero no escenas de crueldad o de torturas como las de otros pueblos como los sumerios, asirios o hititas". Aunque la corrección se pervirtió en ciertas ocasiones. Padró resume dos magnicidios bien documentados por fuentes primarias —los de Amenemes I (c. 1991-1962 a.C.) y Ramsés III (1184-1153 a.C.), a cuya momia se le identificó en 2012 un tajo en la tráquea—, aunque los conspiradores no lograron aupara al trono a su candidato.
Apenas un par de faraones asesinados durante el Imperio de los tres mil años. En la Antigua Roma, solo en cuatro siglos, más de una veintena de emperadores cayeron sin vida por causas no naturales. Eso sí, matar a un rey era como atentar contra un dios: estaban divinizados; y precisamente eso les eximía de la castidad reclamada al pueblo. Esta sociedad era monógama y consideraba el adulterio como un pecado, pero los monarcas no solo podían contar con varias esposas, sino también practicar el incesto —algo evidente teniendo en cuenta que los dioses estaban casados con sus hermanas—. Existía, además, la prostitución, que era una actividad socialmente aceptada, y la homosexualidad, tolerada pero mal vista.
Otro de los aspectos que refuerzan el humanismo del Antiguo Egipto es la permisividad hacia el género femenino para que ostentara el poder. "Había una ley de la Dinastía II que permitía a las mujeres ser jefe del Estado", desvela Josep Padró. Aunque las reinas no consortes no fueron muchas, la verdad. Él recoge cinco en su obra, sin contar a Cleopatra, frente a unos 400 reyes varones: Nitocris, con quien se cierra el Imperio Antiguo; Escemiofris, la última monarca de la Dinastía XII; Hatshepsut, el caso mejor conocido y que se hizo representar con cuerpo y vestimentas de hombre; Meritatón, hija y viuda de Akenatón; y Tausert, cuyo reinado fue breve y marcado por la anarquía.
¿Cuáles son los grandes secretos sobre el Antiguo Egipto que quedan por resolver? ¿Quizá el hallazgo de la tumba de Nefertiti que el controvertido Zahi Hawass ya ha profetizado para este 2020? "No sé qué elementos tiene", responde Padró. "Sé de colegas franceses que la han buscado y no la han encontrado. Se ha gastado bastante dinero inútilmente, como con la de Cleopatra. Una de las lecciones que aprendí de estudiante es que no has de ir a hacer una excavación con un plan preconcebido, sino pensando que ahí hay unas tumbas y a ver de quién son. El yacimiento te dirá lo que sabe".
El egiptólogo, formado en París, lleva desde 1992 excavando en Oxirrinco, a unos 200 kilómetros al sur de El Cairo, y también lo ha hecho en Heracleópolis Magna, una de las ciudades más emblemáticas de la época faraónica. La última campaña de la misión arqueológica concluyó con unos hallazgos únicos, revelados hace un par de semanas: ocho tumbas, varias de ellas intactas y con momias en su interior. "El yacimiento son varios kilómetros cuadrados y apenas llevamos unos mordisquitos. Ahora estamos trabajando sobre un sector que no habíamos excavado", explica Padró, el director del equipo, y avisa: "Esto está apenas empezado: de ahí pueden salir sorpresas todavía".