El 6 de agosto de 1945 el mundo entero se detenía ante el grito de miles de personas que se silenciaban simultáneamente. El Enola Gay fue el avión que soltó sobre la ciudad de Hiroshima la primera bomba nuclear utilizada en combate real, durante los últimos compases de la II Guerra Mundial.
Tan solo tres días más tarde, cuando Japón apenas había tenido tiempo para reponerse de tal ataque, una nueva bomba estallaba en Nagasaki. Esta vez, el bombardero utilizado era el Bockscar.
La bomba de Hiroshima fulminó al 30% de la población de entonces, acabando con la vida de unas 80.000 personas. A finales de 1945 el balance se elevaba a unas 140.000 y en los años posteriores las víctimas por los efectos de la radiación sumaron más del doble. En Nagasaki, por otra parte, alrededor de 40.000 personas murieron en el momento del bombardeo atómico y la cifra se elevaría a más de 70.000 en los meses siguientes. Desde entonces, numerosas películas y libros relatan y ponen nombre y apellido a lo sucedido. John Hersey, con su imprescindible obra Hiroshima, es solo uno de los cientos de ejemplos.