En la Antigüedad no resultaba inusual la poligamia y la práctica de la homosexualidad. En el Imperio aqueménida, el primero y más extenso de los imperios persas que hubo, era común que los dirigentes recurrieran a eunucos para satisfacer sus necesidades sexuales.
Tal y como indica Plutarco, los persas se relacionaban con eunucos en prácticas pederásticas antes de que lo hicieran los griegos aunque el origen es todavía desconocido. El hecho es que hubo un eunuco que vivió y se sumergió en ambas culturas. Se trataba de Bagoas, descendiente de una familia aristócrata venida a menos que se vio obligado a esclavizarse desde su infancia.
En los eunucos se buscaba sumisión, debilidad y una juventud afeminada por la falta de atributos, los cuales hacían que se desarrollaran de forma menos viril. El hecho es que poco a poco Bagoas se ganó la confianza de Darío III, rey de Persia por aquel entonces, y su belleza y facultades para la danza le acercaron tanto al monarca que se convirtió en su compañía favorita. Era el amante y compañero favorito del hombre más importante del Imperio persa.
En la batalla de Issos y Gaugamela los persas fueron derrotados por un Alejandro Magno que no cedía en su ambición por controlar nuevos territorios. Darío III se vio obligado a huir y en mitad de su retirada fue asesinado por sus propios generales.
Uno de ellos trató de negociar con el nuevo líder que se hacía fuerte en Occidente y parte de Oriente. Alejandro Magno pretendió adoptar y asimilar la cultura persa para una homogeneización de sus nuevas tierras. "Empezó a usar prendas de la indumentaria real persa, a presidir la corte y a dar audiencias al estilo asiático del derrotado Darío", escribe el catedrático Tony Spawforth en Una nueva historia del mundo clásico (Crítica).
En este sentido, Bagoas entró dentro de la negociación del general persa que buscaba el perdón de Alejandro. El eunuco pasó de la noche a la mañana a satisfacer a los dos rivales más importantes de entonces. Una vez más, como había ocurrido con su amo anterior, se convirtió en el hombre de confianza de Alejandro.
Su relación con el macedonio no desestabilizó la conocida aventura con Hefestión, noble, general y amante principal de Alejandro Magno. A partir de la muerte de Alejandro quedan pocos documentos acerca de Bagoas. Los historiadores piensan que falleció poco después, dejando tras de sí numerosas anécdotas personales de Darío III y Alejandro Magno al haberse ganado su más sincera confianza.