La monarquía británica, una de las más antiguas que existen y que se remonta a período anglosajón, destaca por su ostentoso protocolo y por todos los pasos que se deben seguir tras los muros de sus palacios. La Corona, definida de carácter de constitucional, mantiene desde hace siglos las rigurosas y recurrentes reuniones entre el monarca y el primer ministro con el fin de evidenciar la colaboración entre el poder dinástico y el poder electo.
En este sentido, a la reina Victoria le tocó lidiar con hasta nueve primeros ministros distintos. Victoria es en la Historia del Reino Unido una de las figuras monárquicas más importantes. Gozó de un gran reconocimiento público y se mantuvo al frente durante 63 años y 216 días, superada únicamente por la actual Isabel II.
Sus reuniones con los políticos no fueron tan estables, por desgracia. Henry John Temple, conocido como Lord Palmerston, fue uno de los hombres que la monarca apenas podía ver y que, por deber político, tenía que tratar. La relación entre ambos líderes nunca fue estrecha debido a los constantes desacuerdos con relación a la política internacional.
Pero aquella falta de entendimiento no solo se basaba, por desgracia, en la diferencia de opiniones políticas. Lord Palmerston era conocido por su poca discreción a la hora de seducir a las mujeres. Había sido el amante de diversas damas de alta cuna y frecuentaba fiestas y cenas aristocráticas donde conocía a sus nuevas amantes. De esta forma, las vidas de Emily Lamb y Henry John Temple se cruzaron. Lamb era una mujer casada. No obstante, la mala salud de su marido le empujó a los brazos del futuro primer ministro y de la infidelidad.
Su amor no era mera pasión irracional, ya que en 1839 ambos contrajeron matrimonio. Su obsesión por el sexo, empero, no se había desvanecido. Ni siquiera escondió sus impulsos en la residencia de la Casa Real, lugar que frecuentaba por su cargo de Secretario de Asuntos Exteriores. Así, en el Castillo de Windsor, se abalanzó sobre una de las damas de la reina Victoria. Se introdujo en primera instancia en la habitación de la dama para posteriormente cerrar la puerta y atrincherarse en ella.
"Habría consumado su diabólico plan mediante la violencia si los milagrosos esfuerzos de su víctima y la ayuda que atrajo sus gritos no la hubieran salvado", afirmó el príncipe consorte Alberto de Sajonia. La Corona ya le insistió al entonces primer ministro Lord John Russell del episodio acontecido en el Castillo de Windsor y conocieron que había ocurrido algo similar con otra mujer y de ninguna manera pretendían que el Secretario de Asuntos Exteriores se acercara a la reina. Así lo desvela la historiadora Elizabeth Longford en Queen Victoria, donde remarca que la polémica con Lord Palmerston fue un asunto delicado para la reina.
La monarquía británica no pudo hacer nada cuando casi dos décadas más tarde, Lord Palmerston había conseguido ser nombrado primer ministro. Siempre alegó que se confundió de habitación, aunque ni la reina ni los demás miembros de la familia real le creyeron. A lo largo de su vida estuvo envuelto en diversas infidelidades y finalmente falleció el 18 de octubre de 1865 dos días antes de su 81 cumpleaños. "A menudo nos preocupó y perturbó, aunque como primer ministro se había portado muy bien", escribió la reina Victoria al conocer la noticia de su muerte.