Los trabajos para catalogar la colección del Museo Arqueológico de Sevilla han permitido localizar uno de los pocos abanicos de la época romana que existen en el mundo, fechado en el siglo III d.C., y que pertenecía a una mujer de la alta sociedad que fue enterrada en Itálica.
Este flabellum, más conocido como paipai, hecho de marfil, procede de unas excavaciones realizadas en 2005 en las inmediaciones del conjunto arqueológico de Itálica, a pocos kilómetros de la capital sevillana, según ha informado este sábado la Junta de Andalucía.
Esta singular pieza estaba depositada a modo de despedida, de ofrenda final, sobre un sarcófago de plomo de una mujer ‒de entre cuarenta y cincuenta años y 1,58 metros de estatura‒ ataviada, con toda probabilidad, con un rico ropaje, dado los pequeños hilos de oro descubiertos en su interior.
Depositados los materiales de dicha excavación en el Arqueológico de Sevilla para su estudio, las labores de catalogación han resuelto el enigma sobre esas dos piezas de marfil de más de treinta centímetros, con un hueco amplio en la parte superior ‒con restos de lo que podría ser pan de oro, hecho que apuntaría la rica decoración del objeto‒, una zona intermedia trapezoidal y rematados en punta en el extremo.
"Nos llamó mucho la atención la aparición de dos elementos iguales y sin uso definido sobre un sarcófago de plomo", ha señalado la conservadora del Arqueológico, Julia Herce, por lo que estudiaron al detalle las piezas y consultaron con otros museos para, finalmente, poder determinar que se trata de uno de los abanicos romanos de mayor tamaño conservados hasta el momento.
El flabellum presenta un buen estado, pese a encontrarse parcialmente fragmentado y conserva parte de las varillas. En el interior hueco quedan restos de lo que podría ser pan de oro adheridos a una de las paredes. El país, como se denomina a la tela o piel que iría pegada al varillaje, ha desaparecido completamente dado que sería de carácter orgánico, probablemente papiro.
Se trata de una pieza de gran singularidad al conocerse escasos ejemplares de estas características en todo el occidente romano, que no llegan a la decena, y sobresale por sus dimensiones. Asimismo, revela la significación social de la persona enterrada, además de una importante información de las estructuras sociales del momento de la ciudad de Itálica.