Carlos I de España y V de Alemania nació en Gante en febrero de 1500 y con apenas 17 años, tras la muerte de su abuelo, Fernando el Católico, desembarcó en la Península Ibérica para hacerse cargo de la corona castellana sin apenas conocer el idioma español. Tampoco sabía demasiado sobre el nuevo territorio que debía dirigir, y menos aún hasta dónde se expandían sus dominios en el Nuevo Continente.
Mientras el nuevo monarca español tomaba las riendas de España, los conquistadores continuaban con la misión que había iniciado Cristóbal Colón el pasado siglo. Su sueño de levantar un imperio universal cristiano estaba cada vez más cerca gracias a la vasta superficie que controlaba bajo su título como emperador. Hernán Cortés conquistó el Imperio mexica, Francisco Pizarro acabó con el Imperio inca y Juan Sebastián Elcano dio la primera vuelta al mundo.
Sin embargo, aquellas campañas americanas, así como el sustento del Imperio español y sus conflictos religiosos y dinásticos en Europa, requerían una gran cantidad de dinero y de recursos. Desde que Colón llegó a América buscó oro para justificar el viaje, y sus sucesores continuaron con esta estrategia.
Pronto comenzaría a correr el rumor de un paraíso repleto de riquezas en el corazón de América. El Dorado se convirtió en una obsesión para muchos de los conquistadores españoles. La primera noticia sobre El Dorado vino de los muiscas, los moradores del altiplano de Santa Fe de Bogotá en 1526. Allí llegaron los españoles bajo el mando de Gonzalo Jiménez de Quesada. "Tan solo había que encontrarla, se ocultaba en algún lugar entre Quito y la desembocadura del Orinoco; así pues, en un territorio inmenso, inexplorado", escribe la filóloga alemana Michi Strausfeld, quien recientemente ha publicado Mariposas amarillas y los señores dictadores (Debate).
La autora recorre en esta extensa publicación -siempre a través de los grandes autores del continente- acontecimientos de Latinoamérica que en numerosas ocasiones han quedado en un segundo plano. En este sentido, el libro relata en uno de sus capítulos cómo durante más de un siglo los españoles buscaron sin fortuna alguna El Dorado.
Alemanes en América
Asimismo, este paraíso sin descubrir pronto se convertiría en el objetivo de ingleses y alemanes. "Tan auténtico se consideraba todo aquello que el banco de los Welser aceptó que el emperador Carlos V les transfiriera en feudo un territorio en Venezuela, como compensación por créditos concedidos que el altamente endeudado soberano no podía devolver", apunta Strausfeld.
Los Welser eran una importante familia de banqueros y una de las principales casas financieras de Europa en la primera mitad del siglo XVI. Originarios de Augsburgo, habían apoyado la coronación de Carlos como emperador del Sacro Imperio romano en 1519.
Como España no se encontraba en posición de pagar la cantidad correspondiente, se cedió parte del Nuevo Mundo para que los banqueros alemanes lo explotaran a su gusto. Entre 1528 y 1546, los Welser financiaron varias costosas expediciones partiendo de la ciudad de Coro donde un par de compañías alemanas debían emprender la búsqueda de El Dorado".
Ambrosius Ehinge, Georg Hohermuth von Speyer y Philipp von Hutten fueron los tres gobernadores de esta concesión que tenía algunas particularidades a la hora de su explotación. El emperador les había permitido usar a los indios como mano de obra e incluso esclavizarlos, además de otorgarles un permiso para llevarse hasta 4.000 africanos al Nuevo Continente. Por su parte, los alemanes estaban obligados por contrato a fundar dos ciudades y a construir tres fortalezas. La más famosa de ellas fue Maracaibo, fundada como Nueva Núremberg.
No obstante, aquel negocio con el emperador español le fue más favorable a él que a los Welser. En 1533, Ehinge fue alcanzado en el cuello por una flecha envenenada de los indios y Philipp von Hutten sufrió una emboscada a su regreso de una expedición. El último gobernador alemán fue decapitado por orden del español Juan de Carvajal, quien había logrado sublevar a gran parte de la provincia por la mala gestión de los Welser.
Juan Carvajal no salió ileso de aquella traición, puesto que la Audiencia de Santo Domingo lo condenó a muerte tan solo unos meses después y fue ahorcado. "La Corte española no podía dejar de castigar al asesino de un heredero de los Welser, pese a que Carvajal había acumulado grandes méritos en el país y era muy popular", concreta la autora.
A este trágico final se le sumaría la retirada de la concesión a los Welser por incumplimiento de contrato. Además, se especulaba sobre su posible vinculación con el movimiento luterano en Augsburgo, y Carlos V retomó el control sobre la provincia de Venezuela. En 1546 se terminó el sueño germano por encontrar El Dorado tras más de una década de pérdidas humanas y beneficios escasos.