Durante la Guerra Civil española, The New York Times tuvo a dos enviados especiales para que informasen a sus lectores estadounidenses del desarrollo de las hostilidades. Cada uno cubría una zona: Herbert L. Matthews la republicana y William P. Carney la sublevada. El 31 de diciembre de 1937, este último, un texano católico devoto, envió a la redacción una crónica que bebía de la propaganda rebelde en la que se aseguraba que Teruel había caído en manos de Franco.
Cuando leyó esto, Matthews, enfurecido, se subió a un coche en Valencia y se desplazó hasta la ciudad aragonesa. Allí descubrió un escenario totalmente diferente y así se lo hizo saber al periódico. Rápidamente redactó una noticia titulada "Visita a Teruel, que sigue en manos del Ejército republicano" y que lograría colar en primera plana. Además, en medio del texto, recogió una reflexión con dardo a su compañero: "Lo que resulta evidente en esta guerra es que nada se puede saber con certeza a menos que se vaya al lugar de los hechos y se vea con los propios ojos".
Los historiadores dedicados al estudio de la Guerra Civil, evidentemente, no han podido seguir la advertencia del corresponsal del Times. También han tenido que desbrozar el relato oficial enraizado durante la dictadura para alumbrar un escenario más completo y complejo —y radicalmente opuesto en muchas cuestiones—. La literatura académica sobre la contienda, que despegó en la década de los años 60 con las investigaciones de los hispanistas extranjeros, ha generado en las últimas tres-cuatro décadas en una catarata de publicaciones que han ampliado el conocimiento y renovado líneas temáticas.
Ante semejante eclosión de estudios, qué mejor que otro que reúna los más importantes. De eso va Los libros sobre la Guerra Civil (Cátedra), una obra colectiva editada por los historiadores Ángel Bahamonde y Rosario Ruiz Franco. No obstante, no se trata de una simple enumeración de títulos y autores, sino de realizar un balance historiográfico sobre cómo han evolucionado las investigaciones relativas a la contienda, las miradas inéditas que han aparecido en las últimas fechas, así como los nuevos cuestionamientos.
El resultado de todo este proceso, esgrimen los editores, "son elevados rendimientos al conocimiento y valores añadidos consistentes, que alejan el análisis de las fáciles soluciones maniqueas, previstas de antemano. El panorama, por tanto, se ha enriquecido a base de una riada de contribuciones que es preciso sistematizar. Alimentan la reflexión y el debate con características multiplicadoras". El libro ofrece una radiografía crítica de los libros imprescindibles o que más han influido en la comprensión del conflicto.
También muchas de estas obras han sido aplaudidas con importantes galardones, como el Premio Nacional de Historia. En la última década, tres libros centrados en la contienda se han alzado con este reconocimiento: La financiación de la Guerra Civil española (Crítica, 2012), de José Ángel Asiaín; Historia mínima de la Guerra Civil (Turner, 2017), de Enrique Moradiellos; y Retaguardia roja. Violencia y revolución en la Guerra Civil española (Galaxia Gutenberg, 2020), de Fernando del Rey Reguillo.
Diferentes temas
Los libros sobre la Guerra Civil reúne ocho estudios firmados por especialistas que analizan las aportaciones historiográficas realizadas sobre diversos aspectos e indican perspectivas de investigación futuras. El primero de ellos, del catedrático Eduardo González Calleja, examina las diferentes interpretaciones que se han ofrecido sobre el golpe de Estado contra la Segunda República: desde las justificativas del movimiento "patriótico" surgidas en plena guerra hasta las que valoraron la sublevación como el punto culminante del militarismo español contemporáneo. El profesor, además, advierte ante el surgimiento de "un revisionismo académico empeñado en la exoneración de responsabilidades de los golpistas o el reparto equitativo de las mismas con los republicanos".
En el segundo capítulo, Francisco Sánchez Pérez ahonda en la experiencia y en la diversidad ideológica y territorial de los milicianos de ambos bandos. Señala que en los últimos años, el foco se ha puesto sobre su papel en la represión política, "uno de los temas estrella". La profesora Matilde Eiroa San Francisco revisa las aportaciones de la historiografía a la influencia y dimensión política internacional que adquirió la guerra de España; un campo sobre el que se han podido realizar importantes avances gracias a la apertura de nuevos archivos.
Aunque pueda resultar paradójico tratándose de un conflicto bélico, la temática sobre la que menos libros se han publicado proporcionalmente es la militar. El estudio del doctor Arturo García Álvarez-Coque repasa cronológicamente y en cuatro etapas las distintas visiones que se han ido concatenando durante estas ocho décadas. Las retaguardias de ambos bandos es otro ámbito esencial para el conocimiento de la contienda, y en ello se centra el capítulo firmado por el profesor Javier Cervera Gil, que también desvela una importante evolución desde la literatura de valor testimonial que brotó a finales del conflicto hasta la pujante microhistoria.
Manuela Aroca Mohedano, por su parte, llama la atención sobre la importancia de la cultura y la propaganda como vía para dar cauce a la ideología además de revelarse en instrumentos bélicos; mientras que la profesora Rosario Ruiz Franco centra su estudio en el papel desempeñado por las mujeres en la contienda y en el interés que la historiografía está encontrando en este tema en las últimas fechas. El libro se cierra con el trabajo de Ángel Bahamonde, centrado en las interpretaciones —tanto interior como exterior— sobre el final de la Guerra Civil. Una historia de sangre y de mucha tinta.