Uno de los ensayos sobre la Guerra Civil más interesantes que se publicaron el año pasado fue Soldados de Franco (Siglo XXI), del historiador Francisco J. Leira-Castiñeira, en el que desmitificaba la homogeneidad del ejército sublevado y su supuesta unidad por creencias políticas, por su levantamiento en armonía contra la "anti-España". Su nueva obra, Soldados forzosos (Editorial Galaxia), vuelve a colocar el foco sobre este fenómeno, pero centrándose en un territorio concreto, Galicia, y de forma mucho más gráfica, a traves de imágenes que retratan la experiencia personal, dramática, de los combatientes.
"Las fotografías representan diversos aspectos de una guerra, un acontecimiento del que nadie quiere ser protagonista directo. Se puede ver lo peor de la guerra en forma de muerte y prisioneros, pero también el uso propagandístico de los desfiles cuando terminó la contienda", señala el doctor en Historia por la Universidad de Santiago de Compostela. "Ambos bandos se nutrieron de personas que no querían ser agentes de violencia. En el caso gallego, se convirtió en un centro de reclutamiento. Este trabajo quiere mostrar lo más sangriento de nuestro pasado reciente, para avisarnos de los problemas que tienen la polarización y el enfrentamiento sociopolítico".
Fueron comunistas, socialistas, galeguistas o republicanos que se vieron empujados a defender una causa con la que no comulgaban. Pero no tuvieron elección: la otra salida era el juicio y la represión, también de sus familiares. Estuvieron tres años en las trincheras, conviviendo con la violencia y la muerte; y luego callados durante la dictadura. Una gran y longa noite de pedra que sentidamente retrató el poeta Celso Emilio Ferreiro, uno de esos miles de gallegos movilizados por la fuerza.