El periódico Adelante era el órgano propagandístico en Lleida del POUM, Partido Obrero de Unificación Marxista, autodeclarado como la auténtica formación bolchevique heredera de los postulados de Lenin. Su líder, desde el estallido de la Guerra Civil, era Andreu Nin, un revolucionario heterodoxo que había vivido nueve años en la Unión Soviética, había sido estrecho colaborador de Trotski y llevaba una década denunciando las políticas estalinistas y su consecuente perversión de la esencia de la Revolución rusa. A la mesa de Stalin en Moscú, a principios de mayo de 1937, llegó una página de ese panfleto impresa el 30 de abril en la que se decía que el camarada supremo era un tirano y sus seguidores unos contrarrevolucionarios.
Aquellas líneas enfurecieron al dictador soviético, que se encontraba ya en plena ordalía de purgas y sangre. Kliment Voroshílov, el comisario del pueblo de Defensa, envió el 14 de mayo un cablegrama al consejero militar Grigori Shtern, que operaba en Madrid, exigiéndole que visitara al presidente Largo Caballero y le conminara a desmentir las falacias de la prensa del POUM. De lo contrario, Moscú cortaría los suministros armamentísticos que sostenían el esfuerzo bélico de la República y retiraría a todos sus agentes y asesores militares. En el plazo de un mes, los acontecimientos se precipitaron. Tras quedar su partido ilegalizado, Nin fue detenido, torturado, ejecutado y arrojado a una cuneta.
Stalin, que no estaba acostumbrado a ser desobedecido, se salió con la suya. O tal vez no. A Nin y a los poumistas se les acusó de ser "espías fascistas", de estar coaligados con los nazis y formar parte de la llamada Quinta Columna. Los agentes soviéticos del NKVD, liderados por el temible Alexander Orlov, armaron pruebas falsas para relacionar a los líderes revolucionarios con Franco. Pero Nin se negó a confesar nada, y esos mismos policías rusos tuvieron que eliminarlo en algún día comprendido entre el 21 y el 24 de junio de 1937, cerca de Perales de Tajuña, entre Alcalá de Henares y Chinchón.
"No deshonrarse ni delatar a sus compañeros fue su manera de mantener en pie sus ideales, ideales que nadie consiguió doblegar. En cierto modo, la historia de Nin, es triste (...) Pero, con todo, no es la historia de un perdedor, sino la de un ganador. La historia de alguien que se aferró a una ambición de cambio mundial que contrasta con sus orígenes modestos", resume Andreu Navarra, escritor, profesor e historiador, que acaba de publicar un nueva biografía sobre el líder poumista La revolución imposible (Tusquets).
Aunque el libro no aporte grandes novedades sobre la vida de Andreu Nin (1892-1937), el autor logra armar un relato profundo, complejo y rico en detalles tanto del propio personaje como del contexto vertiginoso y extremista en el que se movió. Se analizan sus movimientos, evolución política y los miles de artículos periodísticos que escribió el secretario político del POUM, combinándose con los testimonios de sus camaradas y contemporáneos y los análisis de un buen puñado de historiadores que en las últimas décadas han contribuido a sacar a la luz la verdadera historia de Nin, enterrado en alguna fosa nunca encontrada, y de sus asesinos.
Misión utópica
Navarra realiza una interesante interpretación del crimen, que relaciona con "problemas de geopolítica" —Stalin no podía tolerar que se le insultara desde un país al que estaba vendiendo armas— y no con factores ideológicos. "Si Negrín [el sucesor de Largo Caballero y artífice de la consigna "resistir es vencer"] toleró que se detuviera a Nin y a la cúpula del POUM en junio de 1937 era con la esperanza de que continuarían llegando las armas y materiales de los que dependía de forma absoluta; no permitió aquel crimen porque fuera un psicópata o un totalitario, ni siquiera por una postura ideológica, sino porque necesitaba armas", subraya el autor. También es reseñable la semblanza que se realiza de los protagonistas del caso, como el policía y conspirador Alberto Castilla, exfalangista sin escrúpulos que acabó al servicio de Orlov.
El título de la biografía, La revolución imposible, resume a la perfección la idealista y utópica misión que se propuso Nin como líder del POUM: desatar en España una revolución a ultranza, desarrollar un proyecto leninista puro y acabar con las raíces de la democracia burguesa. En ese desafío no dudó en llamar "contrarrevolucionarios" a comunistas y socialistas y granjearse su enemistad, pero siempre careció del apoyo de las masas obreras de la CNT, sindicato que en Cataluña siguió aliado con la Generalitat y el PSUC.
Andreu Navarra, autor de otros ensayos como La escritura y el poder (Tusquets), una biografía de Eugenio d'Ors, o El espejo blanco. Viajeros españoles en la URSS (Fórcola), radiografía todas las facetas de Nin: la de profesor, escritor, traductor y, sobre todo, revolucionario. "Nin era un maestro radicalizado y obsesionado, totalmente comprometido con la revolución, pero no era un asesino ni un criminal y, que se sepa, jamás agredió (ni mucho menos disparó) a nadie, aunque sus escritos versan sobre el aplastamiento de las clases burguesas y la dictadura del proletariado", destaca.
De hecho, el líder poumista fue conseller de Justicia del Gobierno de Tarradellas entre el 26 de septiembre y el 16 de diciembre de 1936. Se le encomendó la tarea de reducir la justicia de paseos y asesinatos indiscriminados que imperaba desde la sublevación y estableció los Tribunales Populares, una medida que sería anulada por Ejecutivo republicano tras los Sucesos de Mayo del año siguiente. Según menciona Andreu, el mecanismo que ingenió Nin "para contrarrestar el apasionamiento revolucionario salvó la vida de noventa personas, como mínimo, entre octubre de 1936 y marzo de 1937. En Barcelona, por ejemplo, de trescientas sentencias fueron fusiladas cuarenta personas.
El último capítulo de la biografía es un interesante análisis dedicado a repasar la evolución y las interpretaciones de la figura de Andreu Nin desde su ejecución, lamentada con unas frías y secas palabras de Trotski, antaño estrecho camarada, hasta el presente, con el homenaje que en 2014 se realizó en el Parlament catalán.