La novela social vende mucho
Alicia Bartlett y Almudena Grandes coinciden en las librerías con dos libros que tratan la dura realidad que se vive en España.
24 noviembre, 2015 01:00Noticias relacionadas
Toda crisis socioeconómica comporta una serie de gravosos peajes que la sociedad paga en forma de dolor, desesperanza y pobreza. También en forma de ‘literatura comprometida o social’. Coinciden en las librerías dos novelas que se anuncian como obras conectadas con la durísima realidad que se vive en España desde hace ya ocho años. Ambas han sido escritas por autoras con numerosos seguidores y gran número de ventas. Sobre Hombres desnudos, de Alicia Giménez Bartlett, que ha resultado elegida este año por la editorial Planeta para ganar su premio anual, dotado con 600 mil euros, han dicho el jurado del premio y la propia autora que tiene inquietudes sociales.
Por su parte, Almudena Grandes, autora que siempre ha realizado declaraciones políticamente comprometidas y que lleva un tiempo dedicada a escribir novelas históricas, acaba de publicar en la editorial Tusquets su novela Los besos en el pan, una obra que se centra en el presente de un barrio de Madrid para contarnos las vicisitudes que varios de sus habitantes han tenido que enfrentar durante la crisis.
¿El Planeta más ‘social’?
Ceremonia de entrega del Premio Planeta 2015. Primer golpe de efecto publicitario: tras ser anunciado su nombre, la ganadora, la escritora Alicia Giménez Bartlett, sube al estrado vistiendo una jersey en el que puede leerse la palabra “Merde” (mierda). Giménez Bartlett explica que como no puede “hacer la revolución”, al menos sí “una pequeña travesura”. Segundo golpe de efecto publicitario: tanto la ganadora como algunos miembros del Jurado se refieren a las implicaciones sociales de la novela.
En Hombres desnudos uno de los personajes protagonistas, Javier, treintañero, pierde su empleo precario como profesor de literatura en un colegio. Se deprime, tanto que no llega a enviar ningún currículo en busca de trabajo. Pero gracias a otro de los protagonistas, Iván, un superviviente con una infancia desastrosa, acaba entrando a trabajar en un club de striptease y más adelante termina siendo acompañante de señoras de la alta sociedad.
A otra de las protagonistas, Irene, de cuarenta y tantos años, se le ha muerto su querido padre hace un año, la acaba de abandonar su marido y la empresa que ha heredado de su difunto padre está en quiebra técnica. Se siente libre por primera vez en su vida y quiere recuperar el tiempo perdido como hija y esposa ejemplar. Un despido y el cierre-venta de una empresa (a cambio de una buena cantidad de dinero). Esos son todos los rasgos “sociales” de la novela que recuerdan a la crisis.
Lenguaje de clase
Giménez Bartlett ha declarado que se propuso diferenciar la procedencia social y los personajes haciéndoles usar lenguajes diferentes. Destaca el modo de hablar y pensar de Iván, el personaje que representaría a la clase social más baja. Sus monólogos interiores y diálogos son una sucesión casi ininterrumpida de tacos y expresiones malsonantes. Resulta fascinante –e irritante- por su inverosimilitud.
Hombres desnudos en el titular y crisis económica en el interior. El mercado tiene dos de los reclamos que más le gustan: sexo y tragedia
En Hombres desnudos hay sexo, la mayoría pagado. Hay relaciones pasionales. Hay drogas. Hay incluso varias referencias a Crimen y castigo, de Fiodor Dovstoievsky, y hasta un final trágico, como en la novela del escritor ruso. Hombres desnudos en el titular y crisis económica en el interior. El mercado tiene dos de los reclamos que más le gustan: sexo y tragedia. El mercado tiene la envidiable capacidad de vender hasta los discursos que lo ponen en cuestión, desvirtuándolos y convirtiéndolos en otro producto de consumo más.
Poco tiempo después del atentado contra las Torres Gemelas de Nueva York, el rockero Bruce Springsteen conducía por Asbury Park (Nueva Jersey), cuando una mujer le gritó desde otro coche: “¡Bruce, te necesitamos!”. El cantante entendió el mensaje. Sus seguidores le pedían canciones que aliviaran el estado de conmoción y vacío que habían provocado los atentados. Meses después publicaba su álbum The Rising, con varias canciones que hacían referencia más o menos explícita a caída de las torres. No es su mejor disco, pero tuvo bastante éxito de ventas.
El corsé sentimental
Durante la gira promocional por los principales medios de comunicación que está haciendo de su última novela, Los besos en el pan, la escritora Almudena Grandes ha declarado que en los últimos tiempos varios lectores le habían preguntado cuándo se iba a ocupar de la crisis en una novela. Decidió aceptar el desafío reescribiendo algunos de los artículos que había publicado sobre la crisis, y añadiendo nuevas páginas. Todo ello amasado, según la autora, con una cierta urgencia, sin casi tiempo de fermentación, al tiempo que escribía otra novela.
A diferencia de la novela de Giménez Bartlett, la novela de Grandes sí puede considerarse una novela sobre los damnificados por la crisis. Todos los personajes viven en un barrio del centro de Madrid: son jóvenes y viejos; españoles y migrantes; clase media y clase baja; trabajadores, desempleados y pequeños empresarios. La autora nos cuenta, con un lenguaje coloquial, las historias de todos ellos en tiempo presente.
La gran mayoría de las historias resultan creíbles por separado: las hemos leído muchas –demasiadas- veces en los periódicos. Despidos, desahucios, comedores sociales, ocupaciones de casas, mareas ciudadanas, reducciones de salarios. Todo ello aparece en Los besos en el pan. Es la España de los últimos años condensada en un solo barrio.
La mayor debilidad de la obra, precisamente, está en la acumulación de las historias en un espacio tan reducido. La novela es una abarrotada arca de Noé de las víctimas del colapso: hay una historia por cada consecuencia de la crisis. La mayoría de esas víctimas logran, además, establecer entre ellas lazos de intensa solidaridad, invariablemente positivos y conmovedores.
Todos los naufragios personales causados por la crisis -y todos los ejemplos de solidaridad intrafamiliar y comunitaria- que cuenta Almudena Grandes han tenido su correlato en la realidad. Pero también ha sido real la desprotección absoluta de cientos de miles de ciudadanos completamente solos en mitad de la tormenta. La inclusión de más historias sobre estos ciudadanos en absoluto desamparo habría contribuido a aumentar la complejidad y la credibilidad literaria –e incluso social- de Los besos en el pan.