Cuidado, la poesía hiere. A Dolors Miquel (Lleida, 1960) le gustan los versos agresivos, los que molestan, como balas perdidas que trituran las normas. Anoche durante la celebración de los Premios Ciudad de Barcelona, uno de ellos debió de herir la dignidad de Alberto Fernández (Barcelona, 1961), líder del PP en la ciudad Condal, que escapó del escenario de la entrega presidida por la alcaldesa Ada Colau tras escuchar el poema Mare Nostre. “Madre nuestra que estáis en el cielo, sea santificado vuestro coño, la epidural, la comadrona, venga a nosotros vuestra llamada, vuestro amor, vuestra fuerza. Hágase vuestra voluntad en nuestro útero sobre la tierra”.
Hace tres años Dolors recitó el poema en el teatro del certamen y en Semana Santa. Fuera sonaban los tambores, dentro la reivindicación femenina
La poesía de Miquel suena a tortazo, porque “le ha perdido el miedo a la palabra”. “No he visto poeta más incorrecta en mi vida”, dice María Eloy García (Málaga, 1972) para señalar que los poemas son con acritud. La escritora andaluza asegura que la poesía es el nuevo punk, “en serio”. “Está muy harta”. ¿De qué? “De todo. Ya no tiene el coño para farolillos. Ha perdido el respeto por las cosas. Lo desacraliza todo: la Iglesia, la política y, claro, la figura masculina”, añade García, que hace unas semanas realizó un recital poético con Miquel en Arrebato Libros (Madrid). Pepe Olona, el dueño de la librería, dice de Dolors que tiene “mucha fuerza” y de su poesía que es “provocadora y divertida”.
La percepción poética de Fernández no coincide con la del librero. De hecho, ni siquiera le parece poesía. Para él los versos que santifican la feminidad, bajo la forma del Padrenuestro, son un insulto. Se levantó en el momento de la invocación al aborto y al llegar a su casa escribió en Facebook que el poema, leído en el Ayuntamiento, es una falta de respeto. “Con los católicos se atreven a todo, pero seguro que su libertad no la ejercen igual mofándose del Islam o los musulmanes”, ha dejado constancia Fernández en las redes sociales.
El dirigente del PP ha asegurado a este periódico que “un acto institucional debe ser otra cosa”. “Se deben respetar todas las opciones y cuando uno va al teatro sabe a lo que se va, pero nadie nos había dicho esto. Por eso hemos pedido el cese del responsable de la programación”. Lamenta que con la libertad se llegue “al insulto”.
Libertad contra censura
“¿Cuál es el límite de la libertad? El insulto. Uno puede defender el aborto de muchas maneras, pero si no hubiera parafraseado el Padrenuestro no habría tenido toda esta repercusión”, añade. Sin embargo, no cree que la polémica la haya generado su desplante en medio de la gala. “No estaba dispuesto a escuchar. El insulto no tiene tipo de reprobación por las tragaderas de los demás. Además, como poema es de una calidad bastante cuestionable”.
Angels Gregori (Oliva, 1985) es poeta y dirige el Festival de Oliva desde su fundación, hace diez años. Recuerda cómo hace tres años Dolors recitó el poema en el teatro del certamen y en Semana Santa. Fuera sonaban los tambores, dentro la reivindicación femenina. “Y no pasó absolutamente nada”. Dice que el poema es un clásico de la literatura catalana y “el problema es que no leen nada y todo les parece nuevo y todo les parece molesto”. “La falta de respeto es no conocer este poema. Es un poema de calidad”, asegura Gregori.
La poesía si no es incómoda y provocadora no sirve para nada
No es la única que define a Dolors Miquel como una de las voces más importantes de la poesía catalana, por su capacidad renovadora y sus actuaciones públicas. La palabra dicha es su mejor arma poética. “La poesía si no es incómoda y provocadora no sirve para nada”, cuenta Oliva, a quien le pareció un bonito acto en el ámbito tan solemne como el del Ayuntamiento de Barcelona. Eduard Escoffet (Poblet, 1979), poeta y promotor cultural, también cree que Dolors es una figura muy destacada desde finales de los años noventa. La temática de la mujer, la manera de recitar y la vibración de sus textos son las cualidades de la poeta que molesta al PP de Cataluña.
“Es la gran recitadora del momento, capaz de mezclar lo popular con lo subversivo”, dice Escoffet. De hecho, la definen como una gran conocedora de la tradición y rompedora con la misma. Homenaje e insumisión. “Nada debería escandalizarnos ahora”, explica. “Es una poeta incómoda y eso es lo que se espera de la poesía, que cuestione y genere incomodidad. No es complaciente”, subraya Escoffet. “Prefiero la incomodidad de un creador destacado. No podemos permitir el control de la libertad de expresión hasta que nos hagan caer en la autocensura”.
Ella misma, en su blog, definía hace unos días qué es poesía: “La poesía no es rima, tampoco es ingenio. Veo muchos poetas jóvenes que riman y hacen frases ingeniosas para hacer reír al público. Deben creer que este es el camino. Yo creo que este es el barranco. Tampoco por escribir poesía hemos de estar toda la vida leyendo a Celan, Rilke y los cuatro más de turno e imitándolos si queremos que se nos tenga en cuenta (mejor que no nos la tengan). Es más: juro que hay una poesía más allá de ellos. De hecho, creo que la poesía en estos momentos está más allá de ellos [...] Para hacerla no hace falta estar hablando siempre del puto silencio y de la más que repetidísima luz. O usar las palabras que tienen etiqueta de metafísica, sin tener la metafísica incorporada la médula ósea. No explicar las historietas de siempre, de amor, del paso del tiempo y similares”.
No podemos permitir el control de la libertad de expresión hasta que nos hagan caer en la autocensura
Dolors no sólo se revuelve con el veneno poético contra lo más cómodo y asumido. También dispara contra la endogamia que enclaustra y corrompe la poesía. “¿Quién escucha realmente a los poetas? ¿Quién los lee realmente cuando acaban sus espectáculos?”, se pregunta para denunciar el aislamiento (habla del Ku Kux Klan literario). Justo el día en el que la poesía rasgó las cortinas de la normalidad y el consenso protocolario, ella decidió desaparecer y “no entrar en el circo” de la polémica. Prefiere negarse a hablar, prefiere disparar en medio del acto político y cultural para comprobar las dimensiones de la palabra.
Dolors levantó la máscara para descubrir la verdad y detrás no había nada. “Quien viene al mundo y no perturba no tiene sentido”, dice María Eloy-García. “Hay que molestar. Están acostumbrados a una cultura patrocinada y amable. La cultura está hecha por librepensadores”, señala. Pocas veces sucede este choque entre política y cultura, pocas se cuestiona la tolerancia. Por eso dice García que “levantarte y marcharte en medio del acto es una pose”. “No la hace ella más moderna, le hace a él más antiguo”.