El libro que debería leer Pedro Sánchez para empezar a gobernar
Miguel Albero escribe un ensayo sobre la espera y la necesidad de acabar con ella.
23 febrero, 2016 02:41Noticias relacionadas
Arriba el telón. Aparece Godot. Tiene cara de Pedro Sánchez. Es Pedro Sánchez. Por si no lo saben, Godot sigue sin venir desde que Samuel Beckett lo inventó en 1953. Medio siglo después, los escenarios en los que se representa pierden la paciencia ante un drama en el que no ocurre nada, mientras se “marea la perdiz” y se construye la espera (magistralmente). En esas siguen los españoles después del 20D, a la espera, como los personajes de la obra que culmina el teatro del absurdo:
“Estragón: Vámonos.
Vladimir: No podemos.
Estragón: ¿Por qué?
Vladimir: Esperamos a Godot.
Estragón: Es cierto”.
“La espera es el material del que está hecha la vida”, escribe Miguel Albero en su nuevo ensayo, Godot sigue sin venir. Vademécum de la espera (Páginas de Espuma). “El poder hace esperar y el poder no espera”. Según esta definición del autor, poeta, novelista, ensayista y embajador de Honduras, el poder utiliza la espera como un arma para humillar. “Como tengo poder te hago esperar, para que, en esa espera, asumas que soy yo el que manda. Yo, puesto que ostento el poder y lo ejerzo, no espero, es de hecho el modo que tengo de ejercerlo, mientras que tú, desgraciado, te pasas la vida esperando”.
Somos seres pasivos, que esperamos a que llegue el Espíritu Santo, la revolución o un superhéroe para dejar de hacerlo
Visto así, los dos meses para constituir el Gobierno podrían demorarse años, una legislatura, pero dado que las negociaciones tienen fecha de caducidad el secretario general del PSOE debería actuar contra la espera para poder subir al trono del Congreso de los Diputados. Éste es su libro. “La espera es mala”, dice. Hay dos maneras de hacerlo: o bien ataco la espera o bien ataco la esperanza. “En castellano es el único idioma en el que se confunden “espera” y “esperanza”. Utilizamos el mismo verbo: esperar de anhelar y esperar de aguardar”, dice Albero a este periódico.
“Se trata de dejar de confundir espera y esperanza. La primera es más obvia, la segunda más sutil. Una es cambiar espera por acción, ir a buscar las cosas y no esperar a que acontezcan”, cuenta. En la segunda opción lo que se limita es la esperanza. “Somos seres pasivos, que esperamos a que llegue el Espíritu Santo, la revolución o un superhéroe para dejar de hacerlo. En España, la Transición nos hizo acomodaticios. Esperábamos un mundo mejor, un país mejor, pero no hicimos nada por mejorar nuestra situación. Lo hemos dado todo por hecho”, explica Alberto, nacido en Madrid hace 49 años.
La espera, el fracaso
La espera, dice el escritor, siempre conduce al fracaso. “Ahora mismo pasamos en España por la espera y con alguna de sus primas como “la estupefacción”. Estamos a la espera de un Gobierno y deberían primar los intereses generales. Es una espera que nos hemos buscado nosotros mismos, y esperamos que conduzca a algo. El país ha elegido cambiar. Hay un descontento en todo el mundo occidental por el descrédito del sistema de representación. Vivimos en una polarización que lo que demuestra es que lo que hay no funciona”, reconoce.
Entonces, ¿el 15M puso fin a la espera? “La revolución podría ser derrocar a la espera”, cuenta. “Hemos permitido porque nos iba bien. La Transición generó fue una sensación de que todo era mejor. Somos los responsables de no haber controlado más a los políticos. Porque a la política no llegó lo mejor de cada casa. Lo hemos tolerado y permitido, somos tan culpables como el que se corrompe”, añade.
El ensayo de Albero recorre, obsesivamente, todas las acepciones de la espera. Escudriña, revisa y señala la espera existencial (como género literario), la espera angustiosa (incertidumbre, gasolina para el fuego), la espera esperanzada (la esperanza, motor de la espera), la espera deliberada (vuelva usted mañana, la Adminsitración, el invento del Estado para hacerte esperar), la espera comercial (no se vaya que ensegida lo atiendo), los instrumentos de la espera (salas de idem) y, en la conclusión, levanta una teoría de la espera. Todo, como se imagina, con altas dosis de ironía y sarcasmo para hablar de nuestra resignación, sumisión y sometimiento.
Godot es Pedro Sánchez, pero también podrían interpretar el papel Pablo Iglesias, Albert Rivera, Alberto Garzón. Rajoy ya lo hizo y en las Elecciones Generales se voto si la espera había merecido la pena. Ya conocen el resultado.