En su antiguo domicilio de la calle Triana, Mario Conde se hizo preparar una habitación con una mesa de montaje, donde mezclaba y maquillaba su historia a su antojo en documentales blanqueadores de la memoria. Curaba sus faltas y sus sentencias en contra con propaganda que trataba de cambiar el sentido de la opinión pública. Conde se ha disfrazado como el símbolo de la nueva España que escapa de la degeneración socialista en los ochenta, el banquero innovador que abre el negocio al extranjero, el gestor de empresa farmacéutica que liberó el mercado, el abogado de éxito que quiere ser la regeneración política del país, el preso redimido con sobrepeso de espiritualidad. Mario Conde, rey de los impostores, ha sido el perfecto malvado de Marvel y el gurú que sana los dolores del alma. Su historia, brillante, modélica y estafadora, es la del país del Lazarillo. Mario Conde es el mejor producto de Mario Conde, en cinco biografías.
El primer antisistema
En El sistema. Mi experiencia del Poder (Espasa, 1994) Conde saca pecho contra eso… el sistema. Es un verso libre, un visionario, un vanguardista que se adelanta a las normas y trasciende las leyes. Mario Conde se muestra como alguien que sabe dónde está la tecla de la soberanía del pueblo. Desde su experiencia como banquero preso ha insistido en “lo importante”: “Que seamos conscientes de que el sistema ha fracasado”. Y él es, por supuesto, el regenerador. Mario Conde el refundador. Por eso se muestra desde su primer libro como la amenaza que nunca duerme y afecta a la seguridad y a la estabilidad del Estado. Conde cuenta cómo siempre hay un amigo, una llamada, una advertencia: “Me han pedido que te diga que mejor no publiques tu libro”.
El primer hombre libre
En Memorias de un preso (Mr Ediciones, 2009) se muestra como un ser generoso y comprometido, capaz de tener amigos en el cielo y en el infierno, de entablar conversaciones con el asesino del rol o con un etarra (que le confiesa haber dirigido una operación contra su persona). Alcalá-Meco se muestra como un monasterio en el que estuvo diez años curándose de sus defectos. Mario es el perfecto compañero, un hombre leal, que no tiene inconveniente en fregar el suelo o leer cartas a los analfabetos. “Me entregó la carta y me rogó con voz humilde que se la leyera. Una experiencia única para mí. Nos sentamos codo con codo en el largo banco del comedor. El preso fijó su mirada en la pared. Yo leía despacio, enfatizando el contenido, y de reojo contemplaba sus gestos. De repente rompió a llorar. Según la carta, su madre acababa de morir”.
Mario es el perfecto compañero, un hombre leal, que no tiene inconveniente en fregar el suelo o leer cartas a los analfabetos
En otro momento cuenta sus tareas como “chico de los desayunos” y encargado del fregado. Para ambas se propuso voluntariamente. Fregar “resultaba cansado, pero no se trataba de un trabajo meramente material”. “Ciertamente alguno pensaría que se trataba de un enorme desperdicio de energías. Sí y no, porque para el cultivo de la humildad sincera no viene nada mal. Y por eso mientras pasaba la fregona por el suelo una y otra vez, mientras la escurría en el cuno de agua siguiendo una técnica secular entre los prisioneros, mientras vaciaba el agua sucia en las letrinas del cuarto de baño de Ingresos, pensaba en lo que estaba haciendo en ese instante mientras en un rápido recorrido a mi vida evocaba momentos de la llamada y ya pasada gloria… Y sonreía. Sinceramente sonreía”.
El primer gurú de la meditación
En su reconversión hacia la némesis del banquero ha escrito aforismo espirituales, “muy complejos, bastante difíciles de entender”, dijo en entrevista a Fernando Sánchez Dragó. “No es un libro destinado al gran público”. Además, en la cárcel descubre el libro del Tao de Lao Tse que cambia su vida, se convierte en un místico y escribe La palabra y el Tao (Dharana, 2009). Al final del mismo cita un poema esencial, que describe todo lo que Mario Conde tiene pendiente: “El que sabe no habla, el que habla no sabe. Mantener la boca cerrada. Vigilar los sentidos. Moderar el sarcasmo. Simplificar los problemas. Disfrazar el brillo. Ser uno con el polvo de la tierra”. Según comenta en su blog, con el sexo tántrico ya ha cumplido.
La reinterpretación que hace del tao no tiene desperdicio: hay que fabricar hombres tan libres y tan soberanos que las restricciones no servirán
Como el libro fue escrito hace más de 2.600 años, se excusa cuando lee: “No tengo deseos y la gente vuelve al bien y a la vida sencilla”; “Disfruta de paz y la gente es honesta”. La reinterpretación que hace del tao no tiene desperdicio: hay que fabricar hombres tan libres y tan soberanos que las restricciones no servirán. “No tendremos necesidad de reglamento, porque no habrá ladrones y podremos vivir con el fluir del tao...” El sueño dorado del mercado.
El primer emprendedor
Al joven abogado el éxito se le hacía escaso. Su ambición superaba a sus logros y todo se le quedaba pequeño. Los días de gloria (Martínez Roca, 2010) arranca con su relación con el rey Juan Carlos unos meses antes de ser nombrado presidente de Banesto, con 39 años. Escribe desde la melancolía que los viejos mecanismos de la sociedad española siempre andan listos para “cortocircuitar cualquier aventura de advenedizos, cualquier intento de adentrarse, de ocupar un espacio allí donde se cuece, se cocina y condimenta el verdadero poder”. Ese es el lugar al que aspira el hombre sin límites, que reclama moral: “Allí donde las pasiones sustituyen a los afectos y la red tejida con intereses desconoce lealtades y agradecimientos”, escribe.
Todas las memorias que ha escrito Conde recuerdan a la figura de ese viejo reportero de guerra que exhibe sus plumas intactas. El banquero ha vuelto a la vida para contarnos lo que no sabemos, quiere ser el corresponsal de las sombras del poder y desvelar lo que se teje en “el mundo en el que confluyen economía, finanzas, política y medios de comunicación”. Recuerda que ha escrito a mano siempre, durante su vida en el banco y antes. “Comencé con esa costumbre allá por 1982, al darme cuenta de que mi discurrir vital tenía todas las trazas de no ser uno más de esos que se consumen dejando que el tiempo resbale sobre sus vidas”.
El banquero ha vuelto a la vida para contarnos lo que no sabemos, quiere ser el corresponsal de las sombras del poder y desvelar lo que se teje en 'el mundo en el que confluyen economía, finanzas, política y medios de comunicación'
El único escollo que impide al emprendedor español volar son los políticos. Pero los empresarios tampoco estuvieron a la altura, reconoce: “No supimos ser empresarios reales, porque un verdadero empresario jamás sacrificará sus convicciones en el altar de un poder que alterando las reglas del mercado le concede favores a cambio de sumisión. Esta conducta corresponde a estereotipos diferentes del empresario”. El empresario es la única esperanza, según Conde, que librará a la sociedad de los intereses personales y procedimientos corruptos del político.
La primera persona “humana”
Dedica su última obra “a los herejes de todos los tiempos”. En Siendo: eso es todo. Cartas a un antropólogo (Sirio, 2015) recurre a un antiguo amigo para exponer sus correspondencia íntima. ¿Objetivo? Mostrar al verdadero Conde, “al místico y poeta”, “al trovador” comprometido con lo social. “Capaz de cenar con mendigos y poderosos”. También ve películas: “Por cierto, de Matrix he visto sólo la primera, y me gustó mucho. Hoy mismo encargo la trilogía y ya te comentaré”. Si se han preguntado por el horrible título del libro proviene de otro libro suyo, Cosas del Camino. “Por eso te deseo un buen gerundio, para ti y todos los tuyos, que bien interpretado equivale a decir para ti y para todos”.